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Por 20 años, gobernadores de Veracruz han ignorado al mejor zapatero de Naolinco

Esta es la historia de Ernesto Barradas, quien propone a AMLO que su pueblo surta calzado escolar en todo Veracruz

Escrito en ESTADOS el

Naolinco, Ver. –La primera vez que a Ernesto lo llamaron “loco” tenía 10 años de edad. Él creía que los artesanos de su pueblo además de botines podían fabricar zapatos choclos y mocasines como los que él veía en los muñecos de su hermana Lilia. El tiempo le dio la razón a “Don Neto” quien se consolidó como el zapatero más reconocido en Naolinco, Veracruz.

Hoy Ernesto Barradas Oliva tiene 74 años de edad y con ahínco sostiene que la gente de las 20 comunidades de su municipio podría encargarse -a través de un programa social- de producir calzado para todo el sector escolar de la entidad. Sin embargo, ese proyecto a lo largo de dos décadas ha sido desdeñado por la clase gobernante.

En Naolinco, policías hicieron de los secuestros ''''una ruleta rusa''''

“Yo les he gritado a los gobernadores para que se cumpla mi sueño. Todos me dicen que sí, pero ninguno apoya. Ya estoy hasta la madre de entregar papales, nomás se los doy y no sé dónde los botan”, comparte el hombre entrecano mientras coloca la suela a unos zapatos ortopédicos color café que le han encargado.

“Don Neto” -como lo llama la gente que lo visita en su taller llamado La Elegancia- se hizo popular en redes sociales el pasado 30 de julio cuando acudió a la casa de transición del presidente virtual Andrés Manuel López Obrador, en la Ciudad de México, para proponerle la construcción de una fábrica de calzado en Naolinco que de empleo a madres solteras y a jóvenes que se han involucrado -por necesidad- con grupos delincuenciales.

Ernesto cuenta detrás de una máquina de coser marca Singer, que la misma propuesta que hizo al próximo presidente de la República la dirigió a cuatro exmandatarios de Veracruz: Patricio Chirinos Calero (1992-1998); Miguel Alemán Velasco (1998-2004); Fidel Herrera Beltrán (2004-2010) y Javier Duarte de Ochoa (2010-2016). “Este proyecto le ha pasado en la cara de los gobernadores, pero no hacen caso”, se lamenta.

En la administración de Patricio Chirinos, Ernesto relata que, junto con su propuesta, envió al exmandatario unos zapatos hechos con piel de cabra a través de colaboradores estatales, quienes de bote pronto le contestaron que el gobernador no se metía en esas cosas. “Yo veía que Chirinos apoyaba a otros gremios, pero el de los zapateros no le interesó”, recrimina.

Sobre su intento con Javier Duarte, él cuenta: “era como el primer o segundo año de su gobierno cuando le regalé dos pares de botas para equitación, entonces no se sabía que andaba de rata.  Ahora con todo lo que sale en las noticias me dan ganas de írselas a quitar al bote (a la cárcel)”, expresa con un corte de manga incluido.

¿Entonces le regaló dos pares de botas a Javier Duarte?, se le cuestiona.

“Sí, ‘hijo de madre’. El entonces presidente de Naolinco Genaro (Pérez López) me dijo que si le podía entregar dos pares de botas para montar a caballo, que eran para el gobernador. Yo le dije que sí  -porque aquí hacemos hasta botas de luchador y boxeador- y se las di en 650 pesos cada par. Me trajeron las medidas; Duarte calzaba del 28 o del 29 (centímetros), pero el problema no era lo largo sino lo ancho, tenía las piernas anchas. Yo le dije al alcalde que también le llevara mi propuesta de la fabriquita, pero ya ve cómo salió de canijo”, dice el zapatero.

A pesar de la mala pasada con el exmandatario priista, hoy preso por lavado de dinero y delincuencia organizada, el entrevistado comparte, sin descuidar la suela del zapato que fabrica, que la peor experiencia la vivió en la administración de Fidel Herrera Beltrán, donde se extraviaron 1 millón 164 mil pesos que habían sido destinados a su proyecto.

“A Fidel también le regalé unos zapatos y él sí mandó dinero, hasta me dijo que era un crédito a fondo perdido. Pero pa pronto, ese dinero se perdió”, resume Ernesto  mientras saca de un cajón de madera la copia de un cheque endosado a su nombre, con fecha del 28 de agosto de 2007.

“El presidente municipal de entonces (Héctor García Barradas) me llamó y me dijo que ese dinero se iba a repartir con la gente y a mí me tocaron 58 mil pesos. Pero ese tipo de ayudas no sirven, la gente se lo gasta en chupe, en comida o en enfermedades. Ahí se acabó todo y seguimos de jodidos igual que siempre. Ya después se desapareció el dinero. Yo les pregunté al alcalde y a la gente de Fidel, pero nadie supo qué pasó”.

La Elegancia, refugio de zapateros asediados por la competencia “china”

El taller La Elegancia se ubica en la calle Gutiérrez Zamora, en un primer cuadro empedrado de la ciudad. Allí don Ernesto atiende a su clientela a partir de las siete de la mañana, pero también a zapateros que lo buscan para pedirle prestados moldes y materiales para completar sus pedidos.

Ernesto cuenta que desde los siete años se dedicó a la zapatería. “Empiezo ayudándole a mi mamá. Me fijo cómo hace las cosas y me gusta. Veo que en Naolinco hacían puros botines, y yo decía que había que hacer choclos, mocasines, y de todo, como los zapatos que tenían los muñecos que le regalaban a mi hermana Lilia. Empiezo a inventar moldes y con ayuda de otro amigo hago pares de zapatos que exhibí en la ventana de mi casa y que vendí rapidito”.

