Si Jack Kerocuak Allen Ginsberg o William Burroughs hubieran sido mujeres, ¿qué hubiera pasado?, plantea Gabriela Frías Villegas en su texto “Las mujeres olvidadas de la generación beat”, publicado en la Revista de la Universidad de México.

La respuesta que nos da “sabríamos muy poco sobre sus viajes o sus escritos: serían una nota al pie perdida entre las páginas de algún libro empolvado sobre los beatniks”.

La generación beat, plantea Gabriela Frías, hablaban de la experimentación con la drogas, la vida en los clubes de jazz, libertad sexual, estudio de las filosofías orientales y la meditación.

¿QUIÉNES ERAN LAS MUJERES DE LA GENERACIÓN BEAT?

Las mujeres de esta generación hubieran sido olvidadas si no fuera por las memorias de Diane di Prima, Elise Cowen, Joyce Johnson, Joanne Kyger, y muchas otras más.

Estas mujeres estuvieron adelantadas a su época, tuvieron vidas exuberantes, poesía, erotismo y jazz.

Primera Guerra Mundial, se extendió el pensamiento del American dream, donde las mujeres se dedicaban al hogar y los hombres a trabajar, una vida apegada a las normas prometía una imagen de fotografías: casa, carro, hijos y perro. Pero, las mujeres de esta generación iban más allá, y cuestionaban este papel de compañeras y cuidadoras.

Sin embargo, los compañeros de la generación beat se limitaban a describir sólo el aspecto físico de estas mujeres jóvenes que trasgredían las reglas y no su pensamiento crítico a este modelo de vida impuesto.

“Las mujeres de la generación beat fueron mucho más que las amantes o compañeras que describían Kerouac o Burroughs. Fueron grandes escritoras que formaron un grupo protofeminista que anticipó los movimientos de los años subsecuentes”, escribió Gabriela.

POESÍA, JAZZ Y MEDITACÓN ZEN

Di Prima recogió las historias de las mujeres de la generación beat en el libro Memorias de una beatnik. Els fue poeta, activista y artista visual neoyorkina que luchaba por la igualdad de la mujer en el trabajo, ejercicio de su sexualidad, acceso al arte y espacios públicos.

En sus memorias, Diane habla de sus visitas a los clubes de jazz y encuentros sexuales con varias amigo o amigos. En lugar de detenerse a hablar de estos actos, hablaba sobre la belleza del cuerpo masculino en modo poético.

En las narraciones sobre los encuentros sexuales, Diane siempre agregaba un componente amoroso. Se describía como cuidadora.

“Me di cuenta de que realmente me gustaba ser la mujer de los tres hombres, limpiando, remendando y cocinando para ellos […]. Sí, era bueno ser la chica de tres hombres, y cada uno de ellos con su propio viaje, cada uno deseando cosas diferentes para que el mundo se completara, una interacción, como una foto con triple exposición, hecha un infinito espacio. Desde entonces he descubierto que, por lo general, es bueno ser la mujer de muchos hombres a la vez, o ser una de las muchas mujeres en el círculo de un hombre, o ser una de las muchas mujeres en un hogar con muchos hombres, y la relación entre nosotros siempre era cambiante y ambigua”.

Diane apostaba por el poliamor, aunque en ese momento no se catalogaba como tal. Ella abrió brecha para que las mujeres entraran en el movimiento beat.

Gabriela recuerda un pasaje, cuando Diane conoció a Ginsberg, Kerouac, Orlovsky y Corso en Nueva York, y los invitó a cenar a su casa, donde se organizó una orgía. La inclusión de la activista y poeta abrió una brecha.

Las mujeres a las que le debemos parte de este camino feminista, en el que se cuestionó el papel de las mujeres, fueron: Elise Cowen, Joyce Johnson, Joanne Kyger, Diane di Prima y muchas otras mujeres artistas que dejaron una huella en la historia.

Con información de Revista de la Universidad de México