León.- La noche de 8 de septiembre, Carlos Cuéllar estaba con un amigo a unos metros de distancia de su casa. A los lejos observaba el carro donde estaba su hermana con otro amigo y la cuidaba con la mirada. Ninguno de ellos se imaginó que podría aparecer el motivo que preocupaba a Carlitos, pero así fue. Un ladrón armado la intentó robar y él, sin dudarlo, se abalanzó sobre asaltante. Así fueron los últimos momentos de vida de Carlitos.
Su cuerpo quedó tendido en el suelo. Sus amigos salieron corriendo al sonido de disparos. Uno de ellos había sido alcanzado por una bala, pero estaba a salvo. Regresaron de inmediato y llamaron a la Policía. Carlitos estaba inmóvil.
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Gritos y llantos encendieron la noche que transcurría tranquila hasta hace unos momentos. Las sirenas de las patrullas y ambulancia que llegaron se unieron a la sinfonía trágica. De las unidades descendieron policías y paramédicos. Confirmaron la muerte de Carlos.
La noticia de un joven que había sido asesinado comenzó a circular en los medios. Se hablaba de un muchacho de 23 años que se había resistido a un asalto, pero el día de su velorio, al domingo siguiente, la verdad salió a la luz. Carlos estaba defendiendo a su hermana.
Ese día, el de la primera despedida, el cuerpo del joven regresó a casa en la colonia San José del Consuelo, al hogar que lo vio crecer y donde su hermana lo vio morir. Una mancha de sangre en el pavimento evocaba su muerte, pero, conforme sus seres queridos fueron llegando, los recuerdos alegres eclipsaron los tristes.
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Recordaron su carácter perseverante, empático, noble y, sobretodo, desinteresado. Todas fueron características que resaltaron el día que lo asesinaron. El día que dio la vida por su hermana.
Así fueron los últimos momentos de la vida de Carlitos
Su hermana y amigos que estaban con él la noche de su muerte describieron cómo ocurrió todo y desmintieron la versión de que se había resistido a un asalto.
“Él estaba con un amigo. Estaban afuera de su casa arriba de la camioneta vagoneta del trabajo y su hermana estaba enfrente en un carro con un amigo de ella cuando pasó un tipo de gorra por la calle. Se acercó al coche para asaltar a su hermana y su amigo. A lo que la reacción de Carlos fue bajar de inmediato a defenderla. Carlos lo aventó al piso y el ladrón, desde el piso, saco el arma y le comenzó a disparar. En ese momento sus otros amigos (dos) salieron corriendo. Se asustaron. El tipo todavía le disparo al amigo de su hermana”, describió una persona cercana a la familia a La Silla Rota.
Esos fueron los últimos momentos de su vida.
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“Nadie lo podía creer”
El día del velorio y de su funeral, el cariño que la gente le tenía a Carlitos se manifestó con la llegada de grupos de personas.
Él era fisicoculturista, a su velorio y funeral llegaron deportistas, entrenadores y socios del gym en el que se ejercitaba; él era estudiante de comunicación en la UCEM, también llegaron maestros, alumnos y el coordinador del plantel; y era empleado de una marca de bebidas energéticas, se despidieron de él también compañeros de trabajo.
“Nadie la podía creer”, describe Fidel Muñiz, amigo suyo y entrenador. Acababa de partir un joven amable, respetuoso y carismático.
Fidel lo vio crecer y convertirse en un hombre. Siendo un adolescente de 14 años, Carlos llegó al gimnasio de donde eran socios Fidel y su hermano y les pidió trabajo. Al pasó de tiempo comenzó a ejercitarse con ellos y terminó convirtiéndose en entrenador.
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Fidel lo entrenó y lo ayudó a cumplir su sueño de ser fisicoculturista. Lo entrenó en sus primeras competencias y lo vio ganar sus primeros lugares. Su mayor logro más reciente fue convertirse en segundo lugar en el selectivo Mister Guanajuato, Juvenil y Veteranos. 2022, en el clásico culturismo con apoyo de Randú, el hermano de Fidel.
Ayer fue su último adiós, lo despidieron con música, flores y el recuerdo de su acto fraternal más grande: salvarle la vida a su hermana.
PR