SOBREVIVIENTES

"En la desgracia encontré una oportunidad": Lucio, sin tener brazos da masajes

Lucio promociona su negocio como "un masaje diferente", pero no porque lo haga una persona con una discapacidad, sino porque él ofrece un servicio sin prejuicios en un espacio que no tolera la discriminación y abraza la diversidad corporal

Escrito en GUANAJUATO el

León.- Una descarga eléctrica recorrió su cuerpo y lo lanzó desde una altura de siete metros. Lucio, entonces de 19 años, era albañil y para salvarle la vida le amputaron los brazos. Del accidente ya pasaron casi 30 años.

La discapacidad no detuvo a Lucio para aprender oficios y emplearse. Lo que para otros podrían ser obstáculos él los convirtió en una oportunidad. Durante la pandemia perdió su trabajo pero se inició como empresario; montó un local para dar masajes relajantes.

Volver a empezar tras recibir una descarga de 13 mil 200 watss

Cuando Lucio abrió los ojos habían pasado ya varios días. Recostado en una cama desconocida y con enfermeras a su alrededor estaba él confundido. No se acordaba de nada, los doctores le dijeron que había recibido una descarga de 13 mil 200 watts. Su memoria la perdió, con el paso del tiempo fue recogiendo pedazos de ella. Era el años 1994 y fue 3 años después cuando logró recuperarla parcialmente. Hoy todavía hay momentos que no han regresado a él.

La buena noticia fue que sobrevivió a una descarga mortal, aunque recibió otra, que cambiaría su vida para siempre: si quería vivir debería hacerlo sin sus brazos. En total le hicieron 19 cirugías en la cabeza, pero una de ellas le costó los brazos.

Al mismo tiempo que digería la noticia aún trataba de entender qué había ocurrido. ¿Cómo de estar trabajando terminó en la cama de un hospital?. Nadie sabe a ciencia cierta, platica Lucio. Le contaron varias versiones de lo ocurrido, algunos dijeron que antes de recibir el shock, que le produjo una caída de 6  metros de altura, tocó unos cables con una varilla de metal. Pero hoy los detalles ya no le importan a Lucio, lo único que sabe es que su futuro cambió y que al perder sus brazos ganó la vida

Abrió sus puertas en la adversidad

Cuando supo que tendría que afrontar el mundo con una discapacidad, de algo estaba seguro: que, como antes del accidente, él quería seguir siendo una persona autónoma e independiente y cosechar logros con sus propias herramientas. 

Encontró trabajo en una empresa de riegos, donde comenzó siendo portero en un edificio. Tal como lo hizo con sus sueños, ahí se dedicó a abrir puertas como pudo. Al ver su capacidad de resiliencia y superación, lo promovieron y se volvió administrador. 

“Fue lo que en su momento me ayudó a salir adelante. No tuve tiempo para estarme quejando”, platica. 

El panorama laboral para las personas con discapacidad en Guanajuato

Como Lucio, una persona con discapacidad que busca una oportunidad laboral, hay 248 mil personas en León. De los más de 1 millón y medio de leoneses, el 4.6 tiene alguna discapacidad, indica el INEGI en su reporte de 2020.

José Grimaldo Colmenero titular del Ingudis (Instituto Guanajuatense para las Personas con Discapacidad) explica en entrevista con La Silla Rota cuál es el motivo por el que no vemos a tantas personas con discapacidad ocupando espacios laborales.

“Todavía hay tabú en el tema de contratación de personas con discapacidad. Los empleadores desconocen las bondades de lo que tiene que ver con inclusión laboral”, comenta. 

Y para evitar la discriminación y promover la inclusión laboral, interviene el Ingudis con la Coordinación de Inclusión Laboral. Esta coordinación que tiene un enlace con los 46 municipios de Guanajuato, ayuda a colocar a las personas con alguna discapacidad en un trabajo.

El sistema de colocación se hace a través de la prueba Valpar en la que, mediante distintas actividades psicológicas y motrices, se busca destacar las habilidades de una persona y así presentarlas como fortalezas en una entrevista de trabajo.

“Las empresas deben contratar a las personas por sus capacidades, no por su discapacidad”, señala el titular del Ingudis.

En lo que va del año ya tienen colocadas a 31 personas en empleos formales. Otros se autoemplearon, como Lucio.

“Yo vengo con la pandemia

Han pasado 28 años desde su accidente. Lucio ya no es el muchacho de 19 años que sufrió una caída que casi le cuesta la vida. Es un hombre que tiene una familia y que, con la pandemia, encontró una vocación que él considera “diferente”.  

Lucio, de 47 años, dice que viene con la pandemia. Mientras muchos pensaron que las puertas se habían cerrado por la contingencia, él, una vez más, abrió la suya propia y construyó un camino en una etapa que para algunos era adversa. Puso un negocio de masajes.

“Lo que para algunos fue una desgracia para mi fue una oportunidad”, comenta. 

Antes de emprender se preparó tomando cursos por varias semanas. Vivió el rechazo de sus compañeros y la aceptación de algunos otros, pero no le tomó importancia, comenta. Nada de eso lo distrajo, él tenía su mirada fijada en un objetivo: poner un negocio de masajes

“Crisis económica” se leía en los periódicos; “crisis sanitaria”, se veía en la televisión. Ni eso, ni la ausencia de ánimos de parte algunas personas lo desmotivaron, porque mientras ello ocurría, Lucio construía su futuro. 

“Quería sentirme más productivo y salir adelante yo mismo, porque, quiera que no, una discapacidad es muy cruel porque hay veces que uno tiene que pedir favores a las demás personas y no están dispuestas, no tienen tiempo y pues hay veces que uno tiene que sobresalir, más que nada por necesidad”, menciona. 

Sus clientes llegan estresados, él les ayuda a que se relajen. Con el final de sus extremidades recorre los cuerpos y se concentra, tiene que hacer bien su trabajo. Es un masaje de cuerpo completo, solo cobra $250 pesos y a partir de ahí saca el sustento para alimentar a su familia. 

Lucio promociona su emprendimiento con la frase “un masaje diferente”, pero no solo se refiere a su discapacidad, sino a los prejuicios. Él sabe lo que es ser víctima de ellos y quiere que en aquella sala aromatizada donde cuelga sus reconocimientos como masajista, no existan. 

Su lugar de trabajo es un espacio amigable con la diversidad corporal y enemigo de los prejuicios. Quiere que todos se sientan cómodos en su propia piel y que cualquiera vea más allá de una discapacidad o de una inseguridad propia. 

“No digas que no puedes, la discapacidad solo existe en la mente”, opina Lucio.

PR