VIOLENCIA FEMINICIDA

El cementerio de las Poquianchis es hoy un sembradío de agave

Las hermanas Delfina, María de Jesús y Carmen González Valenzuela, conocidas como Las Poquianchis, enganchaban a mujeres de entre 12 y 15 años, para prostituirlas. Mataron a unas 90 y las sepultaron clandestinamente, fueron descubiertas por una que logró escapar y las denunció

Escrito en GUANAJUATO el

San Francisco del Rincón.- Esta historia quedó al descubierto hace casi seis décadas, pero la tengo muy presente, eran tres hermanas con el alma envenenada vivían en ese terreno donde actualmente crecen magueyes, platica don José, quien tiene 97 años de edad, al hablar de Las Poquianchis.

Con la mirada puesta en el campo, el anciano revive la tragedia que las tres hermanas González Valenzuela generaron en muchas familias. Delfina, María de Jesús y Carmen se vincularon con secuestradores de todo el país para conseguir a las mujeres que iban a prostituir. La edad de las víctimas oscilaba entre los 12 y 15 años, quienes eran atraídas bajo la promesa de empleos bien pagados.

Algunas de las víctimas no volvieron a ver a sus familias pues fueron asesinadas y sepultadas en fosas clandestinas por estas mujeres, consideradas como las más despiadadas del Siglo XX.

EL ARRESTO

El 18 de enero de 1964 las hermanas González Valenzuela fueron sorprendidas por policías en su casa situada en el rancho de La Loma, San Ángel, entre San Francisco del Rincón y Jalpa de Cánovas.

El grupo criminal formado por Delfina, María de Jesús y Carmen, conocido como Las Poquianchis, y sus cómplices, no tuvo tiempo de escapar, cuando su casa, fue tomada por la Policía.

El periódico El Sol de León, fue de los medios que documentaron los hechos en aquel entonces, sobre la casa conocida como “la casa de la muerte”.

Días antes, una de las víctimas logró escapar del lugar y buscó ayuda de la Policía, lo cual detonó en la detención.

No queda nada de esa escena, más que un terreno en que el actualmente se siembra agave por campesinos de la zona. Pero el recuerdo sigue estando presente en las más antiguas generaciones de la comunidad.

En esa casa había jóvenes a las cuales tenían esclavizadas, y eran utilizadas para la prostitución. Algunas morían y eran enterradas en la misma propiedad.

Ese día, los criminales y las jóvenes que alcanzaron a ser rescatadas fueron trasladadas a León. A las víctimas se les atención médicamente, pues algunas de ellas presentaban trastornos mentales.

Después, las mujeres, junto con autoridades de San Francisco del Rincón se dirigieron al rancho, donde mostraron a los policías los lugares donde estaban enterradas quienes eran sus compañeras.

Se sabes que ellas mismas eran forzadas por las Poquianchis a presenciar los enterramientos de las víctimas.

EL INICIO

Pero la historia comienza en el Salto, Jalisco, de donde provenían las hermanas. Pertenecían a una familia de escasos recursos. Sus padres murieron antes de que ellas se dedicaran a la prostitución.

Fue entonces que aprovecharon el dinero de su herencia, el cual utilizaron para financiar un burdel, que cerró después de una riña en la que falleció el hijo de Carmen.

En 1938 abrieron un negocio, el cual les fue clausurado en 1940, por lo que después se trasladaron a León, donde pusieron tres prostíbulos: uno de ellos era llamado “El Poquianchis”, de donde también salió el nombre de ellas. Asimismo, abrieron el “Guadalajara de Noche”.

Desde entonces, se dedicaron a secuestrar, utilizar a mujeres, dejarlas sin comer, y después asesinarlas, para que una vez muertas las enterraran.

En el año de 1954, abrieron otro de sus macabros establecimientos en Lagos de Moreno, lugar donde la prostitución estaba prohibida, pero su astucia pudo más que la ley, pues lograron nexos con las autoridades, que las protegían.

En ese lugar, las mujeres eran violadas y maltratadas física y psicológicamente. Para poder subsistir, las hermanas les imponían cuotas que al paso del tiempo se les hacían impagables.

Buscaban desechar a las mujeres a edades de alrededor de 25 años, cuando varias eran asesinadas. A las que mejor les iba, llegaban a ser cómplices de las hermanas y trabajaban para ellas.

“LA CASA DE LA MUERTE”

Actualmente solamente existe el recurso de los delitos cometidos por las hermanas González Valenzuela.

De hecho, entre las nuevas generaciones ya no se les identifica mucho. Si acaso quienes en los años sesentas eran muy jóvenes, o incluso niños.

De ellas solamente queda el recuerdo… pero también una historia que sigue impresionando a quienes fueron testigos de los actos de las Poquianchis.

Don José, comenta “Las Poquianchis están en la mera Loma, donde está el maguey. La casa ya no está desde casi sesenta años. Sufrieron mucho ahí las muchachas”, comenta.

“En ese entonces, si se paraba usted a la orilla de la carretera: ¿y tú, qué miras pa’ acá? Si se arrimaba uno allí no. No podía uno pararse ahí en la carretera a mirar para abajo”, dijo.

Aunque según archivos hemerográficos la “casa de la muerte” se encontraba en la calle Allende, número 15, la ubicación del terreno actual es sobre la calle Colonias.

Los ciudadanos señalan que se trata de una comunidad del municipio de Purísima del Rincón, aunque en ese entonces se decía que era San Francisco del Rincón.

Las calles pudieron haber cambiado de nombre. Pero lo que no cambia es esa imagen que aún muchos tienen sobre los hechos criminales cometidos por las Poquianchis.

“Yo tenía yo creo que 40 o 30 años, algo así. Ahorita tengo nomás 97. Yo estaba en ese entonces, pero ellas no se daban a ver. La casa ya tiene mucho que la tiraron y no sé ni quien será el dueño ahora”.

“A mí me tocó ver a toda la gente en la carretera. Andaban sacando a las muertitas que enterraron ahí. Se puso muy feo entonces ahí. Ahora solo está el maguey ese”, concluyó don José.

JJ