OPINIÓN

Juntos, pero no revueltos

Al término de los tres años, ya era repudiado por la sociedad, y se generó una retórica negativa, al paso de los años, quiere seguir en el primer plano, y un partido de oposición le abre las puertas, ¿llegaría a sumar o con el “capital político” que tiene llegaría a imponer?

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Escrito en GUANAJUATO el

En política siempre se ha hablado de grupos internos; de los que tienen el poder, de los que lo acaban de perder, los que lo quieren ahora obtener y a los que les da lo mismo tenerlo o no. Se habla de aquellos que hicieron y dejaron de hacer, de los que se beneficiaron y los que llegaron por oportunismo y amistad, se habla de los que trabajaron y no llegaron, en fin, se habla de todas las formas posibles de ser y obtener, dirían algunos.

A poco más de un año de las elecciones, se empiezan a dar las luchas internas encarnizadas, con integrantes que quieren ser candidatos, ya sea a gobernador, alcalde, regidor o hasta de secretario de primer nivel; si bien no tiene nada de malo esa aspiración, dejan mucho que desear las formas y, sobre todo, los momentos o tiempos políticos.

En ese sentido, todos los que han ostentado algún cargo público de elección popular tienen un currículo para presumir, y con el cual exigen al interior de su partido, también les sirve para ofrecerse al partido que piensan tendrá el poder o lo mantendrá. Lo que vulgarmente se conoce como chapulines interpartidistas.
Son fáciles de reconocer, querido lector, son aquellos que se quejaban del opositor con poder, y ahora son los que los defienden, aunque no tengan argumentos sólidos; una discusión, pelea o defensa les sirve para demostrar que tienen la playera bien puesta y al cuestionarlos siempre dirán que han trabajado y fueron representantes en beneficio de la población, de la gente, del votante, y que su identidad partidista era el respaldo de su abnegación popular, luchadores sociales con corazón hidalgo.

Por eso en las últimas semanas y en todos los niveles hemos visto nuevos adheridos en los diferentes partidos; simpatizantes y militantes por montones salen a darles la bienvenida, porque se conocían desde antes y saben de la integridad social. Sin embargo, también salen los nuevos líderes al interior del partido de diferentes grupos a echar el grito en el cielo, porque les abren las puertas a lo que despectivamente señalan como seres indeseables, líderes de opinión que, cuando estuvieron en un cargo público, solamente se favorecieron y dejaron una imagen negativa de su persona en la sociedad civil.

Aquí es cuando uno debe analizar a quien creerle, si a los que los saludan como nuevos aliados o los que los ven como un peligro.

Desde el primer punto, es entendible la invitación que se les realizó, porque ya estuvieron en un grupo de poder y cuentan con información, mecanismos, capital, líderes para anexar y cada voto cuenta, algunos de gran capacidad intelectual y de un verdadero trabajo social, que llegan a sumar y a demostrar que eran adversarios que ya no querían enfrentar, o fueron adversarios que por sus condiciones partidistas dieron resultados más allá de lo esperado, y que con su buena imagen y reputación son necesarios para la estrategia 2024.

Ahora veamos el punto segundo, líderes de opinión que se adhieren pero que realmente son más un lastre que una oportunidad, aquí se debe analizar la razón por la cual dejan a su partido; una mala elección anterior, un veto interno, la perdida del registro partidario, el enojo con la presidencia de su partido, etcétera, etcétera; razones para irse de un partido muchas, pero en este punto, todas tienen un punto de partida en común, tuvieron un cargo público, adeptos, líderes de colonia y poco a poco los fueron perdiendo, algunos por vetos, otros por olvido y muchos más por tratarlos como achichincles (una situación muy común, de ahí la frase, se marea en un ladrillo).

Pongamos un ejemplo, una persona de nombre Bartolo tenía una gran reputación en su partido, era la persona que tomaba las decisiones y un ejemplo a seguir por su lucha incansable, un día logró ser diputado local, como diputado local, su discurso poco a poco fue cambiando a lo social, buscó dar a la sociedad y pues también ganar un poco, la percepción social fue pasando de positivo a negativo, y al término de los tres años, ya era repudiado por la sociedad, y se generó una retórica negativa (sin deberla ni temerla), al paso de los años, quiere seguir en el primer plano, y un partido de oposición le abre las puertas, ¿llegaría a sumar o con el “capital político” que tiene llegaría a imponer?

Ahí es cuando desde el mismo partido se ve beneficiado o afectado, en muchos casos se les da la bienvenida de dientes para afuera, porque si bien, el dirigente le dio la bienvenida, eso no significa que el grupo político al que pertenece le abra las puertas en las mismas condiciones, no generan la confianza al interior, porque son de otra extracción, y si bien, podrán tener la opción de ser candidatos o candidatas se les evaluará rigurosamente, porque de esa manera se tendrá un paso efímero en el partido, y podrán saltar a intentar revolverse a otro partido, al cabo, la experiencia ya se tiene.

Y si llegase a regresar a su partido de origen, llegan siendo más peligrosos que ni cuando se fueron, porque ya conocen el agandalle y no les interesa a qué militante, simpatizante, pollo, bronceado, botarga o host se llevan de por medio, en el entendido que en su mente, los demás deben estar agradecidos de que volvieron a levantar lo que algunas vez tumbaron.

Entonces podrán ir juntos a la elección, marchar y pedir el voto hombro a hombro, pero al final, están esperando que quede claro su fracaso y regrese al partido al que pertenece, o se vaya a uno nuevo a seguir siendo un luchador incansable, un hidalgo, en pocas palabras a seguir haciendo historia.

*Secretario de Organización del CDM del PRI León.

 

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