Durante la contingencia por covid-19 en varios medios de comunicación, se ha mencionado que las separaciones de las parejas y/o de las familias se han incrementado, y probablemente usted conoce a alguien que se ha separado en estos meses de confinamiento. ¿A qué se podría deber esto?

Las personas hemos tenido que reconfigurar la forma de trabajo pagado y la del trabajo no pagado para poder hacer las actividades del ámbito laboral en el ámbito doméstico y de cuidado. Esto ha impactado de forma individual y colectiva, esto es, ha impactado a todas las personas, ya sea que estén en pareja o no, vivan con su familia o vivan solas.

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¿Qué está pasando con las parejas y/o familias que se están separando? La conceptualización que se tiene de pareja y de la constitución de una familia ha ido cambiando de acuerdo con la época. Cabe señalar que, en nuestra actualidad se habla de pareja porque puede ser una mujer o un hombre, hecho que era impensable, al menos de forma pública antes de los años setenta y a veces, depende de en qué lugar se esté viviendo no se puede aún hacer referencia a una pareja, sino que, se debe decir “mi novio, mi marido, mi novia o mi esposa”.

Reconfiguración en las parejas y las familias

Ahora bien, con esta pandemia, hay una reconfiguración en las parejas y en las familias, al tener que estar en confinamiento, hay mayor convivencia, ésta puede tener diversas consecuencias.

Hay parejas con hijas/os o sin ellas/os que por sus trabajos se veían en la mañana, en la noche y los fines de semanas, al verse en casa, decidieron separarse porque no eran compatibles o se dieron cuenta de que pasaban poco tiempo juntas/os y están aprovechando estar en casa; otras que tenían ayuda familiar para las labores domésticas o de cuidados, decidieron establecer acuerdos para distribuirse las tareas y seguir compartiendo la vida; otras en las que una de las personas perdió su empleo, consideraron reducir gastos para mantenerse juntas/os o no soportaron la crisis y decidieron separarse; otras que tuvieron que regresar a casa de sus padres, juntos o separados por la economía; otras que no vivían juntas, se separaron por las dificultades para verse o porque ya no eran compatibles sus intereses, porque al necesitar cuidados, una u otra persona, decidieron que era mejor la soltería, la distancia.

Así hay muchos ejemplos de separaciones, pero también de un esfuerzo por seguir compartiendo la vida en pareja, y/o en familia, ¿Será que tendremos que priorizar la empatía, los cuidados, los acuerdos, el afecto para mantenernos con la pareja, con la familia? ¿Será que preferimos estar solas o solos durante este confinamiento por temor a estar con las y los demás que queremos?

Estar en comunidad, en familia, en pareja o sola/o, puede ser una opción que se ha de valorar, pero ahora cuando estamos viviendo esta contingencia sanitaria, que no sabemos cuándo se termine, quizá sería mejor estar acompañadas/os que solas/os para compartir las necesidades, las preocupaciones, los gastos, los cuidados, la cotidianeidad, la vida.

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Twitter: @Luzapelusita

Actualmente docente de la UNAM. Realizó su estancia postdoctoral en el CEDUA-COLMEX. Sus líneas de investigación son la perspectiva de género, políticas públicas, usos del tiempo, corresponsabilidad social, vida cotidiana y trabajo de cuidados, diversidad familiar y diversidad sexual, nuevas experiencias de ser hombres (masculinidades).