En TikTok se hizo viral el vídeo de Leah García, una madre que muestra como depila con banditas de cera las cejas de su hija de tres años para, supuestamente, evitar el bullying y menciona que a su otra hija de 11 años también la depila constantemente.

¡No me importa, no me importa! Prefiero que me digan que soy una mala madre antes de dejar a mi hija andar por ahí con una uniceja, explica Leah García en un vídeo.

Muchas personas firmaron que Leah estaba cometiendo un gran error debido a que le está generando traumas corporales a sus hijas y desde muy temprana edad les ha creado inseguridades al presionarlas para cumplir los cánones de belleza patriarcales.

Tan pronto como los padres verbalizan un defecto esto se quedará para siempre en la mente de los niños. Incluso si se muestran agradecidos recordarán que no eran perfectos a los ojos de mamá, confirma un comentario.

Por otra parte, distintas personas le dieron la razón a Leah y agradecieron que “protegiera” así a sus hijas, debido a que muchas de ellas vivieron acoso escolar debido a los vellos de sus cuerpos cuando eran niñas; por su parte, Leah ha publicado otros videos en donde responde a los comentarios y explica su posición. Según ella, solo está intentando que su hija no sea objeto de burlas y también habla sobre los mensajes que le han llegado tras volverse viral, muchos de ellos llenos de amenazas de muerte e insultos.

@leah_txrealtor Replying to @justiceforjd27 she actually already did. ?? this was her firat wax, almost a year ago. She sees me waxing her big sister & wants to be like her. #fyp #momsoftiktok #andGO ? original sound - Leah Garcia

Violencia estética

La violencia estética es un término que en los últimos años se ha usado para evidenciar otro de los estándares que las mujeres deben cumplir, según el patriarcado. De acuerdo con Esther Pineda G, doctora en Ciencias Sociales y escritora, la violencia estética se refiere a la presión social a la que son sometidas las mujeres para cumplir con los cánones de belleza impuestos por el sistema patriarcal, esta violencia se da por parte de distintas partes de la sociedad como la familia, la escuela, los medios de comunicación y, más actualmente, las redes sociales.

Fue en el año 2012 cuando Esther propuso este concepto para visibilizar la opresión que viven las mujeres que se ven obligadas a cumplir los cánones de belleza basados en el occidente, donde se supone que las mujeres deben de pieles claras y con rasgos finos tradicionalmente europeos, estos estereotipos exigen delgadez, juventud y feminidad porque supuestamente eso define el ser de una mujer, lo que obliga a las mujeres a verse de una manera e invisibiliza las vivencias y corporalidades de las mujeres que no cumplen estos estándares patriarcales.

La violencia estética se fundamenta sobre la base de 4 premisas: el sexismo, la gerontofobia, el racismo y la gordofobia, por lo cual siempre le va a exigir a las mujeres feminidad, juventud, blanquitud y delgadez, afirma Esther Pineda para Animal Político.

La violencia estética le hace creer a las mujeres que son ellas y sus cuerpos los que están mal, haciéndolas sentir culpables, haciéndoles sentir vergüenza, diciéndoles que solo hay unos cuerpos válidos y bellos y que para acercarse a esa belleza y valoración social deben modificar sus cuerpos; de lo contrario tendrán que vivir las consecuencias que son la desvalorización personal y social por no satisfacer esa expectativa de belleza, comenta Esther Pineda.

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Por otra parte, Esther afirma que estas violencias son colectivas, ya que atacan a todas las mujeres y niñas, por lo que campañas de amor propio no solucionan el problema ya que es algo sistémico, no personal

La violencia empieza desde niñas

De acuerdo con Esther Pineda, la mayoría de las niñas y mujeres han vivido la violencia estética en algún momento de su vida o lamentablemente la vivirán; ya sea por su peso, por su pertenencia étnico-racial, porque no son tan femeninas, por su edad, por la tenencia de alguna discapacidad.

Al mismo, tiempo, la mayoría de las personas en algún momento de sus vidas han ejercido la violencia estética contra otras, principalmente contra las niñas y mujeres, pues está muy instalada en el imaginario colectivo y en oportunidades se ejerce con aparentes buenas intenciones o sin tener conciencia de que se está ejerciendo violencia estética.

Un ejemplo de ello es cuando se le insiste a alguien en bajar de peso “por su salud”, alisarse el cabello “porque se vería más bonita”, decirle a alguien a modo de chiste que debería comer más “porque está muy flaca”, recomendarle a una mujer pintarse el cabello “porque las canas la hacen ver más vieja”, entre miles de comentarios que son emitidos y recibidos en las diversas interacciones sociales que tiene una persona a lo largo del día, por lo que es importante evitar comentarios no solicitados sobre el cuerpo o aspecto de otras mujeres, ya sea para bien o para mal.

Las consecuencias de la violencia estética se relacionan principalmente con trastornos alimenticios, dismorfia corporal y baja autoestima. Además, las mujeres que buscan cumplir con esos estándares de belleza podrían ponerse en riesgo con procedimientos inseguros:

Trastornos alimentarios

Algunas mujeres que han sido presionadas para “ser bellas”, se someten a dietas estrictas que conllevan a trastornos alimentarios que perjudican la integridad física y mental. Tal es el caso de la bulimia, la anorexia, entre otros.

Cirugías estéticas

Así mismo, hay mujeres que se exponen a cirugías estéticas para borrar arrugas y líneas de expresión o para disminuir el abdomen y aumentarse el busto. De este modo, el cuerpo empieza a ser modelado en función de los mandatos patriarcales.

Acoso escolar

La violencia estética también se encuentra entre las causas del acoso escolar. Su peligro es aún mayor porque se empieza a desarrollar a edades tempranas y tiene un impacto negativo en la identidad, la autoestima y en los cuerpos en desarrollo.

Sexualización

Por otro lado, no hay que obviar las consecuencias en relación con la sexualización y a la cosificación de los cuerpos, sobre todo de las niñas y las mujeres, que se encuentra implícita en dicho estándar de belleza ya que se les dice que para ser aceptadas deben gustarle a los hombres y debido a las redes sociales, cada vez es más común que niñas y adolescentes se muestren con poca ropa y poses sexualizadas buscando aprobación masculina. Esto se ve disfrazado de un falso “empoderamiento”.

Colectivizar el sentir

De acuerdo con Esther Pineda, quien ha recabado testimonios de distintas mujeres que han vivido violencia estética desde muy pequeñas, por lo que concluye que este no es un problema individual, sino colectivo, debido a esto las campañas de amor propio no soluciona el problema ya que debe tratarse de raíz y no culpar a las mujeres por su baja autoestima.

No basta el amor propio, debe cambiar la forma en que las personas son vistas y tratadas socialmente por su imagen y su corporalidad, lo cual implica comenzar a erradicar chistes, comentarios y juicios sobre la imagen y los cuerpos de otras personas en el ámbito familiar, en las relaciones de pareja, en la escuela en el trabajo; exigir a los medios de comunicación mayor diversidad corporal, de edad, étnico-racial en sus narrativas y representaciones; incentivar la discusión de estos temas en los espacios en los que hacemos vida y colectivizar la experiencia, afirma Esther Pineda.