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Universitarios, el blanco del crimen en Guerrero

En los últimos once meses han sido asesinados 22 universitarios de la Universidad Autónoma de Guerrero

Escrito en ESTADOS el

Chilpancingo, Guerrero (La Silla Rota). En las cifras de homicidios por las que compite Guerrero cada corte de estadísticas en instancias de gobierno, figuran casos de  estudiantes y maestros de la Universidad Autónoma de Guerrero: 22  universitarios asesinados en los últimos 11 meses.

Esta cifra mantiene al personal de esta casa de estudios del estado probando medidas de todo tipo: desde hace tres años la Rectoría comenzó a levantar bardas en todas las unidades académicas distribuidas en las siete regiones del estado (120 en total) y asignó seguridad privada en las puertas, para controlar quién entra y sale de las escuelas, pero eso no ha eximido a sus maestros y estudiantes, porque el peligro vuelve cuando salen a las calles.  

Los asesinatos de universitarios exponen también cuáles son las zonas más inseguras de Guerrero. Todos los casos documentados a través de un conteo basado en las noticias de crímenes en los periódicos, contratadas con autoridades universitarios, han ocurrido particularmente en Acapulco y Chilpancingo, las dos ciudades que bajan y suben de entre las más inseguras del país.

El lugar que más se repite donde ocurrieron los crímenes es Chilpancingo, la ciudad donde 94.1 por ciento de sus habitantes viven con miedo, según la última medición de INEGI. Y cómo no habría de sentirlo, si la tasa de homicidios va en aumento: de enero a julio asesinaron a 201 personas, según las cifras oficiales del municipio.

En la lista de universitarios asesinados documentados de septiembre a agosto pasado, hay cinco trabajadores universitarios. De todos, la Rectoría sólo tiene reporte de avances por la Fiscalía de Guerrero en dos casos.

 

Los universitarios que no se graduaron

Este corte de víctimas cerró el 23 de agosto pasado, con Engelbert Martínez Cruz, el joven que cursaba la maestría en Ingeniería para la Innovación y Desarrollo Tecnológico, y que un mes ante de su asesinato en la alameda de Chilpancingo, había vivido en España, porque fue uno de los 85 estudiantes de la UAGro que tuvieron una estancia de dos meses en otros  países por las becas del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

El investigador universitario de 34 años llegó a que lo mataran en un asalto en el centro de la ciudad: se resistió a que unos delincuentes le quitaran su camioneta a Honda CR-V estacionada en uno de los cajones de la alameda, a una distancia de 300 metros. Sólo por eso lo mataron: la camioneta la equipararon con el costo de su vida.

De esto dieron cuenta los periódicos de la ciudad a otro día, como de otros casos que han ocurrido en la zona de la alameda. Por ejemplo, a algunos maestros de la preparatoria 1 de la UAGro, ubicada enfrente de esta plaza, sobre la avenida Juárez, también los han asaltado.

Pero abrió desde noviembre de 2016, con los casos de Leonel Aarón Cantú Leyva y Ángel Mendoza Ocampo. Al primero de estos dos muchachos la última vez que lo vieron vivo fue cuando desconocidos lo bajaron de una unidad del transporte público de Tixtla, venía de Tlapa, de donde era originario, a la Chilpancingo, donde estudiante la licenciatura en la facultad de Ingeniería; sus padres volvieron a saber de él en el Servicio Médico Forense (Semefo). Al segundo lo asesinaron en Ayutla, donde descansaba por vacaciones del tercer año en Medicina, en la facultad de Acapulco: su cadáver lo dejaron cerca de un río.

 

Otros estudiantes que no llegaron a graduarse por vivir en uno de los estados más inseguros,  son Erik Omar, estudiante de Medicina Veterinaria y Zootecnia en Tecpan, asesinado en una visita a Chilpancingo, en la colonia Los Ángeles; Darwin Raymundo Barrientos Miranda, inscrito en la escuela de Artes, asesinado a balazos sobre el boulevard Vicente Guerrero, también en Chilpancingo; Cristian Jesús Santiago Navarrete, estudiante de la licenciatura de Ciencias de la Comunicación en Chilpancingo, asesinado en una balacera entre supuestas autodefensas en El Ocotito, comunidad de Chilpancingo de donde era originario.

Samuel González Saavedra, Jahaziel Gálvez Ayatle, Aidé Fuentes Nava y Manuel Juárez Flores. A los dos últimos estudiantes los asesinaron en la colonia CNOP de Chilpancingo, de manera accidental, en un ataque a balazos a una tienda de abarrotes.

También Adriana Ramos García, la estudiante de Enfermería en Acapulco que murió cuando balearon la pastelería en la que trabajaba.

Estos estudiantes asesinados tenían entre 16 y 34 años.

Las medidas no funcionan

En la preparatoria número 1 comienza a resentir los efectos de estar ubicados en una de las zonas de asaltos en Chilpancingo: de los más de 3 mil estudiantes que tenía en otros años, para este se inscribieron 300 menos, y es muy probable que otros tantos ni se presenten el lunes 11 que inician clases, infirmó el subdirector de la escuela, Jorge Ángeles Manzo.

La UAGro inició clases el lunes pasado, pero la preparatoria 1 pospuso su ingreso sin explicar razones.

La disminución de la matrícula pegó más al turno vespertino: “ya nadie quieren estar en la tarde”, dijo Ángeles Manzo en entrevista. Entiende que la situación de inseguridad en Chilpancingo y en particular en la alameda, los tenga en aprietos porque la lista de adolescentes que pidieron su cambio en la mañana inició como 50 estudiantes que crezca en los próximos días.

Para explicar cómo impacta la inseguridad, dijo, pasaron de tener grupos de alumnos de más 60 estudiantes a unos de 42, “y eso sólo es en primer año, porque en otros años la matrícula a 35 o 39 por salones”.

De las 45 preparatorias de la Universidad, esta preparatoria siempre fue la de mayor matrícula, justo porque está ubicada en el centro de Chilpancingo, pero eso ya no es garantía.

El turno vespertino en esta preparatoria puede comenzar desde las dos dela tarde y terminar hasta las 8:40 de la noche, momento en que la ciudad comienza a vaciarse. Cuando “empieza a desaparecer la gente”, según el juicio del maestro.