Tus hábitos diarios, tus pensamientos sobre el dinero y las personas con las que te rodeas pueden marcar la diferencia en tus resultados. En este artículo te comparto ideas claras y prácticas para tomar decisiones con más confianza, hablar con más seguridad sobre lo que haces y adaptarte mejor cuando las cosas cambian.
1. Rodéate de personas que te impulsen
Conéctate con quienes te inspiran, con quienes ya lograron eso que tú también deseas o con quienes te empujen a crecer. A veces no necesitas buscar tan lejos. Tal vez tienes un familiar que ya puso un negocio, una tienda, algo bien armado… y lo tienes ahí cerquita.
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Inspírate en su historia. Acércate, platica con ese tío, esa tía, y pregúntales: ¿cómo lo lograron?, ¿qué hicieron para que su negocio creciera?
Tu entorno influye más de lo que imaginas. Si te rodeas de gente que se queja todo el tiempo, es fácil que termines igual. Pero si te juntas con personas que hacen ejercicio, es probable que tú también termines entrenando.
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¿Y si empiezas a rodearte de personas que están haciendo bien las cosas con su dinero, con sus ideas, con sus negocios?
Que te inspiren. Que te animen. Que te cuenten cómo lo hicieron. Y sobre todo, que te recuerden que tú también puedes lograrlo.
2. Haz lo difícil primero
Aquí te va un consejo que puede cambiar por completo tu productividad: haz lo más difícil primero. Cada mañana, antes de cualquier otra cosa, enfrenta esa tarea que más te incomoda. Por ejemplo: revisar tus finanzas.
Hacer lo difícil primero es justo eso: empezar el día enfrentando lo que más te incomoda. Aunque no tengas ganas. Aunque sea pesado. Eso que estás postergando… hazlo ya.
Puede ser revisar tus finanzas: ¿cuánto gastaste ayer?, ¿cómo pinta la próxima semana con tus gastos? O tal vez, llamar a ese cliente complicado para hacer una cobranza pendiente. O presentar una propuesta nueva en el trabajo, aunque te ponga nervioso.
Hacer eso incómodo, eso que te pesa, te va a dar impulso. Te vas a quitar de encima una piedra enorme que, si no resuelves temprano, va a estar dándote vueltas en la cabeza todo el día. Y eso no te dejará avanzar.
¡Pruébalo y siente cómo tu día se vuelve más ligero y productivo!
3. Habla bien del dinero
Esto no es magia ni algo fuera de lo común. Es simplemente cambiar la forma en la que hablas. Porque sí, lo que dices, te programa.
Ya no repitas frases como: "No hay dinero", "Está difícil", "No me alcanza", "El negocio no camina". Ese tipo de mensajes se te quedan en la cabeza… y también en tu ánimo. Mejor cambia el diálogo interno: "Hoy el dinero me va a encontrar trabajando", "Las oportunidades están ahí y hoy voy a encontrar alguna."
Hablar así te pone en modo activo, con buena actitud. Y eso se nota.
Piensa en esto: si un cliente llega a tu negocio y te encuentra pesimista, lo vas a alejar. Pero si te ve con buena energía, con ganas, con entusiasmo… es más probable que te compre una vez, dos veces o más.
Habla bien del dinero. Habla bien de tu trabajo. Y verás cómo todo se mueve distinto.
4. Cobra con claridad y sin culpa
Cobrar no debería ponerte de malas. Al contrario, es parte del trabajo. Por eso, sé transparente con tus precios, dales un valor real y no te disculpes por cobrar. El dinero fluye hacia donde hay claridad y seguridad.
Si ofreciste un buen servicio, si diste un producto de calidad, con honestidad, es justo que te paguen. Y también es tu responsabilidad asegurarte de cobrar.
Hazlo con claridad. Hazlo sin culpa. Porque lo que haces vale. Y cobrar lo que vale, también es parte de hacerlo bien.
5. Agradece lo que tienes
La gratitud abre puertas. Si agradeces cada cliente, cada venta, cada peso o dólar que te llega, te conectas contigo. Y cuando te conectas contigo, lo que haces empieza a crecer.
Claro, no basta con agradecer. También hay que levantarse temprano, salir a vender, dar lo mejor. Si vendes tacos, ofrece la mejor carne. Si das un servicio, prepárate con tiempo, hazlo bien. Agradece lo que tienes y sigue adelante.
Te invito a escribir 3 cosas que agradeces y compartirlas en los comentarios.
6. Invierte en tu crecimiento
Primero ahorra. Después, invierte. Pero hazlo siempre en instituciones financieras reguladas. Y más allá del dinero, invierte en ti. En aprender algo nuevo cada mes. Cada semana, si puedes.
¿Qué aprendiste esta semana sobre ventas, marketing, finanzas, liderazgo?
Si hay cosas que no entiendes, siéntate con tu contador. Que te explique cómo facturar, cómo hacer tus declaraciones mensuales o anuales. No te quedes con dudas: el dinero es importante y entenderlo también es invertir en ti.
¿Hace cuánto que no tomas un buen curso de ventas? ¿Y cuántas horas pasas viendo chismes en YouTube en lugar de ver un video que te enseñe a vender mejor?
Tú eliges en qué inviertes tus recursos.
7. Ten una visión clara, pero flexible
Tienes claro un propósito financiero. Tienes definido un gran sueño. Sabes lo que quieres hacer con tu negocio, con esa pasión que te levanta todos los días. Pero a veces, las cosas cambian.
Tal vez lo que pensabas vender en temporada de calor ya no funciona porque llegaron las lluvias. Así que, tienes que adaptarte.
Estos días, por ejemplo, he visto jóvenes y señoras en los cruceros que, en lugar de pedir dinero, venden botellitas de agua. Quizá van a una tienda mayorista, las compran a 3 o 4 pesos y las ofrecen bien frías a 10. Eso es adaptarse, tener visión y aprovechar las oportunidades.
No te frustres si las cosas no salen como esperabas. Enfócate en el resultado, no en el método. La meta sigue siendo la misma. Lo que puede cambiar… es el camino.
Cuéntame en los comentarios ¿qué has aprendido en los últimos meses?, ¿cuál ha sido el mayor cambio que has hecho en tu negocio este año? Y recuerda seguirme en Facebook, Linkedin y X como Juan Pablo de León Murillo, Educador Financiero.
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CM