Este año 2020 que está por terminar nos ha puesto a la humanidad en distintos retos, crisis diferentes se han suscitado a partir de que aparece un virus que nos puso en jaque en aspectos de la vida la social, económica, política, personal y familiar en todo el mundo.

El espacio privado, los hogares de estratos socioeconómicos diversos han experimentado crisis, situaciones que nos han puesto a repensar desde las ciencias sociales qué sucede en la vida cotidiana, en las relaciones que se dan dentro de los hogares y las familias. Para esto, se retoman estudios ya atendidos desde los estudios feministas que han colocado la mirada hacia analizar el ámbito privado. La apuesta del feminismo e incluso una de las banderas de este movimiento social y político es identificar que: lo personal es político; por ende el ámbito público repercute en las situaciones que suceden en los hogares.

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Inequidad en las relaciones de género

Los aportes de estudios sociales con perspectiva de género nos ayudan a cuestionar qué sucede con la inequidad de las relaciones de género manifiesta al interior de los hogares. Un punto nodal de dicha situación son las labores que son necesarias hacer en la cotidianidad para la reproducción de la vida: la elaboración de  los alimentos, las actividades previas y posteriores como es la planeación, las compras de los productos, la limpieza de los enseres de cocina, entre otras actividades. De la misma manera son importantes las tareas de higiene de los espacios habitacionales, limpiar los pisos, lavar la ropa y actividades propias de cuidado de otras personas, en especial de aquellas que requieren una atención especial como son los y las menores de edad, personas adultas mayores y/o con alguna discapacidad.

Ante la pandemia de COVID 19, los estudios de género y feministas que ya venían trabajando el tema del trabajo de cuidado como una situación en donde las mujeres se encuentran en absoluta desigualdad debido a los roles y estereotipos de género, recobran importancia. A las mujeres se les asignó social y culturalmente el espacio privado como el lugar que les correspondía para ejercer las funciones reproductivas, debido principalmente a su papel como madres; por ende, se les asignó la labor de cuidado, crianza, de los y las menores de edad dentro del orden social y familiar. En tanto los varones son los encargados de llevar los bienes necesarios para el sustento de los hogares, por lo que el trabajo productivo y remunerando fuera de casa es el espacio propicio para cumplir esta función de proveeduría.

Esta estructura de relaciones corresponde a un orden social patriarcal que coloca a las mujeres en desventaja, pues se sabe que gran parte de las mujeres a causa de las dificultades económicas generales de precariedad, a la vez que realizan la mayor parte de las actividades de cuidado de personas y de los hogares, también realizan actividades remuneradas fuera del hogar. Esto ocasiona una condición concreta de desventajas a diferencia de los varones, a los cuales no se les exige socialmente a partir de los roles y estereotipos de género el cubrir estas dobles o triples jornadas de trabajo.

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Las creencias hegemónicas de la religión cristiana-católica

Las explicaciones a este sistema de género son diversas, no obstante, se resalta la influencia que tienen para la sociedad mexicana las creencias hegemónicas de la religión cristiana-católica. En este discurso se encuentra una idea en particular de cómo son o deben ser las mujeres y las varones; así como el tipo de relaciones que se debe de establecer entre estos géneros, y cómo es deseable se conduzcan al momento de compartir su sexualidad y sus vínculos. A las mujeres, debido a su condición biológica de poder gestar una vida humana en su vientre se les atribuye la capacidad de hacerse cargo de los cuidados y la crianza, casi exclusivamente. De manera que los varones al no ser quienes gestan tienen el aval para desligarse de las labores de crianza y de cuidados en general, no solo de los y las menores de edad.  

Se invita a reflexionar acerca de todos los esquemas de creencias, los espacios e instituciones que influyen en la reproducción de relaciones de desigualdad e inequidad de género, lo cual es urgente modificar en vías de la construcción de una sociedad con más equidad y menos violencia.

Tania Lizbeth Meléndez Elizalde es socióloga, Maestra y Candidata a Doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM. Docente en la carrera de Sociología en la FES Aragón UNAM. Líneas de investigación: Sociología de la Familia, Sociología de la Religión, Perspectiva de Género, Cambio social y cultura. 

Twitter: @MelendezTania20