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VIDEO: Ángel tenía 13 años y le gustaba el futbol; un balazo en la cabeza lo mató en Uruapan

El adolescente estuvo el lunes en el lugar equivocado: un local de maquinitas donde un comando masacró a nueve personas, cuatro de ellas menores, en Uruapan

Escrito en ESTADOS el

URUAPAN.- Miguel Ángel logró burlar el cerco de seguridad porque dice que nada le iba a impedir llegar hasta donde estaba su hijo. En ese momento no sabía si estaba vivo o muerto.

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El trabajador de la construcción es padre de uno de los menores asesinados el lunes, en un local de maquinitas. Dice que ese ataque fue devastador, sorpresivo y muy feroz.

Narra que su hijo, del mismo nombre, estaba ahí, en el piso, con un balazo en la cabeza. Nada pudo hacer para salvarle la vida. Cuando llegó ya había muchos cuerpos tirados.

La víctima tenía solo 13 años de edad, le gustaba jugar fútbol y estudiaba el segundo año de secundaria. Ángel era muy amigable y buen alumno.

“Era alegre, le gustaba mucho la música, que lo sacaran a pasear, me lo llevaba seguido a las albercas, a lugares bonitos, para que ellos estuvieran divertidos con su hermano Ángel, de ocho años”, describe el padre del menor asesinado de un disparo en la cabeza.

Todo eso, para Miguel Ángel, quedó desdibujado cuando vio la silueta bañada en sangre de su hijo en el interior de un establecimiento de máquinas tragamonedas en el que un grupo de sujetos armados acabaron con la vida del adolescente y ocho personas más.

Reitera que el ver la escena del crimen fue algo devastador, sorpresivo y feroz.

“Vi a mi hijo ahí y solo quería levantarlo y ver si estaba vivo; quería tener una esperanza, que solo estuviera lesionado de un brazo, una pierna, un rozón o algo sencillo; yo lo quería bien”, narra Miguel Ángel, quien aprieta los puños y se toma el rostro.

En entrevista con La Silla Rota, recuerda que, en ese momento, cuando vio a su hijo, le tomó el pulso de todos los lugares para ver si estaba con vida.

“Pero le vi un balazo en la cabeza y otro en el cuello; le salía mucha sangre; yo con mi mano le tape para que no le saliera más y, en ese momento ya no supe que hacer, me bloquee todo”, relató.

En la escena del crimen, ubicada sobre la calle Josefa Ortíz de Domínguez de la colonia La Magdalena, también su esposa estaba muy mal.

Entraba mucha gente, volteaban para un lado y para el otro. Eran papás y familiares de los que estaban ahí, de todos los que estaban tirados, detalla Miguel Ángel, quien en esos momentos ya velaba a su pequeño Ángel.

“Muchos recuerdos me pasaron ahorita por mi mente, desde que estaba más pequeño, es difícil, no crea, ahorita está aquí tendido en una caja, y se me viene desde chiquito hasta ahora de grande”, expresa el trabajador de la construcción envuelto en llanto.

Cuestionado sobre las versiones de testigos de cómo fueron los hechos, platica que, al parecer, los criminales sí entraron por dos delincuentes.

“Quiero imaginar que por ellos fue por quienes iniciaron todo este desastre y por ellos se murieron estas personas inocentes”, recriminó.

Miguel Ángel se dice desconcertado por lo que pasó y solo pide que capturen a quienes asesinaron sin piedad a su hijo, a tres menores más y a cinco adultos.

“Quisiera que capturaran a las personas que realmente hicieron este mal. No hubieran hecho esto. Yo pienso que personas inocentes no pueden pagar por alguien más que si las deba”.

“Eso es lo que quisiera, hacer un llamado a toda la población, que va a estar viendo o escuchando esto, que estamos platicando contigo y solamente quiero que esto no quede impune. Estos angelitos nada tenían que ver”, sostiene Miguel Ángel.

El piso estaba lleno de sangra, con mucha gente tiradas y balas en el piso

Vanesa, prima de Ángel y quien vivía en la misma casa del menor de 13 años, recordó que mientras comía, alrededor de las 3 de la tarde, escucharon múltiples estruendos de las armas de fuego.

“Y ya cuando nos fijamos en la calle les habían disparado a los muchachos que estaban ahí, en las maquinitas y entre ellos estaba mi primo Ángel. Estaba tirado, lleno de sangre y con una bala en la cabeza”, narró.

Para la joven de 18 años de edad, esa cruenta escena no era real y todavía no cree ver a todas las víctimas tiradas, ensangrentadas, sin vida y ella sin poder hacer nada para evitarlo.

El piso estaba lleno de sangre, con mucha gente tirada, balas en el piso y toda la familia llorando por nuestros seres queridos. Fue muy feo

Vanesa confirma que Ángel era un niño muy feliz, responsable, respetuoso, bromista y juguetón con su familia y amigos.

Como joven y ahora familiar de una víctima de la violencia, a la estudiante, señala, solo le quedan ganas de gritar justicia.

“No es justo que, por culpa de otros, lleguen y les quiten la vida a los que no deben nada. Solo pido que se haga justicia por ellos, más que nada”, expresó, mientras sostiene una rosa blanca en sus manos.

Uruapan al día siguiente, el silencio oficial

Luego de la masacre ocurrida el lunes, la Mesa de Coordinación para la Construcción de la Paz anunció un nuevo operativo para debilitar y neutralizar las organizaciones criminales que operan en la entidad.

La primera región en la que arrancó esta estrategia fue Uruapan, que amaneció con solamente filtros de revisión en los accesos, porque en las calles no se veían los patrullajes.

Los comercios, la industria y la población realizaron sus actividades con normalidad, como si no hubiera ocurrido la masacre de la colonia La Magdalena.

En ese ataque armado nueve personas fueron asesinadas a balazos y dos más lesionadas. De gravedad.

Los habitantes expresan su terror por vivir en un municipio en el que a diario hay asesinatos y ataques a la población y a las corporaciones de seguridad.

Mientras los familiares de las víctimas viven su duelo, el resto de la población se indigna, aunque saben que la violencia no se va a acabar; por el contrario, que va más en aumento.

El único lugar que guardó luto, fue el barrio en el que se perpetró el multihomicidio. En las calles, las concentraciones de vecinos son en los lugares donde se velan los cuerpos de las víctimas.

Los habitantes de esta zona de Uruapan se dicen con temor y con la incertidumbre de que otro grupo armado regrese y cometa otro hecho de esa magnitud.

Excepto las familias de las víctimas, un parte de los habitantes afirman que nada vio nada de lo ocurrido; otros dicen que no quieren recordar y unos más que tienen miedo de hablar.

“Si hablo me chingan. Mejor no digo nada porque tengo familia y nadie me los va a regresar si les pasara algo que a estos muchachos que mataron ayer”, suelta uno de los vecinos.

Al tiempo de que los deudos velan a sus familiares, las autoridades municipales desaparecen de la actividad pública, mientras los responsables de este hecho criminal siguen en las calles.

El presidente municipal, Víctor Manuel Manríquez González, incluso, se hizo invisible ante la opinión pública y su gabinete no responde los teléfonos.

Manríquez González solo se paró a un costado del gobernador Silvano Aureoles Conejo, quien ante medios de comunicación confirmó el “nuevo operativo de seguridad”.

Aureoles Conejo evitó hablar del problema que azota a todo el estado y en específico a Uruapan y dar detalles del tan anunciado operativo.