“No hay una sola mujer que habite hoy el planeta que vaya a conocer la igualdad de género. Al menos, no de continuar el ritmo actual de progreso hacia tal objetivo. Una niña nacida 2020 tendría que vivir más de 202 años para experimentar qué significa tener las mismas oportunidades, salario, derechos, poder, voz... que los hombres”: Alejandra Agudo, periodista de El País. 

Cuando una persona comienza a desarrollarse profesionalmente, a lo largo de su vida se enfrentará a ciertos retos y obstáculos; sin embargo, hay situaciones donde la distinción en el género puede repercutir indirecta o directamente en los avances de la misma, a esto lo conocemos como “techo de cristal”.

De acuerdo con la profesora e investigadora de la UNAM, María Elena Camarena, este término comenzó a emplearse desde finales de los años ochenta del siglo XX para denominar una barrera invisible que limita a que mujeres altamente cualificadas alcancen puestos de alta responsabilidad en una organización, sin embargo, también se usa para analizar la carrera profesional de mujeres que se encuentran con un freno al intentar avanzar en sus carreras. 

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Aquello tiene que ver con características basadas en estereotipos de género, sobre ciertas “cualidades” que se piensa, son indispensables para la una dirección exitosa, asociadas a actitudes “predominantemente masculinas” (agresividad, competitividad, determinación, vigor) y por otro lado “suponer” que las mujeres tienen a ser más pasivas y tímidas, y asociarlas con otro tipo de actitudes como integridad, diligencia, sentido de la cooperación o sinceridad.

Pero no sólo debemos enfrentar el “techo de cristal”, también existe un “suelo pegajoso” que implica que las mujeres tienden a ser adheridas a puestos inferiores, de baja responsabilidad y, por lo tanto, un menor salario. Ese “suelo pegajoso” puede relacionarse con factores internos y externos: 

  • Barreras internas que se asocian con la identidad de género femenino. Es decir, cuando las mujeres socializan, hay ciertas características y actitudes que se esperan de ellas. 

  • Barreras que se relacionan con la cultura organizacional de las empresas y los estereotipos de género. Es común que algunas organizaciones bloqueen la promoción laboral de las mujeres influidos por estereotipos y roles en reglas informales, la política relativa a la selección del personal, la falta de capacitación hacia el sector femenino y la ausencia de políticas que fomenten respeto a la vida privada y a la conciliación entre trabajo y familia. 

  • Finalmente, las barreras que son generadas por el rol reproductivo, responsabilidades familiares o de pareja. El papel de las mujeres suele ser tiple: madre, esposa, directiva. En ese sentido muchas veces las mujeres deben elegir entre su vida personal o su éxito profesional por las limitantes que la propia sociedad genera. 

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    Es importante apuntar que estos prejuicios sólo son cosa de hombres. De hecho, las mujeres también desarrollan ideas o pensamientos machistas que terminan limitando su propio progreso, por ejemplo, Raquel Lagunas, asesora para cuestiones de igualdad de género en el PNUD apunta que, “a partir de los 12 años, las niñas empiezan a levantar menos la mano en clase; con lo que se restan posibilidades de expresar sus ideas. Es tres veces más difícil para las mujeres llegar a ser políticas por barreras externas, pero también por sesgos propios"

    Se vuelve profundamente necesario analizar nuestro entorno y nuestras relaciones personales, para identificar cómo están funcionando. Plantearnos preguntas sobre nuestras metas y, además de continuar preparándonos, ese análisis introspectivo nos puede ayudar a conocernos mejor para lograr cumplir nuestros sueños, pero, sobre todo, entender que si poseemos alguna aspiración personal o profesional no debería estar sujeta a los roles de género o a lo que la sociedad piense qué es correcto para nosotras de acuerdo con sus propias ideas. 

    El “techo de cristal y la pandemia de la COVID-19

    Lamentablemente, debido a la pandemia, el “techo de cristal” de ha endurecido. Para abril de 2021, en 26 de los 225 equipos gubernamentales para tomar medidas frente a la pandemia no había mujer, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

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    En relación con estos datos, las mujeres representan el 24% del total de los miembros que componen los 225 equipos pertenecientes a 137 países y esto puede explicarse ya que en 26 de ellos todavía no hay representación femenina, pese a que las mujeres conforman el 70% del personal sanitario a nivel mundial, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y a pesar de que han estado en la primera línea de la respuesta a la COVID-19.

    Por otro lado, 32 países no han adoptado ninguna medida sensible a cuestiones de género en respuesta a la COVID-19, según la ONU, lo cual nos genera una importante reflexión sobre la visibilidad y la participación que tienen las mujeres respecto de una crisis en pleno siglo XXI.

    Conoce el Rastreador global de respuesta de género COVID-19

    Ante la necesidad de analizar los fenómenos sociales desde una perspectiva de género, la PNUD y ONU Mujeres desarrollaron el rastreador global de respuestas de género COVID-19, un instrumento que monitorea las respuestas tomadas por los gobiernos de todo el mundo para abordar la pandemia y destaca aquellas que han integrado una perspectiva de género.

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     El proyecto fue lanzado en septiembre de 2020, incluye medidas nacionales que abordan directamente la seguridad económica y social de las mujeres, incluido el trabajo de cuidados no remunerado, el mercado laboral y la violencia contra las mujeres. 

    Lo realiza capturando dos tipos de respuestas gubernamentales: la participación de las mujeres en los grupos de trabajo de COVID-19 y las medidas de política nacional adoptadas por los gobiernos. Analiza cuáles de las medidas de política abordan la seguridad económica y social de las mujeres, incluido el trabajo de cuidados no remunerado, el mercado laboral y la violencia contra la mujer. Este rastreador puede proporcionar orientación para los responsables de la formulación de políticas y pruebas para los defensores a fin de garantizar una respuesta política de COVID-19 con perspectiva de género. 

    Conócelo aquí: https://data.undp.org/gendertracker/

    *Dalia Morquecho Teniza es licenciada en Política y Gestión Social en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Estudiante de la licenciatura en derecho en la UNAM. Estudiante del Posgrado en Comunicación en la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México  

    Twitter: @DaliaMMT