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¡“Gato por liebre” en la pelea AMLO-Trump!

El presidente mexicano parece complaciente ante un presidente Trump que utiliza a México como carnada. | Ricardo Alemán

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Escrito en OPINIÓN el

Seguramente muchos recuerdan la consigna reiterada del entonces candidato presidencial, López Obrador, cuando en plazas y pueblos arengaba furibundo que no toleraría un solo insulto del presidente Donald Trump.

“Le contestaremos uno a uno sus insultos, los tuits y le enseñaremos a respetar a México y a los mexicanos”, decía Obrador en todos los tonos.

A la menor provocación, Obrador cuestionaba al entonces presidente Peña Nieto a quien fustigaba de todas las formas porque, según el tabasqueño, no respondía con la dureza que merecía el mandatario norteamericano.

Incluso es posible que otros recuerden, sobre el mismo tema, cuando “el pleno” de los “intelectuales orgánicos”, periodistas a sueldo y aplaudidores de la causa de AMLO, exigían al gobierno de Peña la mayor dureza posible frente el presidente Trump.

Más aún, cuando Peña recibió al entonces candidato Trump –en una jugada político-diplomática de alto riesgo–, la paliza descomunal a Peña Nieto no sólo vino de parte de AMLO sino de su claque y su prensa a sueldo. Poco faltó para que le llamaran traidor a la patria y lo quemaran en leña verde.

Pocos vieron los beneficios diplomáticos de la jugada diplomática –ya que era irreversible la victoria del Republicano–, y en un extremo delirante los fanáticos lopistas llegaron al extremo de asegurar que Trump había ganado gracias al apoyo de Peña.

Sin embargo, los ciudadanos mexicanos pronto se percataron de que en el terreno diplomático y en casi todos los temas del ejercicio del poder les habían dado gato por liebre.

¿Por qué?


Porque una vez que se convirtió en presidente, a López Obrador se le olvidó la ferocidad declarativa contra Trump y, en los hechos, se convirtió en un “dócil corderito” que sólo atinó a repetir “amor y paz” y “no me voy a pelear”, mientras subían de nivel los insultos de Trump

¿Qué fue lo que pasó? ¿Dónde quedó el furioso político que a gritos exigía toda la dureza posible del gobierno de Peña Nieto contra el presidente Trump? ¿Por qué una vez convertido en presidente, Obrador no respondió a Trump como quería que respondiera Peña?

Lo cierto es que –igual que en muchos otros temas–, también en la relación México-Estados Unidos resultaron un engaño las promesas de campaña de López Obrador, quien ya como presidente prefirió los acuerdos en lo “oscurito”.

En efecto, pocos cuestionaron un ofensivo e ilegal encuentro secreto entre el presidente mexicano y el yerno de Trump –Jared Kushner–, en la casa de Bernardo Gómez, el número 2 de la poderosa empresa Televisa.

¿Qué acordaron en ese encuentro?


¿Por qué en secreto? ¿Por qué un encuentro no oficial? ¿Por qué ninguno de los sesudos periodistas que acuden a las mañaneras nunca han cuestionado sobre el tema? ¿Por qué el reputado Jorge Ramos nunca habló del tema?

Lo cierto es que Obrador no sólo se muestra temeroso ante la rijosidad desplegada por el presidente Trump. Acaso lo peor es que la de Obrador resultó una política exterior penosa por el fondo y la forma.

En realidad, el mexicano aparece como un presidente aldeano que no entiende el papel que juega México frente a la potencia del norte; un presidente que no le habla al mundo y que vive sólo de verse el ombligo.

Y si lo dudan, basta revisar algunos fragmentos de la carta enviada por Obrador al presidente norteamericano, para entender el aldeanismo; pequeñez que llevó a no pocos de los aplaudidores lopistas a grotescas maromas para lograr un elogio.

Primero, el tono de la carta de AMLO a Trump parece la respuesta de un súbdito al rey “si no le molesta… con todo respeto”.

Segundo, el presidente mexicano habla de libertades y derechos básicos en democracia como la libertad de expresión, de religión, a la seguridad y al trabajo. Casualmente el presidente mexicano no garantiza esos derechos; combate a sus críticos y a quienes piensan distinto, sataniza credos y el suyo es el gobierno con menos empleo y más violento e inseguro.

Tercero, Obrador dice que su gobierno acabará con la migración de mexicanos a Estados Unidos; un buen deseo que choca con la terca realidad, ya que la economía mexicana va en picada.

Cuarto, Obrador dice que es una falacia el eslogan de “Estados Unidos primero”, y olvida la falacia de “primero los pobres”.

Quinto, en un aldeanismo ridículo, recurre al viejo refranero popular que poco o nada dice a una cultura ajena.

Lo cierto es que el presidente mexicano parece complaciente ante un presidente Trump que utiliza a México como carnada para arrancar su periplo reeleccionista.

Hoy, Obrador parece comparsa de la reelección de Trump, ¿mañana el presidente norteamericano lo será con la reelección de AMLO?

¿Nos dan gato por liebre?


Al tiempo.

AMLO y sus primeras elecciones de Estado

@RicardoAlemanMx | @OpinionLSR | @lasillarota