A las mujeres y a los hombres se nos trata diferente de acuerdo con el aparato reproductor con el que nacemos. Desde temprana edad se nos asignan roles y tareas dependiendo de si tenemos vagina o si tenemos pene. Incluso, antes de nacer se determinan, a partir de nuestro sexo, las cosas a las que debemos aspirar. 

Ejemplos sencillos, pero reveladores, son las creencias de que, si se trata de un varón, se dedicará a deportes como el fútbol, pero si se trata de una mujer, es mejor que se dedique a ser bailarina. También, se señalan características diferenciadas para hombres y mujeres desde temprana edad, por ejemplo, el decir que un niño debe ser fuerte, pero una niña solo debe ser bonita. 

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Los mandatos de género marcan nuestra vida desde el primer minuto, ya que vivimos en sociedades generizadas; es decir, la interacción social, la educación y la reproducción de las ideas giran en torno a una perspectiva binaria del género, que nos dice cómo debemos ser si somos mujeres y cómo debemos ser si somos hombres.

¿Qué es el género y los mandatos de género?

“No se nace mujer, se llega a serlo”, es la frase que Simone de Beauvoir utiliza en su libro El segundo sexo, para evidenciar la complejidad del género como una producción social impuesta a partir de la condición sexual de las mujeres. En otras palabras, Beauvoir trata de explicar que una mujer no es solo una mujer por haber nacido con vulva, vagina y útero, sino que a esos cuerpos sexuados se les imponen una serie de roles y estereotipos creados y perpetuados socialmente. 

La antropóloga mexicana Marcela Lagarde explica el género como “la categoría correspondiente al orden sociocultural configurado sobre la base de la sexualidad: la sexualidad a su vez definida y significada históricamente por el orden genérico”. Asimismo, Lagarde enfatiza que “el género está presente en el mundo, en las sociedades, en los sujetos sociales, en sus relaciones, en la política y en la cultura”, por lo que forma parte de cómo se nos enseña a ser y estar en el mundo a partir de nuestro sexo.

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Por otra parte, la antropóloga guatemalteca Yolanda Aguilar explica, en un video de la Escuela de Formación para la Democracia, que los mandatos son:

“Todas aquellas disposiciones, órdenes, preceptos, prescripciones o decisiones sobre nuestras vidas, que recibimos de las personas que se encargaron de nuestra crianza, y que nos indican cómo tenemos que sentir, pensar y actuar”.

De acuerdo con la académica, los mandatos son restrictivos porque prohíben las diferentes formas de ser y vivir los cuerpos, las voluntades y las vidas de las personas. Aceptamos y reproducimos estos mandatos para sentirnos aceptadas socialmente, aunque en ocasiones estos mandatos nos violentan. “Los aceptamos sin darnos cuenta que es posible vivir de otras maneras”, afirma la antropóloga. 

De esta forma, los mandatos de género son todos aquellos roles y estereotipos impuestos a hombres y mujeres a partir del sexo. Se asumen como mandatos de género femeninos cuestiones como la maternidad, la belleza estereotípica, la institución del matrimonio, las labores del hogar, el confinamiento al ámbito privado, entre muchas otras cosas. 

Cabe destacar que los mandatos de género no son “naturales”, sino que se trata de un conjunto de ideas socialmente construidas, y por ello, más que naturales, los mandatos de género son históricos, culturales y psicosociales. Además, los mandatos de género cambian de acuerdo al tiempo histórico y al contexto social.

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Algunas ideas asociadas a los mandatos de género femeninos son que “las mujeres deben casarse y ser madres”, “las mujeres son débiles, delicadas, pasivas y subordinadas”, “las mujeres por naturaleza tienen instintos de cuidado de los hijos”, “el lugar de las mujeres está en la casa”, “la mujer debe ser sexualmente pasiva”, “las mujeres no tienen impulsos sexuales”, “las mujeres deben asumir las tareas de limpieza del hogar”, “las mujeres deben ser calladas y bonitas”, “las mujeres no deben tener trabajos que impliquen esfuerzo físico”, etcétera. 

¿Cómo afectan los mandatos de género a las mujeres?

El desarrollo personal de las mujeres se ve afectado directamente por los mandatos de género con los que crecen. De acuerdo con el sitio Generando Igualdad, los mandatos de género dificultan la construcción de una verdadera autonomía personal, afectan negativamente el autoestima de las mujeres, fomentan la construcción de relaciones desiguales entre hombres y mujeres, generan la aspiración de emociones negativas que provocan malestares como miedo y culpa, afectan de forma negativa la vida sexual de las mujeres y afectan la salud integral de las mujeres. 

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En general, los mandatos de género propician las desigualdades entre hombre y mujeres, y por lo tanto, perpetúan las condiciones estructurales de la violencia contra las mujeres.