Ana Saldaña, víctima de violencia de género, perdió la vista del ojo derecho y ha tenido más de 13 cirugías reconstructivas tras haber sido atacada con ácido. Le pareció insultante cuando este hecho fue catalogado como lesión menor cuando su agresión no fue el resultado de un hecho que sanaría en 60 días, relató en el conversatorio organizado por la Fundación Carmen Sánchez. 

La violencia en contra de la mujer se puede manifestar de diferentes formas, existen violencias que se han normalizado como el lenguaje sexista, los micromachismos o el chantaje emocional; pero existen otras, que son visibles y han terminado con cientos de vidas, sin embargo ninguna es mejor o peor que la otra. 

“La violencia ácida es una de las formas de violencia más brutales hacia las mujeres”, sostuvo la abogada y doctora en Derecho Citallic Vizcaya, en el conversatorio organizado por la Fundación Carmen Sánchez y colectivas feministas como Las Mujeres de la Sal, Brujas del Mar, Sorora, Siempre Unidas y Mujer Activa. 

Las consecuencias de los ataques con ácido son físicas y psicológicas, y esta clase de agresiones han escalado por un sistema que respalda la discriminación y desigualdad de género, explicó la abogada. 

Asimismo, resaltó que los ataques con ácido deben tipificarse como un delito autónomo y no como lesiones agravadas. Actualmente en México, sólo Baja California Sur y Oaxaca tipifican este tipo de agresión como delito autónomo; y Aguascalientes, Colima, Ciudad de México, Guerrero, el Estado de México como agravante del delito de lesiones. 

La experta señaló que las víctimas que sufren este tipo de ataque con ácido no sucede por una situación espontánea, sino es la consecuencia de una violencia de género reiterada y “la culminación de una violencia feminicida”, sostuvo Vizcaya.  

“Los ataques con violencia ácida tienen como finalidad la muerte, sea privar de la vida o matar en vida”, dijo la doctora en derecho.

Por otro lado, la deficiencia médica aún sigue muy presente, resaltó la cirujano de cabeza y cuello Elena Soto, “porque nadie prepara a los médicos para trabajar con estas terribles manifestaciones de violencia”.  La experta expresó que el miedo, la ansiedad, depresión, vergüenza y culpa son estragos de esta agresión que marca tanto a la familia como a la víctima de por vida. 

Tras un ataque de ácido las cirugías reconstructivas se consideran como cirugías estéticas, resaltando otra problemática de comprensión ante este tipo de violencia, ya que debería ser  considerada como parte de la reparación integral del daño para la víctima, “porque los agresores buscan desfigurar a sus víctimas”, afirmó la médico cirujano. 

Lo que más me frustró el día de mi ataque fue no poder correr cuando él me tiró el ácido”, contó Leslie Moreno, en la charla organizada por las colectivas feministas, víctima de un ataque de ácido y explicó que cuando una persona es atacada con este tipo de violencia no hay forma de defenderse. También sostuvo que la falta de tipificación del delito provoca que los agresores no sufren una sanción justa ante sus actos. 

Las víctimas que sufren un ataque de ácido deben ser atendidas en niveles de alta especialidad y/o en unidades de quemados, afirmó la médico Soto, sin embargo, no existen en todo el país estas unidades. “Para hacer una reconstrucción se necesitan muchos especialistas, y diferentes procesos de acompañamiento”, pero Soto explicó que no todo el personal médico está formado para este tipo de violencia porque no se conocía hasta hace unos años. 

Cada mujer que es atacada con ácido sufre y le afecta de forma diferente, concordaron las expertas, pero resaltaron que una de las mayores cicatrices son los estragos después de ser atacada, porque son de por vida. 

Por último, Gina Potes, víctima de un ataque de ácido en Colombia resaltó la importancia del lenguaje, porque este tipo de violencia se debe atender y erradicar, pero también poner sobre la mesa. Por esa razón, se debe tener mucho cuidado con la información que se comparte en los medios, para así, no dejar información en la cabeza de posibles agresores.