PACHUCA.- A cien años del incendio de la Mina El Bordo en Pachuca, que cobró la vida de 87 obreros, el gobierno de Hidalgo declaró Patrimonio Cultural Tangible de los hidalguenses los sitios asociados a la tragedia.
Se reconocen a los sitios asociados a la tragedia del 10 de marzo de 1920: los terrenos y restos de las minas El Bordo, La Luz y Sacramento, así como de la fosa común donde fueron sepultadas las víctimas y en general a todo sitio vinculado a los acontecimientos, de acuerdo con el decreto publicado este lunes en el Periódico Oficial estatal (POEH) y que entrará en vigor mañana.
También contemplan la creación de un Plan de Manejo del sitio, con el que implementarán las acciones para la preservación del patrimonio cultural tangible, así como al patrimonio cultural intangible de la comunidad y la memoria histórica. La instrumentación de este le corresponderá a la Secretaría de Cultura estatal, además de la divulgación de los valores históricos y culturales del sitio y coordinará con la comunidad de El Bordo, junto con dependencias federales y municipales, las acciones del plan.
Además, colocarán una placa conmemorativa del centenario del incendio en memoria de los mineros que murieron.
LA TRAGEDIA
A las 7:00 horas del 10 de marzo de 1920, José Luis Linares percibió un incendio al interior de uno de los socavones de la mina, lo cual ponía en riesgo la vida de un número indeterminado de trabajadores que se hallaban en su interior, tanto por el fuego como por el escape del humo que los intoxicaría.
(Rescatista, acompañado de administradores, autoridades locales, estatales y reporteros / Archivo de la Casa de la Cultura Jurídica)
Linares dio las señales de alarma e hizo lo posible por la evacuación de sus compañeros, algunos pudieron salir por medio del elevador (calesa) de la mina; sin embargo, al notar que ya no había comunicación ni respuesta con los diferentes niveles y con el retorno del elevador vacío, se afirmó por parte de los administradores norteamericanos de la mina que todos los trabajadores habían podido salir, así los responsables de la mina decidieron, sin estar seguros si estaban totalmente evacuadas los diez niveles, cerrar los tiros de El Bordo y La Luz para así sofocar totalmente el incendio, determinando que cuando no hubiera humo se entraría a rescatar a las posibles víctimas del incendio.
Después de dos días de iniciado el incendio, el día 12 de marzo, se abrió una de las bocas; en el intento de rescate se detectó que muchos cuerpos calcinados estaban en la boca de la mina, personas que aparentemente habían intentado huir y hallaron carradas las vías de escape, aun había humo tóxico y se reavivaba el fuego con el aire que entraba.
Cuando se pudo dar finalmente el rescate, el día 16 de marzo, fueron encontrados 87 personas fallecidas y siete sobrevivientes en uno de los niveles, personas que durante seis días soportaron escondidos del humo, bebiendo agua tóxica, sin comida y en la oscuridad total, de acuerdo con el libro El incendio de la mina el Bordo, del escritor Yuri Herrera, publicado en 2018.
Con base en las investigaciones del autor de la obra, las familias de los mineros que murieron, especialmente las esposas o madres de los trabajadores, también fueron víctimas por la incertidumbre, la falta de información, la insensibilidad, las dificultades para identificar los cuerpos para darles sepultura, además la desatención como deudos de los fallecidos. Algunas de ellas fueron sometidas a duros interrogatorios para acreditar el parentesco y así recibir una indemnización.
(Sobrevivientes del incendio / Archivo de la Casa de la Cultura Jurídica)
También señala en el libro que nunca se hizo un proceso adecuado para deslindar responsabilidades de la catástrofe que hiciera justicia para los fallecidos, limitando la investigación a la búsqueda de las causas del incendio, mismas que tampoco quedaron aclaradas.
En consecuencia, fallecieron los 87 obreros, y en una colina aledaña a la mina se construyó una fosa común, cercada por piedras de cantera, en donde fueron sepultados los cuerpos de los mineros fallecidos, mismos que quedaron en el anonimato y sin un monumento o placa que los conmemore.
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