Una pareja de abuelos de más de 90 años decidieron consolidar su amor con un ritual, casarse. Sin importar su edad, ya que por lo regular se cree que quienes se casan deben de ser jóvenes.

Con la idea de que si no te casas joven “se te va el tren” o “te quedaste para vestir santos”, de acuerdo con la experta en amor romántico Coral Herrera, se tiene la creencia que el amor lo vas a encontrar cuando estas, como dicen por ahí “en la flor de la juventud”, lo que también replica un estereotipo de género respecto a que las mujeres son hermosas sólo cuando son jóvenes.

Por ello, esta pareja de abuelitos, Marcelino, de 100 años de edad, y Branca, de 96 años, de Brasil, rompen con esta idea y deciden contraer matrimonio, lo que conmocionó a sus familiares e incluso a los medios de comunicación.

La pareja vivó por dos años juntos y después decidieron contraer matrimonio. Quienes los conocen son testigos del amor que se tienen y el respecto, cada mañana se dan los buenos días, aunque ella sigue actuando como la cuidadora, ya que cada mañana va a ver si está bien.

La historia de estos abuelos nos abre muchas líneas de discusión, es claro que para el amor no hay edad, pero también nos deja ver cómo se replican estas formas de machismo en las parejas donde pese a la edad las mujeres se deben dedicar a las labores de cuidado y cuidar del otro.

¿Machismo disfrazado de amor?

La historia se viralizó en medios de comunicación, sin embargo, en lo que se narra se cuenta que es ella quien está al cuidado de su pareja viendo si se tapó bien o no, ejerciendo un papel de madre hacia su esposo que desde el feminismo más no se narra la otra parte, si también él se encarga de los cuidados.

Esta historia refleja la intención a veces de los hombres de buscar una pareja para que los cuide y les ayude en las labores de la casa como pasa con Francisco, un hombre de 90 años que ha expresado que se quiere casar para que lo atiendan.

En un texto, María Jiménez en La Sexta habla sobre como la sociedad patriarcal, es decir, donde a las mujeres se les ha dado un lugar de cuidados sin poder acceder al poder, la han colocado en una posición en la que deben cuidar a sus esposos o sus parejas.

"¿Acaso es casualidad que la mayoría de mujeres que se quedan viudas o se divorcian prefieran vivir en soledad el resto de sus días, mientras que los hombres rehacen sus vidas sentimentales en tiempo récord?", escribió María Jiménez.