Don Neto se consolidó como el único modelista de la ciudad. En su negocio -instalado entre muros de tabique- él experimentó “ranchas buenas”, pero también atestiguó cómo su gremio fue embestido por inflaciones del peso, la competencia de países asiáticos y hasta secuestros recientemente azotaron a la región.

“Este local lo tenemos gracias a una racha de suerte que hubo -durante tres años- y que hicimos negocios con gente de Tlaxcala. Creímos que esa iba a ser la flecha de lanza, pero se vino la devaluación (1988-1990) y ahí ‘nos fue del cocol’. Antes había tenerías (curtidoras) que hacían el producto que necesitamos para hacer zapatos. Ahora tenemos que ir a Guanajuato, México o Puebla. Ya no hay materia prima por aquí”.

A ese problema, Ernesto agrega la incapacidad financiera de los pequeños comerciantes para mejorar los precios que fijan en el mercado empresas chinas, taiwanesas y brasileñas, “vienen a hacer zapatos de plástico, sintéticos o desechables, como les digo yo. Los empiezan a dar muy baratos y de plano encuentras un par en 120 o 130 pesos”.

Con una fábrica de zapatos se le puede pegar a la inseguridad y el desempleo

“Aquí se tiene que hacer una fabriquita, un negocio donde ganemos todos, el gobierno y la gente, porque vamos a pagar impuestos y seguro social. A las mujeres que las dejó el marido les diremos que se vengan a ganar su dinerito. A los jóvenes que no tienen papás, que se vengan a chingarle medio tiempo y de ahí a la escuela, pero ya con sus centavos. ¡Santo remedio!”, dice entusiasmado Ernesto.

“La idea es que nosotros calcemos al estado de Veracruz, los niños van a recibir el beneficio que da el cuero, porque no es lo mismo a andar con zapatos de hule y mucho menos descalzos. Los niños andarán bien uniformados, los padres de familia van a ahorrar y el gobierno, si se aplica, va a quedar como santo”, opina don Ernesto.

Aunque la idea de “hacer calzado escolar bueno, bonito y barato, no logró exponerla a Andrés Manuel López Obrador Barradas advierte que volverá a intentarlo, pero, además, que buscará al gobernador electo Cuitláhuac García Jiménez de quién espera, haga valer sus promesas de campañas y de oportunidades a “los más pobres”.

“Con Cuitláhuac, nadie lo sabe porque no hubo reporteros, pero me fui a comunidades de Chiconquiaco (municipio vecino a Naolinco), casa por casa yo lo iba presentando. Él y yo solitos anduvimos pidiendo el voto en 2016. Tengo la intención de pedirle que nos eche la mano”, comparte Ernesto mientras pone en un viejo estéreo su canción favorita.

“Ah, también soy medio músico”, acota y luego presume que, a sus 30 años de edad, durante una temporada de trabajo en el estado de Sonora, él compuso el Canto a Naolinco, melodía que a la fecha sigue vigente en la plataforma de YouTube y que produjo en vídeo, dice, con ayuda del alcalde de esa época Enrique Huerta Pérez (1989-1991).

“Así como se me ocurrió la letra de la canción de mi pueblo, así fue la idea de fabricar zapatos. Las dos las pensé por el profundo amor a Naolinco. Si las autoridades dieran el apoyo se acabaría un poco la inseguridad”, propone.

El entrevistado recuerda que el pasado 21 de abril nueve policías de Naolinco fueron detenidos y vinculados a proceso al estar presuntamente vinculados con una serie de secuestros que atentaron contra familias de médicos, profesores y zapateros.

“Nunca había algo así en Naolinco. Pero pues hay necesidad y la gente busca lo fácil. De la pobreza se derivan muchas cosas que acaban en fatalidades. Pero aquí (en la fábrica), como dice Obrador, van a caber todos. La gente quiere trabajar”, insiste.

Los planes de Ernesto Barradas, cuenta fueron escritos con letra cursiva y aguardan al mandatario ''que levante la mano'' (muestre interés. Avisa al próximo secretario de Educación en Veracruz, que cada par escolar no le costará más de 180 pesos al Estado y que estarán hechos con piel de cabra y forro de cerdo, ya que “con la piel de cerdo el pie respira porque tiene muchos agujeros. Los niños tendrán calzado elegante y confortable".

Además, dice que él no piensa invadir otras entidades de la República, pues la gente de Naolinco solo se encargaría de Veracruz. “Mi plan no es quitarle el empleo a la gente de otros estados, yo nomás quiero surtirle a Veracruz; cada quien en su lugar”, precisa.

La calidad de los productos hechos en Naolinco, asegura que la debe conocer el próximo presidente de México. Ernesto recuerda que, en abril de 2016, en una gira del abanderado de MORENA, él le entregó unos zapatos del número 27 y medio, en color negro a través de su hijastro, Miguel Ángel Bautista.  "Si Obrador guardó los zapatos, ahí los debe tener enteritos".

“Recuerdo que no le quedaron y me vine corriendo al local y le llevé unos del 27 y medio. Le entregué unas hojas y le dije que se acordara de Naolinco, era cuando andaba en campaña y no había nada seguro, ahora que estará en el poder ojalá no se porte como los demás”, abunda.

Son las 20:00 horas y Ernesto Barradas está próximo a cerrar su taller La Elegancia. Como todos los días enciende una veladora a San Crispín, a quien explica se encomiendan los zapateros. Con esa escena concluye: “La gente que me conoce sabe que esto no lo hago para volverme millonario, a mí el dinero no me apendeja. Yo quiero que a Naolinco le vaya bien”.

mvf