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“Todo por andar de fisgón”

Padre de dos niñas y transportistas, Luis tiene el 80% de su cuerpo quemado, su cuñado lo califica como “trabajador, pero fisgón”

Escrito en ESTADOS el

Luis, de 32 años de edad y padre de dos niñas menores tiene quemaduras en el 80 por ciento de su cuerpo. Todo, según su cuñado, por “andar de fisgón”.

En voz baja y aún absorto, su familiar relató a La Silla Rota que montó guardia desde la madrugada del viernes afuera del hospital Magdalena de las Salinas, en la alcaldía de Gustavo A. Madero.

Aseguró que Luis es transportista, oriundo de Tlahuelilpan, Hidalgo, donde el robo de combustible de un ducto provocó una explosión con consecuencias trágicas: poco más de 70 fallecidos.

El drama para la familia del afectado llegó al punto de requerir donantes de sangre. Mientras el tiempo corre, Luis y otros 10 afectados por el estallido luchan por salvar la vida.

“Mi cuñado es trabajador, pero fisgón”, consideró el entrevistado.

Fue él quien condujo un polvoriento  Jetta modelo 1995 para traer a su hermana, esposa de Luis, al nosocomio.

Adeptos de San Judas Tadeo, la familia de Luis lleva generaciones en Tlahuelilpan y por ello se han endurecido ante el estigma de ser huachicoleros.

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“Uno se tiene que ganar la vida, yo soy soldador, pero otros no se ganan la vida bien. Como yo no como de mi pueblo, pues tengo ‘jales’ afuera, ni miro lo que hacen”, expresó con aire hosco.

Su hermana vela por su cuñado y no ha probado más bocado que galletas y papas fritas. Tuvo que dejar a sus niñas en Tlahuelilpan y la angustia los carcome.

El revuelo en las inmediaciones del hospital contrastó con su semblante duro. Hubo mucho interés sobre lo sucedido y, como si se tratara de un espectáculo, transeúntes y hasta automovilistas pararon su andar para videograbar la llegada de helicópteros que trajeron lesionados del hospital de Villa Coapa.

Fueron tres los traslados. Cada una de las víctimas yacía sobre la camilla, vendada de cuerpo entero.

El cuñado de Luis se mantiene ajeno. Por el cansancio acumulado tomó una breve siesta en su Jetta y al salir olvidó las llaves dentro; al cerrar la puerta se activó la alarma y los seguros.

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No todos en el pueblo son rateros; no vayas a ponerle que me estoy robando el carro”, soltó con mirada recia mientras con un fierro oxidado que encontró tirado y un mecate que arrancó de un poste de luz improvisó un gancho.

Pasó casi una hora tratando de sacar las llaves a través de una ventanilla entreabierta. Cuando lo consiguió repitió: “también salimos adelante bien”.

Tlahuelilpan es uno de los 80 municipios del estado de Hidalgo, con poco más de 19 mil habitantes acorde al INEGI y una índice de marginación bajo.

Sin embargo, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Conveal) sostiene que la mitad de sus pobladores vive en pobreza moderada.

Luego de la explosión causada por ladrones de combustible, surgieron versiones de que huachicoleros controlan la zona.

Una familiar de otro de los lesionados acusó que los lugareños ya se acostumbraron y que tienen un pacto de silencio que ha dificultado la labor de las autoridades.

Ahora ese conjuro se desvaneció ante la atención nacional. Mientras tanto, los deudos lloran a sus muertos y los más afortunados dirán que sobrevivieron al infierno de Tlahuelilpan.