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La ejecución del hombre que mató a sus hijas por venganza

John obligó a su esposa a escuchar como mataba a sus hijas, tras más de tres lustros, fue ejecutado, pero la inyección hizo efecto 20 minutos después

Escrito en MUNDO el

Pasaron 16 años para que John Battaglia cumpliera su condena final: la inyección letal. Tiempo en el que dijo no se sentía como si realmente hubiera cometido el delito.

Pero, ¿cuál fue el delito que llevó a John a la muerte y por el que, al parecer, nunca se arrepintió?

Asesinar a sus dos pequeñas hijas de seis y nueve años, y por si fuera poco, obligó  la madre de estas a escuchar la masacre.

Los hechos ocurrieron en 2001, el miércoles 2 de mayo, en Dallas, Texas, territorio estadunidense.

Barraglia citó a sus hijas Mary Faith y Liberty, de nueva y seis años respectivamente, en casa para cenar juntos.

El encuentro se dio en un contexto de una mala relación con su ex esposa, Mary Jean Pearle, quien denunció a John por amenazas.

Dicha acusación podría en juego la libertad condicional con la que contaba, llevándolo así de regreso a la cárcel.

Dos años antes, en 1999, fue condenado por agredir a Pearle en la Navidad, pero fue puesto en libertad condicional, situación que le negaba la oportunidad de tener algún contacto con la mujer, así como con sus hijas.

Sin embargo, violó el compromiso cuando llamó a Mary Jean unos días antes del asesinato de las niñas.

Ese 2 de mayo, ya con las niñas en su casa, desde donde marcó a su ex esposa. En la llamada Mary, la hija mayor de la pareja, le preguntó a la madre desde la bocina: "Mami, ¿por qué quieres que papi vaya a la cárcel?".

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Tras esas palabras, John colocó el altavoz al teléfono y Mary Jean Pearle sólo escuchó el suplicar de sus hijas: "No, papá, por favor no, no lo hagas".

Luego, disparos y gritos inundaron la llamada, posteriormente un silencio que fue interrumpido por la voz de John, sólo decía obscenidades.

Como si no le importara la masacre, Barraglia dejó su casa solo para reunirse con su novia en un bar.

En tanto, Mary Jean llamó al 911, los oficiales llegaron a la casa de John donde encontraron el sanguinario escenario.   

Así comenzó la búsqueda de Barraglia, la cual no duró mucho, pues fue encontrado en un salón de tatuajes después de que se grabara dos rosas en el brazo simbolizando a las niñas que acababa de asesinar.

Al año siguiente, en abril del 2002, un jurado tardó 20 minutos en determinar su sentencia de muerte.

Más de tres lustros después, a las 21:40 horas, Battaglia fue declarado muerto tras recibir la inyección letal en la cárcel de Huntsville, cercana a Houston, notificó el Departamento de Justicia Criminal de Texas.

Una ejecución que se retrasó, pues iba a recibir la inyección letal en 2016, pero la defensa logró retrasar dos años el destino final de John.

El argumento de los abogados era que Battaglia no era mentalmente apto para recibir una inyección letal, sin embargo, el jurado determinó John "fingía" o "exageraba" sus problemas mentales.

Antes de ser ejecutado, el director de la cárcel le otorgó sus últimas palabras, a lo que Battaglia sólo dijo: "Hola, Mary Jean. Te veré luego. Adiós", ya que su esposa estaba presente en la ejecución.

Posteriormente, agregó: "Procedan, por favor", dirigiéndose a quienes le “recetarían” la inyección letal.

Después se recostó, cerró los ojos, mientras le suministraban el pentobarbital.

Pero la inyección no hizo efecto de manera inmediata, ya que, tras unos minutos, John abrió nuevamente los ojos y preguntó: "¿Estoy todavía vivo?".

Pasaron 22 minutos hasta que la inyección hizo efecto, cuando sólo pudo decir: “Oh… puedo sentirlo”.

Así John Battaglia se convirtió en uno de los mil 468 ejecutados desde 1976 cuando el Tribunal Supremo reinstauró en Estados Unidos la pena de muerte. 

Con información de EFE

rgg