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Violencia sexual y física: un martirio para mujeres en la pandemia

En Mérida, las mujeres siguen contando historias de abuso sexual y violencia física a manos de hombres durante el confinamiento que ha obligado el covid-19

Escrito en ESTADOS el

En Mérida, huir de la violencia sexual y física en el hogar durante el confinamiento por el covid-19 es complicado y puede costarle la vida a aquellas que lo intentan. 

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Rosaura Cetina Cámara, Saraí Cancino García y Estefanía, cuentan la historia de terror que vivieron a manos de hombres durante la cuarentena en tiempos de pandemia, una situación que ha agudizado la violencia contra las mujeres en distintas modalidades.

Rosaura Cetina Cámara fue atacada con un machete el 10 de junio alrededor de las 8:30 de la noche. Su expareja Marcelo C.R. con quien vivió dos años y cuatro meses ingresó a la casa donde se resguardó después de la separación, con la intención de asesinarla.

Rosaura Cetina Cámara 

Saraí Cancino, amiga de Rusaura y dueña del predio donde vivían, también fue víctima de esta violencia.

“Fue en un abrir y cerrar de ojos, él (Marcelo) entró hasta el cuarto y solo vi que ella (Rosaura) salió corriendo y se cayó cerca de la puerta. Mientras ella se levantaba él se fue sobre mí y entre la mesa y el puesto (de afuera de la casa) me macheteo y me dijo “¡A ti te voy a matar!”, el machete chocó con la silla y puse mi mano, si no me hubiera dado cerca del cuello”, relató Sarai. 

Tras lastimarla, Marcelo fue detrás de Rosaura, quien había logrado cruzar la calle y antes de que un vecino pudiera protegerla dentro de su casa, él logró alcanzarla y propinarle un corte en la pierna. 

El sujeto se retiró a pie del lugar, incluso antes de irse del rumbo amenazó a una de las hijas de Rosaura con las que se encontró en el camino. La policía del municipio de Umán llegó 25 minutos después del ataque y los elementos de la Secretaría de Seguridad Pública mucho después. 

Rosaura no entiende los motivos de su expareja para lastimarla y mucho menos para dañar a quienes la ayudaron. Ya cumplían más de dos meses separados, “terminamos en buenos términos. Yo estaba con él porque todo el tiempo me amenazaba de muerte o con mis hijos y nietos. Siempre fue un martirio y además ya tiene otra pareja”, explicó.

Víctimas de violencia y pobreza

Al miedo de que Marcelo regrese a cumplir sus amenazas de muerte, se le suma la difícil situación económica que atraviesan ambas. Antes del ataque tenían un puesto de comida instalado afuera de la casa, que ya no pueden atender por sus heridas.

 

Tampoco pueden regresar a sus consultas de seguimiento en las instituciones públicas que fueron atendidas porque no tienen dinero para trasladarse de Mérida a Umán.

Saraí fue sometida a cirugía en la clínica del IMSS T1 y no ha podido ir al traumatólogo. Además, una de sus sobrinas que vino de Ciudad del Carmen, Campeche, para cuidarla contrajo Covid-19 en el hospital, se enteró al regresar a su estado. Y su hijo que también resultó herido contrajo deudas para los insumos médicos y traslados de esa noche. 

A Rosaura se le infectó la herida; no puede caminar bien ni pagar un mototaxi que la lleve al Centro de Salud del pueblo para que le curen la herida. Y la vecina de al lado de la casa que fue testigo de los machetazos que Marcelo propino a Rosaura, sufrió parálisis facial por el estrés y susto. 

Al día siguiente del ataque Rosaura denunció en la Fiscalía General del Estado a su expareja.

Los antecedentes de la violencia

Esta no había sido la primera ocasión que Rosaura pedida ayuda por las agresiones de parte de Marcelo. En 2019 también pidió ayuda a las autoridades por haber golpeado a su hijo. 

“Él toda la vida amenazándome, enviando mensajes y me dice que nos está vigilando, ya no puedo vivir así. Ya demandamos y no se ha hecho nada”, lamentó Rosaura.

El machete con el que fueron lesionadas está en manos de la policía, por lo que esperan no dejen pasar más tiempo para presentarlo ante la justicia. Y también acumula otras denuncias interpuestas en el pasado por agresiones a más personas.

El abuso sexual en los hogares

La historia de Estefanía también ocurrió durante el confinamiento, cuando a sus 16 años, fuera víctima de abuso sexual; su tío le propuso tener sexo mientras la abrazaba lascivamente por la espalda. 

No estaba en la calle de noche, no vestía ropa provocativa, se encontraba en la cocina de casa de su abuela ayudando a preparar la cena para toda la familia. Su mamá y papá habían ido al mini súper del rumbo, su abuelita y tía estaban en el patio persiguiendo a una gallina que se había escapado. 

Su madre, Claudia Salazar, confesó que cuando se enteró de lo ocurrido pensó mucho en denunciar.

“No estábamos seguras en denunciar, en primera instancia porque es familiar de nosotras y dijimos (Estefanía y yo) no le harán nada y tardaremos mucho tiempo”, explicó.

No fue una, sino dos veces que la joven vivió este episodio esa noche. Su agresor la fue a buscar a su casa después que Estefanía atinó a huir  “Ella volvió a salir  y él (su tío) le hizo la misma propuesta”, narró la madre de Estefanía.

Cuando Claudia llegó a casa con su esposo, su hija de seis años salió corriendo y les decía a gritos que su tío atacó a su hermana 

“Cuando  me dijo mi hija más pequeña lo que había pasado, me quedé helada. Entramos y vimos la cara de Estefanía asustada, le pregunté qué pasó y lloraba y me decía ‘Tío me faltó al respeto’”, apuntó

Lo que más lamenta es que por un momento su hija se sintió culpable, se cuestionaba las razones de su tío para haberla agredido. 

El calvario de una denuncia

En medio del confinamiento la adolescente tuvo que salir del encierro y acudir a la Fiscalía General del Estado para denunciar. El procedimiento no fue fácil, primero acudieron a la agencia ubicada en la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Familia, que se supone, es está especializada en estos delitos, pero estaba cerrada. 

Luego fueron al Centro de Justicia para las Mujeres, donde finalmente la enviaron a la Fiscalía General del Estado ubicada en el mismo complejo de seguridad. Por fin a las 4 de la mañana pudieron regresar a casa y descansar. 

“Llegamos al edificio amarillo detrás de la Fiscalía, había una mujer que no nos trató mal, pero no están sensibilizados o es por la pandemia, no sé. Nos dijo que no era allí porque era menor y nos envió al de por Plaza Oriente, ya habíamos ido y estaba cerrado, así que terminamos en la Fiscalía de adelante. Solo había una chava tomando declaraciones, tampoco fue grosera, solo que insistían mucho para que no denunciará”, relató Claudia.

Con el inicio de la pandemia del Covid-19, las Fiscalía General del Estado continúa trabajando 24 horas; sin embargo, el personal rota turno para evitar aglomeraciones, por lo que la atención es más lenta.  

Desafortunadamente a esta familia le tocó encontrar la Agencia Especializada en Delitos Contra Menores cerrada, complicando más el trámite para denunciar.

Sobresale que en Yucatán en los primeros cinco meses del año se han registrado un total de 49 delitos de tipo sexual. El último informe sobre violencia contra las mujeres del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública refiere que solo se han denunciado 31 casos de abuso sexual, de los cuáles tres ocurrieron en mayo.

Y solo dos mujeres han sido víctimas de acoso sexual y 14 de violación. Existen dos registros más de delitos de tipo sexual no especificados.