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Temerosos por violencia, floristas huyen de San Cristóbal; retornan a Zinacantán

Cerca de 10 mil productores de rosas, crisantemos y gladiolas, entre otros, advierten que, por acuerdo comunitario, ya no volverán al Pueblo Mágico

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Escrito en ESTADOS el

ZINACANTÁN.- El pasado 14 de junio, durante al menos cinco horas, decenas de hombres encapuchados dispararon sin cesar en calles y avenidas de la ciudad colonial San Cristóbal de Las Casas. De este hecho violento no solo se registró un muerto, sino miles de personas que huyeron porque ya no soportan vivir en la zozobra.

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A escasos 10 kilómetros de allí, un grupo de al menos tres mil productores y vendedores de flores decidió mudarse de nueva cuenta a su tierra natal, el municipio indígena de Zinacantán, pues semana tras semana era común que gente armada disparara al aire y sembrara el miedo, la violencia, sobre todo en la zona Norte de ese llamado Pueblo Mágico sancristobalense de la región Altos de Chiapas.

Desde hace como seis años, dice Roberto (nombre ficticio del declarante para proteger su integridad), su familia y él, así como miles más, llegaron a esa población cosmopolita, con la idea de que sus ventas fueran más robustas, sin embargo, en los últimos meses era complicado continuar ahí porque la violencia va en ascenso.

Al respecto, cuenta, se instalaron en el Mercado del Norte y a inmediaciones de éste, para ofrecer todo tipo de flores, pero ya no aguantaron y, de preferir quedarse abatidos por una bala perdida en un fuego cruzado o por un disparo al aire o, incluso, una agresión directa, retornaron al “lugar de murciélagos”, su Zinacantán.

TIERRA DE PAZ, TIERRA BONDADOSA

En este pueblo de más de 30 mil habitantes, mismo que converge con San Juan Chamula y cuya principal lengua es el tsotsil, la gente aprovecha la bondad de la tierra y el clima frío para instalar invernaderos y cultivar miles de metros cuadrados de flores. De hecho, ésta es su principal actividad, la que les da de comer y calzar.

{"quote":"Nos dio mucho miedo lo que pasó ese día (14 de junio, en San Cristóbal), mucha violencia, y por eso decidimos ya no volver jamás allá. Incluso, pensábamos que ahí nos iba bien y teníamos un poco de temor de no saber si sería lo mismo en Zinacantán, pero nos dimos cuenta de que también acá vendemos lo mismo o más; ahorita hay mucha demanda de nuestras flores, por ejemplo”, confiesa Roberto"}

Es mediodía, y decenas de comerciantes empiezan a poblar la plazuela que está ubicada en la entrada de esta municipalidad, cerca de la iglesia de San Sebastián. Allí, tienden en el piso sus bultos con rosas, claveles, tulipanes y una amplia gama de especies, hasta follajes.

Marcos Pérez Vázquez y su familia están un poco tristes, pues desde hace como tres años habían decidido, junto a otras mil personas de su comunidad, Nachig, también de Zinacantán, viajar a diario a San Cristóbal para ofrecer sus flores, pero ahora tuvieron que cambiar su destino a la cabecera zinacanteca por la misma violencia.

De hecho, agrega, el gobierno estatal les prometió “levantarles” unos domos en esa explanada de la entrada de Zinacantán, debido a que por lo regular los afecta la lluvia o la granizada. “Ya no queremos regresar a San Cristóbal, ya no queremos balacera…”, ataja.

Aunque externa que sí pagaban una cuota de 5 pesos por cada bulto que llevaban para vender cerca del Mercado del Norte, descarta que alguien de su familia o sus conocidos pagara un dinero extra como “derecho de piso”, al estilo del “narco”.

No obstante, un grupo de indígenas de San Cristóbal se encargaba de presionarlos para dejarlos vender, a cambio de dinero, pues de lo contrario se tendrían que retirar.

