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Testigos clave exoneran a Yonny; juez lo mantiene en la cárcel

Yonny, originario del municipio de Cintalapa, fue torturado por policías y encarcelado por el delito de homicidio calificado, sin embargo, sus familiares aseguran que no fue así

Escrito en ESTADOS el

Cintalapa, Chiapas.- Cuando lo vio por primera vez ya encarcelado en la penitenciaría número 8 del municipio de Villaflores, Deyvis supo que algo andaba mal: a Yonny Chacón González, su amigo o “hermano” como él lo llama, lo habían golpeado de forma brutal los policías que lo arrestaron sin justificación dos días antes.

“Me mostró sus brazos y tenía como moretones provocados por los toques con las chicharras (choques eléctricos), y cuando le toqué las costillas, se dobló del dolor”, revela.

Es el barrio Tepeyac, municipio de Cintalapa, ubicado como a una hora de la capital Tuxtla Gutiérrez. La familia Chacón González abre las puertas de su casa a La Silla Rota para, con más valentía que temor, hablar sobre la injusticia que el estudiante de 21 años de edad sufre desde el 13 de marzo de 2019 hasta la fecha.

Padres de Yonny

Doña Rosa Estela González Castellanos camina hacia la recámara de su hijo, el menor de cuatro, de quien se siente orgullosa por todo lo que hacía antes de ser detenido: trabajaba de sol a sol, de lunes a viernes, en el mototaxi de su yerno y, los fines de semana, acudía a una universidad particular en la capital chiapaneca para estudiar la carrera en Ingeniería Mecánica; apenas cursaba el segundo semestre.

“Esto lo aprendió a hacer en la cárcel, y ahí lo vende para comprar sus cositas; a 50 pesos los da, no es mucho, pero algo es algo; es muy abusado mi muchacho, muy inteligente”, refiere su mamá, quien sostiene una red para portar balones de baloncesto, ésas que elabora Yonny, quien también aprendió a tejer hamacas y bolsas.
 

De pronto, se mueve hacia una gaveta y de ésta saca unas herramientas: “Le encanta la mecánica, por eso se la pasaba todo el día en ‘la mototaxi’, ¡qué arreglándolo!”, dice doña Rosa, entre risas. 

Minutos después, un grupo de al menos cinco vecinas ingresa al domicilio de los Chacón González. “Yonny es un joven honrado, trabajador, todo el día se la pasaba en la moto, ¡no es justo que lo hayan agarrado!”, es una de las tantas frases que emanan de las mujeres quienes, desde hace varios años, conocen al joven que hoy está en prisión acusado por homicidio calificado y robo agravado.

Los testigos clave para su libertad

“Él no fue. Ese día (12 de marzo de 2019) estuvimos juntos desde la mañana hasta casi las 6 de la tarde, porque estábamos reparando el mototaxi”, confiesa Deyvis Gómez Camacho, quien ya se lo dejó en claro al juez en la primera audiencia. 

“Éste dijo que era muy probable que fuera Yonny el asesino, solo porque maneja moto, y que según así mataron al señor para robarle su camioneta”, evidencia el también originario de estas tierras cintalapanecas.

Deyvis Gómez Camacho

Incluso advierte que a su amigo lo vio el día 11, pues son parte de un club de motociclistas y en ese entonces participarían en una peregrinación religiosa, pero antes tenían que reparar el automotor de transporte.

El 12, agrega, se vieron de nueva cuenta a las 10 de la mañana y el tiempo se prolongó porque el vehículo presentó otras fallas, como el cableado del arnés. No obstante, como Yonny tenía que cumplir con un pago en una conocida cadena comercial, ya no le “dio el aventón” a su amigo. En sí, todo el día estuvo en Cintalapa.

Como declaró meses después en la audiencia, siente que la autoridad lo trató de confundir, aunque acepta que, si había titubeo en ciertos momentos, era porque ya había pasado algo de tiempo y "es difícil recordar muchos detalles, como por ejemplo cuando me preguntaron cómo estaba vestido ese día”.

A la vivienda de la familia llega también Miller de Jesús Solar, otro amigo “de años” de Yonny, quien recuerda cómo tuvo contacto con él a partir de las 4 de la tarde del 12 de marzo del año pasado para hablar sobre una peregrinación al Cerro Juárez, ubicado en el municipio vecino de Ocozocoautla, con lo que se descartaría su participación en los delitos de los que lo acusan.

