¿Qué sigue después del 8M y 9M?

La gran pregunta que surge después de las manifestaciones históricas de las mujeres del pasado 8 y 9 de marzo es ¿Qué sigue para este movimiento de visibilización de la terrible violencia hacia las mujeres en México?

La pregunta resulta relevante ya que este movimiento de visibilización de las diferentes formas de violencia a las que se enfrentan día con día las mujeres parece el día de hoy imparable.

Y una de las rutas importantes para que como sociedad emprendamos un cambio que pueda frenar estas situaciones de violencia es reflexionar desentrañar las raíces culturales de esta situación.

Sabemos que el derribar la violencia de género requiere una lucha por distintas vías, puesto que se entiende que las raíces culturales de este tipo de violencia se encuentran en aquello que denominamos patriarcado, que es aquel sistema social que prioriza aquello identificado como lo masculino, específicamente ubicados en roles y estereotipos que se le han asignado social y culturalmente a los varones. Este sistema coloca en diferentes desventajas a las mujeres, al grado más extremo de considerarlas como objeto, más que como sujetos de derechos. Derribar estas estructuras de pensamiento de la sociedad requiere una labor titánica, ya que involucra a muchas esferas de la vida social, instituciones, actores sociales, al Estado, gobiernos, entre otras, que es menester reflexionen el cómo se han conducido respecto a las diferencias de género. En este aspecto es primordial pensar en políticas públicas desde una perspectiva de género que abra la mirada al carácter relacional, es decir, no solo focalizadas al impacto hacia las mujeres, sino pensando también en los varones y cómo se verán también favorecidos en los esfuerzos del Estado por romper el patriarcado.

Por otro lado, instituciones como las escuelas, las iglesias y las familias, también se encuentran interpeladas por estas manifestaciones en contra de la violencia hacia las mujeres ¿Cuál ha sido su participación en la reproducción de los esquemas de desigualdad en las relaciones de género? 

Sin duda, mucho han tenido que ver pues la reproducción de los roles y estereotipos atribuidos al género, ocasionando los diferentes tipos de violencia que en su manera más agreste se manifiestan en los feminicidios. Familias, escuelas e iglesias desde la socialización temprana de niños y niñas reproducen esquemas de desigualdad; frases e ideas como: los niños no lloran, las niñas no dicen groserías, las niñas son cuidadosas y los varones bruscos, los niños juegan con carritos y las niñas con muñecas, las niñas son recatadas y los niños extrovertidos, entre muchas otras que abonan a la desigualdad e inequidad de género. 

Es importante reflexionar el papel de reproductoras de desigualdad que tienen distintas instituciones, aunque la salida más fácil al abordar estos temas es buscar “culpables”, en donde en particular en las familias se ubica a las madres de familia como las encargadas, por ejemplo, de criar machos. Y en las escuelas a las docentes, que en su mayoría siguen siendo maestras, por lo que nuevamente se culpabiliza a las mujeres. Resulta trascendental ubicar que las raíces de estas situaciones son más profundas, que este orden patriarcal transmite un ´deber ser´ a hombres y a mujeres, y que en conjunto como sociedad reproducimos con poca reflexión, en medios de comunicación, en la vida cotidiana, en las aulas, en los comedores de los hogares y en los espacios en donde se congregan las diferentes iglesias y grupos religiosos. 

Por lo que haciendo un esfuerzo por responder en algo a la pregunta de ¿qué sigue después del 8M y 9M? se propone seguir reflexionando el cómo se origina la violencia de género y cuál es la participación de cada una de las esferas de la sociedad para que culturalmente se sigan ejerciendo y reproduciendo las diferentes tipos de violencia. Identificando y nombrando estas acciones de desigualdad de género, podemos dar paso a frenar el grado de violencia al que lamentable hemos llegado como sociedad. ¡Sigamos en ello!