TENSA CALMA

Es viernes 24 de junio, por la mañana, y el reportero de La Silla Rota camina por el centro de San Cristóbal, donde decenas de policías estatales y elementos de la Guardia Nacional y del Ejército Mexicano vigilan calles y andadores turísticos, hasta mercados y vías terrestres que conectan a esta ciudad con otros municipios como San Juan Chamula, Comitán, entre otros.

El motivo: el gobernador del estado, el morenista Rutilio Escandón Cadenas, encabeza la Asamblea de la Comisión Nacional de Tribunales Superiores de Justicia. Por ello, las calles sancristobalenses lucen, inclusive, tranquilas, con poca afluencia.

El perímetro del Mercado del Norte, señalado como un “foco rojo” por las continuas balaceras que se desatan allí, principalmente provocadas por la banda delincuencial de “Los Motonetos”, también está tranquilo; no son ni las 2 de la tarde, y la mayoría de sus locales se mantienen cerrados.

Un poco antes, cerca de la Plaza de Santo Domingo, en el Mercado “José Castillo Tiélemans”, de esta misma región, una lona permanece colgada con un mensaje directo a los posibles responsables de la violencia, pero resalta el de dos personajes que han sido señalados como líderes de “Los Motonetos”: Narcizo Ruiz y Gerónimo Ruiz. Incluso, aparece una funcionaria: Karen Ballinas, y el actual alcalde verde-ecologista Mariano Díaz Ochoa.

Valeria, cuyo nombre real también se cambió por temor a represalias, advierte que, como prestadora de servicios turísticos, han resultado “golpeados” por los hechos violentos cada vez más continuos.

La denunciante afirma que, comparado con otros años, la inseguridad es cada vez más preocupante, “y muchas veces esto no se les platica a los turistas (en crítica al gobierno), se esconde, pero estamos en un riesgo constante, y cuando nosotros sacamos a esas personas a sus recorridos, les advertimos cómo está todo. Situaciones que están fuera de nuestro alcance”.

 

JULIO: DE CÓMO SOBREVIVIR SIN APOYO GUBERNAMENTAL

Parado entre crisantemos, en su invernadero, Julio, uno de los floristas que también huyó de San Cristóbal por temor a morir entre las balas, advierte que, a pesar de que la violencia los replegó a su municipio, no han recibido apoyo de la autoridad, ni un solo subsidio.

Desde los años 80’s, junto a sus padres y hermanos, él se dedica a cultivar rosas, crisantemos, lilis, entre otras, pero ahora se siente mejor porque sabe que en su tierra no hay violencia, e incluso ya no tienen que gastar en transporte (flete) u otras cosas para llegar a la ciudad sancristobalense, todos los días.

Para él, dice, es tan importante la producción de flores, que el 80 por ciento de los floristas que llegaban a vender a San Cristóbal era de Zinacantán, mientras que el resto provenía de San Juan Chamula o Chenalhó o Tenejapa u otro municipio cercano.

Sin embargo, revela que todas las comunidades zinacantecas acordaron, en una asamblea, ya no volver a San Cristóbal y, por el contrario, se quedarán en lo que es el mercado de floristas, a donde tendrán que llegar quienes deseen comprarles.

Inclusive, subraya que se han fortalecido porque no solo le vende sus flores a gente de Chiapas o de Oaxaca, Tabasco o Veracruz, sino que, desde hace un tiempo, también los buscan desde Guatemala. 

{"quote":"Es un nuevo mercado para nosotros"}

Como Marcos Pérez, su paisano, Julio también augura que los tres órdenes de gobierno construyan lo antes posible un domo o adecuen algunas instalaciones en la plaza de San Sebastián, en Zinacantán, la cual albergaría a más de 10 mil productores no solo locales, sino circunvecinos.

“Tenemos que decir que, tras el problema en San Cristóbal, compañeros de San Juan Chamula y de otras localidades como Tenejapa ya vienen a este municipio para ofrecer sus gladiolas u otras”.

 

 

 

 

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