Dominga, una de las vecinas presentes, también aboga por Yonny, a quien conoce, dice, desde que nació. “Su mamá salía a trabajar, todos los días, y educó bien a sus hijos, por eso nos extraña que lo hayan detenido. Nunca supe que anduviera en cosas malas”, externa.

De hecho, también sería una testigo clave del caso, pues vio cómo Yonny, el día del crimen del que lo acusan, reparaba el mototaxi de su cuñado. Inclusive, afirma, pueden “meter las manos” por él hasta que quede libre.

Pega nostalgia a familia

Romeo Chacón observa a la calle por la ventana del cuarto de su hijo, como con la esperanza de que éste ya retorne. Y, junto a su esposa, recuerda los planes que Yonny tenía con su novia. “Mi hijito es honrado, desde pequeñito se ganaba sus pesitos; se alegraba porque le daban monedas en un fonda, porque cantaba”, rememora doña Rosa.

Mamá de Yonny

En prisión, cuenta, su vástago ha aprendido más actividades, como a preparar palomitas de maíz, las cuales vende con los demás internos; cada que lo ve, por lo regular cada fin de semana, lo impulsan a que no se deje vencer, que luche para que, cuando obtenga su libertad, siga con su carrera, con sus sueños.

Doña Rosa no logra retener las lágrimas; se lamenta. Se queda viendo cada rincón del cuarto de Yonny, de cuyas paredes cuelgan unos cuadros de cuando se graduó de la secundaria, u otro donde luce más pequeño. Pero la esperanza la “levanta” y, más animada, toma un “recuerdito” que le elucubró su hijo en la cárcel: un corazón con una flor y un mensaje de amor hacia ella.

Liliana, por su parte, lamenta que el sueño de su hermano se haya truncado, y también evidencia que “algunas puertas se cerraran”, como la universidad en donde estudiaba, pues le negaron una constancia para que él no perdiera el semestre. “A pesar de que pagamos, decían que tenía adeudo de mes, lo cual no es cierto porque tiene los recibos”, externa. 

Hermana de Yonny

Para don Romeo ha sido un calvario, pero sabe que su labor no debe parar: aconsejarle a su hijo que no se desespere y que se comporte; “me dedico a la construcción, mi Yonny siempre, desde chavito, me ha ayudado, es bueno, es tranquilo, estamos tristes porque no es justo”, manifiesta.

La desesperación les gana, dice, porque las audiencias se han aplazado en varias ocasiones. Y a pesar de la “tempestad” por la que atraviesan, sus familiares les dan aliento para que no desmayen. Y así ha sido.

El día de la detención

Doña Rosa camina en su patio y muestra sus flores. “Ésta es corona de rey”, enseña con entusiasmo, para luego recordar el día en que detuvieron a su hijo, y además revelar los golpes que presentaba en varias partes de su cuerpo, lo cual comprobó el día 17 de ese mes cuando lo vio de frente, “primero lo acusaron de que llevaba armas, drogas, lo que es mentira”.

Yonny entró a prisión el mismo 13 de marzo, pero en menos de dos días se logró su libertad. Antes de dejar el encierro, las autoridades le mostraron otra orden de aprehensión en la que lo acusaban se homicidio calificado, y de ahí ya no salió, no la libró.

 

De nuevo, Deyvis “entra al quite”: está seguro de que a su amigo le violaron sus derechos humanos, “le dejaron toda la cara hinchada, de los golpes, me imagino; Yonny me dijo que lo envolvieron en una colchoneta y lo golpearon mucho”. Incluso, le colocaron una toalla en la cara y le “roseaban” agua para que se ahogara.

Lo más extraño del caso, dice Liliana, es que apenas el pasado 13 de febrero un fiscal buscó a su familia, pues según a Yonny lo utilizaban de testigo en un robo ocurrido en Tuxtla en abril de 2019, cuando ya estaba en prisión. “Según estaban falsificando su firma, sus documentos, y que tenía que denunciar ante la Fiscalía de Alto Impacto”, confiesa. 

Ahora, la familia de Yonny enciende las veladoras y se encomiendan a la Virgen de Guadalupe, en espera de que en la audiencia intermedia, a celebrarse el próximo 11 de marzo, la justicia “abogue” por un joven que, a sus 21 años, debería estar con sus seres queridos, en las aulas y, desde luego, en el mototaxi con el que obtiene recursos para sufragar sus estudios.