Hoy les contaré un poco sobre Dennis, un ingeniero en computación egresado de una universidad pública del país, a quien un día de junio, un compañero del aula le dijo: “El orgullo gay es una bobada, para orgullos, el universitario”.

Sin saberlo, colocó a Dennis en una encrucijada, ya que, poniéndolo en perspectiva, cuesta trabajo sentir orgullo por un espacio en el que desde el primer día fue molestado porque lo consideraron “rarito” y durante toda la carrera tuvo que escuchar que la ingeniería no era para “maricas”, -no solo por sus compañeros-, también lo hicieron docentes, que en repetidas ocasiones utilizaron su orientación sexual para decidir sus calificaciones. A pesar de la adversidad, se tituló por promedio, aunque, cabe mencionar que le pusieron trabas inimaginables para no otorgarle el reconocimiento que le correspondía y cansado de la situación rechazó el pase directo a posgrado para no seguir en esa institución y para no continuar en ese ambiente.

“¿Cómo enorgullecerse del lugar en el que tuvo fingir gusto por su mejor amiga Lili?”. Cuando se “confirmaron” sus preferencias sexuales, las chavas lo veían como competencia, o le cuestionaban si su mejor, Roque, “le daba pa’ sus tunas”, y a Roque le pedían que no lo llevaran a las fiestas, por “joto”. Además, en la casa de estudios, fue acosado durante meses por un excompañero por no querer tener una relación a escondidas.

Hubo quienes culparon a Dennis por estudiar en "una escuela de rancho" y no en una de como la UNAM o el IPN, siendo que en ellas también se dan incontables casos de homofobia y de machismo. Lo que se pretende al contar esta historia es resaltar que independientemente del personaje y la institución, se debe tomar conciencia de que es algo que puede y que está ocurriendo en cualquier espacio académico, “disfrazando discursos de odio como libertad de expresión o simple comedia”. Ya que como lo afirma Dennis: “los chistes de gays y decir puto, sí son homofobia”.

Y de propuestas ¿cómo andamos?

Tomando en cuenta que estamos con “la fiebre electoral” me pregunto: ¿Qué tienen quienes encabezan las candidaturas de los partidos para ofrecer a este grupo de la población? Se requieren leyes y organismos que verdaderamente protejan los derechos de estas personas.

No es un secreto que la identidad, así como la orientación sexual y de género generalmente son marginadas y reprimidas. Incluso, en términos jurídicos las leyes mexicanas suelen invisibilizarla. Para darnos una idea de la magnitud, en 20 de los 32 códigos penales locales, además del federal, ignoran el concepto de “identidad de género”.

Al respecto, Julia Suárez Cabrera, Directora de Análisis Legislativo y Asuntos Internacionales del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), ha señalado que es de suma importancia que el Estado Mexicano adopte medidas en el ámbito legislativo, para garantizar los derechos de las personas y que eviten la discriminación por motivos de identidad sexual.

Desde 2015, tanto la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), como la Comisión Interamericana de Derecho Humanos (CIDH), recomendaron al Estado Mexicano, conformar registros, indicadores, sistematización y análisis de información que permita visualizar el contexto de la violencia ejercida en contra de personas de la diversidad sexual, a la fecha, no se cuenta con una base de datos confiable.

Por su parte, Gloria Virginia Davenport, especialista en Derecho a la No Discriminación por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en repetidas ocasiones ha mencionado que el tipo de violencia que infligen a las víctimas está determinado por lo que éstas representan, es decir su condición LGBT+.

Así mismo, Lorena Villavicencio Ayala, integrante de la Comisión de Derechos Humanos de la LXIV de la Cámara de Diputados señaló que siete de cada 10 personas de esta comunidad son discriminadas; también, afirmó que el reconocimiento y la ampliación de derechos para la comunidad lésbico, gay, bisexual, transexual, transgénero, travesti e intersexual (LGBTTTI) es urgente para terminar con la segregación que padece este sector.

Educación por la diversidad

En caso de que las personas candidatas y las responsables de generar políticas públicas enfocadas a este grupo poblacional no supieran por donde comenzar, sugeriría que lo hicieran creando programas que permitan educar en términos de  diversidad, ya que como lo ha planteado Ricardo Hernández Forcada, promotor y defensor de Derechos Humanos y derechos LGBT+, existe una estrecha relación entre los países con mayor desarrollo humano, con la educación y la prevención de la discriminación.

*Adriana Diego Hernández es economista (UAM-X), Maestra en Gobierno y Asuntos Públicos (FLACSO) Subdirectora de Innovación y Mejora (IECM)