La crianza de las hijas e hijos siempre será un tema complejo para el cual no se cuenta con un manual. Esto lo hace más complejo ya que habrá que construirse, desde una perspectiva más equitativa, lo ideal sería que tanto el padre como la madre, o quienes se hacen cargo de estos roles puedan realizarlo, ya que tradicionalmente este proceso se dejaba en manos de las mujeres-madres. Si bien, no es una tarea fácil puede ser bastante creativa y emocionante si se tiene la consciencia y el deseo de vivir el reto, aun cuando no haya una pareja como tal. Claro, la principal decisión antes de pensar en la crianza es tener claridad en ejercer o no el maternaje o el paternaje, lo cual impregna de alguna manera en el ejercicio de dicho proceso, decidir desde el derecho y no desde el deber ser. No es lo mismo tomar una decisión desde el quiero ejercer mi paternaje o maternaje, al tengo que ser padre o madre, esto marcará una gran diferencia en el ejercicio de la crianza.  

Cuando existe una pareja como tal, la crianza regularmente se convierte en un espacio permanente de comunicación, construcción, confrontación, acuerdos y dudas permanentes a partir de sus propias historias; acompañadas de diversas emociones: miedos, frustraciones, gozos, satisfacción y alegría. Esta sin duda, será una carrera universitaria para la cual habrá que prepararse a nivel “pos doctoral o de especialización” en la cual no se obtendrá un título, pero si la satisfacción de mirar a un niño o niña seguros de sí, con amor propio, aceptando lo bueno y no tan bueno que tienen de sí, sin tantas carencias y estigmas, pudiendo lidiar con su emocionalidad la mayor de las veces, resolviendo situaciones cotidianas relacionadas con su edad, cuestionándose,  ejerciendo su autonomía en cada etapa que transita, con hambre de vivir, de conocer, de crear, compartir y de agradecer. 

CÓMO INTEGRAR A LOS HIJOS CON LA NUEVA PAREJA

Ahora bien, también sabemos que actualmente las parejas se pueden unir con personas que ya tienen hijos o hijas lo cual complejiza el tema de la crianza tanto para los que ya existen como para los que vienen en camino. En estos casos regularmente no se hace un proceso de integración y aceptación lo cual seguramente causará ciertas dificultades más adelante si no de hablan, se trabajan terapéuticamente y se acomodan.  Ya que en este tránsito las y los hijos existentes se viven con culpa, enojo, excluidos y con rivalidad hacia la nueva pareja y/o hacia la prole de la nueva pareja consciente o inconscientemente. 

EL DUELO DE LOS NIÑES EN EL DIVORICIO

Por otro lado, ¿qué pasa con la crianza de las hijas e hijos cuando la pareja decide separarse? de entrada tendrán que vivir su propio duelo como pareja y de manera personal, alternadamente ambos en el mejor de los casos acompañarán el duelo de sus hijas e hijos que también están “perdiendo al padre o la madre” simbólicamente hablando ya que no necesariamente tienen que ser así. Este duelo para todos será complicado debido a las diversas pérdidas que se tienen debido a un cambio de casa, de la dinámica familiar, el reajustar horarios, actividades y responsabilidades en la vida cotidiana, la economía, las relaciones familiares, así como con amigas y amigos, y el tránsito de los procesos jurídicos, entre otros.

Cuando la pareja no logra hacer un buen cierre, quedarán durante algún tiempo sentimientos de enojo, odio, hartazgo, frustración, competencia, rivalidad, decepción, lo cual, si no se tramita saludablemente esto interferirá en la relación y vínculo con los hijos e hijas.

Antes de la separación física será importante hablar con ellos y ellas para compartirles la decisión y darles la seguridad de que la pareja decidió separarse pero no así en el ejercicio de su paternaje o su maternaje, a fin de ayudarles a diferenciar que son dos relaciones diferentes. Es importante hacerles partícipes y darles un espacio para que puedan expresar su sentir, hablar sobre sus miedos y poderles arropar desde lo que vayan necesitando.  

Posterior a la separación será importante desde el interés superior de la niñez que el padre y la madre acuerden la manera en que seguirá la crianza de sus hijas e hijos, a fin de que se mantenga una estructura y no confundirlos. Es importante mantener la comunicación, el verles en tiempo y forma ayudará a sostener el vínculo y les va creando mayor seguridad y certeza de que ese padre o madre aun cuando no están todo el tiempo con ellos y ellas, están cercanos a través de una llamada, de un mensaje durante el día, de una video llamada, de los fines de semana, etc. Es decir, el vínculo no tendría que perderse aun cuando no se viva en el mismo espacio.

Es importante considerar que en las familias no se expresen mal del padre o la madre frente a los hijos e hijas ya que esto les confundirá y les crea culpa, ya que son sus figuras más importantes y a partir de las cuales se construyen. De igual manera el padre y la madre tendrán que tener cuidado con esto mismo, intentando mantener en lo posible una relación cordial. Es importante no utilizar a los hijos e hijas para saber de la vida privada de la ex pareja y/o tomarlos como mensajeros, ya que también les creará culpa.  Mantenerlos en la misma escuela y casa sería importante para disminuir el impacto o el sentimiento de exclusión, o bien, procurar que en ambas casas o departamentos tengan su propia habitación como parte de su privacidad, pero también como parte de su identidad, ya que si no se tiene un espacio la exclusión se hará más latente. Tener un espacio cuidado y adecuado les dará una mayor estabilidad. Y claro un acompañamiento con una-un especialista siempre será recomendable para el tránsito de estas etapas.

Norma G. Escamilla Barrientos es licenciada en pedagogía por la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM y tiene maestría en psicoterapia psicoanalítica por el Centro Eleia, A.C.

@EscamillaBarr