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“Todo se destruyó; a estas alturas ya no podemos levantarnos"

San Juan Mogollón es un pueblo de casi 400 habitantes enclavado en la Costa Grande de Guerrero, una de las zonas por donde pasó el huracán Max categoría uno

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Escrito en ESTADOS el

Los recuentos de daños por los destrozos que ocasionó el paso de Max en la Costa Grande de Guerrero continúan. El huracán trastocó la vida de esa zona que ha sido olvidada por las autoridades. 

San Juan Mogollón es un pueblo de casi 400 habitantes enclavado en el municipio de Coyuca de Benitez en la Costa Grande de Guerrero, una de las zonas por donde pasó el huracán Max categoría uno y que más estragos causó. También pegó duro en la Costa Chica.

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En este poblado cruza un río que proviene de las montañas. Las fuertes lluvias y vientos ocasionaron que se desbordara. Inundó cerca de 30 casas, la mayoría, construcciones de adobe, las cuales presentan daños estructurales. Provocó la pérdida de muebles, caída de muros, muerte de animales de granja y daños en los campos de cultivo. 

Después de la limpieza, los habitantes cuyas casas fueron afectadas piden ayuda, puesto que las pocas pertenencias que tenían quedaron inservibles.

Isaia Cruz Pineda tiene 74 años y lo poco que tenía se destruyó. Cuenta que durante los huracanes Ingrid y Manuel, que devastaron Guerrero en 2013, su casa resistió. En esta ocasión la naturaleza no fue amable. Con el paso de “Max” los cimientos quedaron muy dañados. La fuerza de la corriente del arroyo golpeó las paredes y se llevó parte del adobe. 

 “Estoy contenta porque aunque sea la vida la tenemos. No pasó a mayores. Nada más las cosas materiales fueron las que se destruyeron. Y a esta altura ya no podemos levantarnos de nuevo”.

Las personas que viven al pie del arroyo son adultos mayores. “Nuestros hijos se fueron. Aquí estamos nosotros”, dice. 

Con una tesitura de voz cansada exige al gobierno municipal y estatal que ayuden a las personas más necesitadas, porque luego solo les dan apoyo a “los compadres” o “familiares” de las autoridades. 

“No se vale que solo ayuden a algunos, que se fijen en quiénes quedaron en desastre. Con (el huracán) Manuel no nos dieron ni una bolsa de jabón para sacar el lodo de adentro y lavar”, indica la señora Cruz Pineda.

Comenta que el presidente municipal de Coyuca de Benitez fue a Mogollón a dejar despensas, pero él ni su equipo pasaron a las casas a ver como estaban. 

“No podíamos meternos a la casa porque estaba bien resbaloso. Acá en el campo uno se mantiene de sus animalitos, de lo poquito que uno va cosechando y consiguiendo. Cinco de mis gallinas se ahogaron”. 

La casa de Alfonsina Golfina tuvo daño estructural. La pared que divide la cocina de un cuarto quedó vencida y con una fractura. Parece que está a punto de caer. Ella tiene miedo de cruzar la puerta que está en ese muro. Desde que se dañó luego del desbordamiento del río que pasa a un lado, no entra a esa habitación y prepara su comida en un anafre que colocó a fuera. 

“Con el agua que entró se comió el adobe y se bajó la pared, está apunto de caerse. Estoy durmiendo en la hamaca”. 

Al igual que sus vecinos, Alfonsina refiere que nadie del gobierno ha visitado las casas dañadas para determinar la afectación. No sabe qué va a pasar con su vivienda, mientras tanto, el temor de que se caiga está latente. 

 Ángel Cortés Pineda, habitante de San José Mogollón recuerda que cuando pasó Max llovió fuerte durante más de una hora, lo que provocó que el río que cruza el poblado se desbordara e inundara varias casas. 

Dice que Ingrid y Manuel no provocaron en esa comunidad los desastres que Max causó. En esta ocasión “hubo muchas casas afectadas, queremos que echen la mano a esas personas. Estamos esperando el apoyo del gobierno”. 

Epifania Serafín Abarca tiene 70 años. Recuerda que durante la lluvia estaba en el patio de enfrente, momentos antes que se desbordara el río se le ocurrió revisar la parte trasera, la cual colinda con el arroyo. Vio como comenzó a subir la creciente. Alcanzó a avisarle a su esposo y salieron junto con su nieto enfermo y se resguardaron en un cuarto que está al cruzar su vivienda. 

“Nos fuimos a estar allá y lo que salimos ya tenía el agua hasta las rodillas. No sacamos nada de cosas. Al otro día me ayudaron unos muchachos a limpiar. Todavía están lavando todo lo que quedó sucio”.

En 1944 fue cuando se fundó San Juan Mogollón donde actualmente se encuentra. Ya el pueblo tenía su tiempo, cerca de 50 años y estaba como a 500 metros. Un día se desbordó el río e inundó la comunidad, en esa ocasión pasaron días y no bajó el nivel. Decidieron trasladar a la gente a este lugar y se levantó de nuevo, relata Alberto Valeriano Morales.