Distintas activistas firman que el 2019 se convirtió en un parteaguas que visibilizó la lucha feminista que se hace desde las calles, Pilar Déziga Velázquez, especialista en seguridad y género, afirma que esto sucedió debido a que, desde el inicio del actual sexenio, el movimiento feminista se convirtió en uno de los pocos movimientos de oposición que cuestionaba y exigía una respuesta ante los casos de feminicidios y violencia machista que desde hace varios años ha azotado al país.

Las recientes filtraciones de datos personales de distintas activistas y colectivas por parte de la SEDENA tienen un tinte de miedo por parte de las autoridades ya que, de acuerdo con Pilar, el actual gobierno no permite ni reconoce a grupos organizados que se posicionen abiertamente como opositoras ante las decisiones del gobierno de AMLO y aunque la propaganda pregone un “gobierno feminista”, la realidad es que no se han creado los espacios necesarios para escuchar de manera seria las peticiones y reclamos de las mujeres feministas que nutren el movimiento.

El movimiento feminista en México es mucho más fuerte ya que tiene una combinación entre activismo en las calles fortaleciéndose también en el tema académico donde se analizan las políticas públicas y se cuestiona el gobierno, entonces desde mi punto de vista, cuando en este gobierno se empieza a observar que el movimiento feminista está en todos lados (en las calles, en sociedad, en la iniciativa privada y en todos los espacios públicos), es cuando se empieza a convertir en un riesgo para el gobierno, afirma Pilar Déziga Velázquez, especialista en seguridad y género.

Y esto no significa que en sexenios anteriores el movimiento feminista haya sido tomado en cuenta realmente por el gobierno, pero fue justo en 2019 donde movimientos como #MeToo se convirtieron en una puerta de entrada para poner dentro de la opinión pública temas como el feminicidio, el acoso y las violencias normalizadas dentro del sistema.

La inseguridad es lo que ha llevado a las mujeres a las calles para exigir sus derechos en todos los espacios públicos. La pandemia llegó a dejar al descubierto también la violencia familiar, entonces ha habido toda una serie de situaciones que cada vez dejan más al descubierto como la violencia se mantiene y que por parte del gobierno no hay una solución verdadera a los problemas, afirma Pilar Déziga Velázquez.

Diamantina y feminismo

Se tiene registro que en 2019 fue cuando la Sedena comenzó a monitorear las marchas llevadas a cabo por colectivas feministas y, en distintos documentos, detalla que acciones ocurrieron durante aquellos enfrentamientos con la calle. Portales afirman que fue en ese momento cuando comenzó el espionaje debido a las enormes movilizaciones que pintaron las calles de morado y verde.

#MeToo

Marzo. Una de las denuncias en redes hecha por Ana G. González, quien acusó a Herson, un escritor que maltrató física, psicológica y sexualmente a varias exparejas trascendió hasta convertirse en un #MeToo mexicano donde muchas mujeres se atrevieron a denunciar la violencia ejercida por distintos hombres.

En menos de un mes, cientos de mujeres denunciaron a muchos hombres del mundo creativo, artístico y profesional.

No me cuidan, me violan.

Agosto. Dos adolescentes denunciaron haber sido agredidas sexualmente por policías y, a pesar de que las denuncias se hicieron en las instancias legales correspondientes, La PGJDF filtró que la adolescente había “mentido” y la sociedad las revictimizó.

La respuesta ante este juicio mediático la dieron varias colectivas feministas que marcharon a las instalaciones de la procuraduría capitalina, mientras gritaban “no nos cuidan, nos violan”, refiriéndose a los policías, lema que se volvió una constante en las marchas feministas posteriores.

Pero la consigna “no nos cuidan, nos violan” no fue la única herencia que dejó esa manifestación ya que el 12 de agosto, mujeres se manifestaron afuera de la Secretaría de Seguridad Pública local y Jesús Orta, entonces jefe de la policía salió a hablar con ellas. Mientras él se presentaba a los medios, una joven le aventó un puñado de diamantina morada a un funcionario.

¡Fuimos todas!

Agosto. La iconoclasia se convirtió en un símbolo de lucha cuando integrantes del bloque negro aprovecharon la guardia baja de los policías que “resguardaban” a las manifestantes y destruyeron una estación del Metrobús para después plasmar sus consignas en el Ángel de la Independencia.

Los monumentos rayados se convirtieron en un escándalo por todas partes, pero las colectivas y las mujeres que asistieron a la marcha sólo respondieron gritando: “¡Fuimos todas!”

Feminismo en las periferias

La lucha por descentralizar el movimiento feminista también comenzó a tener mayor visibilidad en el año 2019 ya que colectivas que accionan fuera de la Ciudad de México se proclamaron en municipios como Ecatepec, que siendo uno de los lugares más violentos, no había tenido un gran foco mediático.

Mujeres denunciando violencias en la UNAM.

Octubre. La Facultad de Filosofía y Letras se convirtió en la cuna de una revolución dirigida únicamente por mujeres. Sus demandas eran acabar con el acoso sexual y la violencia de género dentro de la UNAM, algo que ni siquiera deberían pedir.

Un violador en tu camino

Noviembre. Una colectiva chilena marcó otra forma de luchar contra el patriarcado. A raíz de que Abril Cecilia Pérez Sagaón, fue asesinada de un disparo, la colectiva La Tesis interpreta su himno llamado “Un violador en tu camino”, no imaginaron el impacto que este performance tendría.

Francia, México, España, Ecatepec… muchos lugares se plagaron de este desgarrador canto y, a pesar de las burlas por parte de varias personas, esto se convirtió en uno de los performances más notable y desgarrador.

Seguridad en las marchas, ¿por o para las mujeres?

Parte importante del movimiento feminista ha sido el tomar las calles para reclamar los derechos de las mujeres en espacios públicos y teniendo en mente el posible temor que tiene el gobierno ante la digna rabia de las mujeres que marchan, no es sorpresa que en cada movilización resalten las Ateneas, mujeres policías encargadas de mantener el orden público, pero ¿la seguridad en las marchas es para proteger a las mujeres o para contener los contingentes y evitar “daños”?

Si bien, el papel de las policías es salvaguardar a las personas ajenas a la marcha y “cuidar” los inmuebles, Pilar afirma que el mensaje lanzado es igual de dañino ya que se pueden ver a mujeres uniformadas atacando a otras mujeres que se manifiestan, mientras que dentro de las corporaciones de seguridad existen también violencias hacia los elementos femeninos que las conforman. Por otra parte, no existe un diálogo verdadero con las autoridades ya que las policías que asisten a las marchas sólo tienen la indicación de replegarse y evitar el conflicto y es cierto que las mujeres policías viven constantes agresiones por parte de sus compañeros, pero ellas continúan siendo parte de un sistema opresivo como lo es la policía.

Por otra parte, el movimiento feminista dentro de las calles y a través de los medios de comunicación se ha centrado en la iconoclasia o el rayar monumentos para exigir justicia, lo que ha usado el gobierno para desvirtuar el movimiento y así evitar los cuestionamientos ante su ineficacia.

Es así como el brazo armado del Estado ha creado una imagen errónea de las mujeres feministas que salen a las calles a manifestarse y, al mismo tiempo, el miedo los ha orillado a perseguirlas antes de que la marea verde se haga más grande, aunque parece ser que eso está siendo inevitable.