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Por golpes y amenazas de su expareja, Martha perdió todo

Al principio Julio era cariñoso y amable pero después de un tiempo comenzaron las amenazas e insultos que terminaban en golpes

Escrito en HIDALGO el

PACHUCA.- La fecha con precisión no la recuerda Martha, sólo ocurrió. Conoció a Julio, un ruletero de la región huasteca de Hidalgo que omitió contarle sus antecedentes penales y callar que en dos ocasiones estuvo en prisión.

“Así de simple, lo dejé entrar en mi vida conociendo la parte bonita”, contó Martha -nombre que se modificó a petición de la entrevistada-, quien abandonó la huasteca hidalguense desde hace seis años, modificó su lugar de origen y sacrificó dejar de ver a sus familiares para salvar su vida.

A los 22 años Martha conoció a Julio de 30, recuerda que al inicio su expareja mostró un rostro amable, una actitud educada y atenta, hasta que comenzaron las amenazas e insultos que terminaban en golpes.

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Primero, Martha abandonó su casa, no fue por voluntad sino para proteger a su tía y dos de sus primas adolescentes de 16 y 17 años con quien compartía su hogar.

Julio la presionó para dejar su propiedad a cambio de mantener a salvo a su familia y evitar que cada cierto tiempo su pareja se presentara de manera sorpresiva a romper los vidrios del inmueble que habitaba, como una forma de intimidación.

Fue aislada de su casa, y después, de sus aspiraciones profesionales para concluir su carrera en sistemas computacionales ya que durante el horario escolar Julio asediaba a Martha en todo momento, estacionaba el taxi afuera de su universidad solo para vigilar horas de entrada, salida y espacios libres entre clases.

Él quería que todo el tiempo estuviéramos los dos, ya ni siquiera podía estar yo en la escuela (…) sino me salía de la universidad se ponía agresivo, era autoritario, para él la escuela no era nada, me decía que para que estudiaba sino había trabajo, que sólo era una pérdida de tiempo y para él era una tontería”.

A pesar de los comentarios Martha continuó sus estudios, pero los insultos y agresiones físicas subían cada vez más de tono, hasta que por fin Julio logró que su expareja desertara de sus aspiraciones profesionales.

Fue sólo una ocasión en la que Martha convivió con los padres de su expareja, aunque durante su estancia con familiares Julio se comportaba como si fuera otra persona, tanto, que pareciera que jamás pisó la cárcel en dos ocasiones durante un lapso de tres años por dedicarse a robar, situación que ocultó a su pareja. 

Enfrente de sus papás no era el que te amenazaba, yo parecía un perro, si él me decía párate, me paraba, si él me decía que me sentara, me sentaba”.

Después de un año y medio los miedos y amenazas acrecentaron, fue en una madrugada tras salir de una reunión cuando Martha fue violentada una vez más por su expareja, estar ensangrentada en vía pública después de haber sido tundida a golpes la hizo tomar sus maletas, empacar algo de ropa, ir a la central de autobuses y abordar un camión con dirección a la capital del estado.

Ese día tomé la decisión para salir, dejé todo allá, fue difícil porque yo ya iba a la mitad de la carrera y la abandoné, ya no tenía una casa, mis amigos y familia estaban amenazados, ese día, después de que me pegó agarré mis cosas y ya no volví a regresar, perdí todo lo que tenía allá, la única solución era irme a donde él no me pudiera encontrar”.

En una investigación en cárceles de Hidalgo, la coordinadora del Área de Investigación de la Red Mexicana de Masculinidades A. C. (Remmac), Gloria Contreras Jiménez, encontró que de acuerdo con la recopilación de testimonios de los presos, estos asesinan a su parejas o exparejas por celos o porque tienen mejores oportunidades laborales.

Asimismo, asesinaron ante la exigencia del cuidado de los hijos, también por negarse ante la petición de su pareja para alejarse de amigos y familiares.



emh