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Un militar, una niña y, una maestra: los fantasmas de Cd. Victoria

Una parte de la historia de la ciudad se cimienta en la vida de los victorenses, leyendas que en estos días congelan el cuerpo y ponen los pelos de punta

Escrito en ESTADOS el

CD. VICTORIA.- Serán leyenda o verdad pero lo cierto es que son cuentos de terror, miedo, fantasmas y aparecidos que no regresan en estos días, sino que siempre están ahí.

Paco Ramos Aguirre, cronista de Ciudad Victoria, ha recolectado como parte de la historia de la ciudad, la vida de los victorenses, leyendas que en estos días congelan el cuerpo y ponen los pelos de punta.

Así cuenta que en la calle Hidalgo -la principal calle comercial- en su cruce con la calle 15, en el centro de la ciudad, había un café de chinos llamado “El Alcazar”, en la parte alta del local vivía su propietario Pedro Wong y un empleado de nombre Enrique.

Una noche escucharon que en la cocina caían platos, sartenes, cacerolas, vasos y trastos, haciendo un gran ruido. Enrique bajó a ver qué pasaba, no había nada tirado. Todo estaba bien cerrado por dentro.

Pero sí encontró a un hombre con uniforme de militar, de piel cetrina y bigote con puntas hacia arriba, sombrero de ala ancha, botas altas y en la cintura funda y un revolver de cañón largo.

El militar tomaba café y comía pan. El café se veía humeante.

Enrique dio gritos de alarma a su patrón, quien bajó de inmediato.

Al regresar al salón donde estaban las mesas no había nadie. No encontraron a nadie.

Pero si estaba un café caliente y una pieza de pan mordisqueada.

Allá por la década de los 40, la construcción fue derribada y al hacer los trabajos de cimentación para una nueva construcción fue descubierto el cadáver de un hombre con un uniforme de militar, sombrero, botas y una pistola entre las manos.

Cuentan que antes del café “Alcazar” hubo en ese lugar una fonda a donde iba a comer frecuentemente un militar, quien ahí se abatió con otro por el amor de una mujer.

Paco Ramos comenta que en Ciudad Victoria no son muchas las tradiciones, pero si hay leyendas, como el fantasma de una niña que corre por los pasillos de la Casa del Arte, en el centro de la Ciudad.

“Allá por los años 20 o 30, una niña llamada Dani Duran fue ultrajada y asesinada en los alrededores de la Casa del Arte. Su cuerpo nunca fue encontrado”.

Cuarenta años después, cuando se realizaban trabajos de reconstrucción del edificio y, particularmente en los sótanos, fue encontrado dentro de un tambo con agua y cal una osamenta que al parecer era el de una niña.

No son pocos los vigilantes nocturnos de la Casa del Arte que cuentan que, pese a tener encendidas las luces, advierten la sombra de una niña. Otros han visto correr a una niña descalza y con vestido rosa a eso de las dos de la madrugada.

Otra leyenda de aparecidos y fantasmas más reciente es la de la maestra que pide un taxi.

En 1975, una catedrática del Instituto Tecnológico de Victoria fue arrollada por el tren, en un hecho que conmocionó a la sociedad y comunidad estudiantil, pues se trataba de una maestra querida.  

“La Maestra del Tec”, como se le conoce, regresaba a su casa en su vehículo después de haber dado clases, al llegar al cruce de las vías, en unos segundos de distracción, no pudo ganarle el paso al tren, que la embistió y arrastró varios metros, teniendo una muerte instantánea. 

Unos años después, el taxista “El Resacas”, que circulaba una noche por la zona donde murió la maestra, a lo lejos vio a una mujer de alrededor de 50 años que le hacía señas. 

Al llegar a donde estaba la mujer, ésta le pidió que la llevara al Tecnológico por unos documentos que había olvidado y después le pidió que la regresara a su casa.

El taxista la bajó en la puerta de su casa, pero a la mañana siguiente se dio cuenta que en el asiento trasero se había quedado la bolsa de mano de la misteriosa mujer, por lo que decidió ir a entregarla a la casa donde la había llevado. 

“El Resacas” tocó a la puerta de la casa, salió la madre de la maestra, el taxista le entregó la bolsa, pero no podía creer lo que la madre le contó: “Señor, mi hija tiene varios años que murió, no puede ser lo que usted me dice de que se le olvidó la bolsa en su taxi”.

La mamá le mostró el retrato de su hija y el taxista vio que se trataba de la misma mujer a la que llevó hasta esa casa.

Los vecinos de las vías donde hace 40 años murió la “Maestra del Tecnológico”, aseguran haberla visto deambulando en las madrugadas por las vías del ferrocarril.