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Su hijo iba a llamarse David, pero a Adelfa la mataron con seis meses de embarazo

Adelfa tenía seis meses de embarazo aquel 5 de noviembre, cuando desapareció; su cadáver fue hallado 14 días después y el principal sospechoso es su novio

Escrito en ESTADOS el

CHILPANCINGO (La Silla Rota). El 5 de diciembre pasado, día que llevaban a sepultar a la enfermera Adelfa García Vidal, las personas que rodeaban su féretro no dejaron de gritar “¡Justicia!”. Antes de llegar al panteón El Cristo, en Iguala, el cortejo fúnebre se detuvo para pegar en algunas paredes de las calles cartulinas con frases como: “Todos somos Ade y su bebé”. 

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Una de esas paredes era la de la fachada de la casa de Jairo, la pareja sentimental de Adelfa, según la información que publicaron algunos medios de comunicación de la ciudad de Iguala, a quien también citan como sospechoso de la muerte de ella y la de su bebé, que aún estaba en gestación.

El sepelio de Adelfa se convirtió en una protesta.

Ella, antes de morir, estuvo desaparecida.

Una ficha de alerta del protocolo Alba que difundió la Fiscalía General del Estado (FGE) el 8 de noviembre, llevaba su nombre. 

Por esa ficha se supo que la mujer embarazada tenía 30 años, que en realidad era originaria de Azoyú (Costa Chica) y radicaba en Iguala (zona Norte), desapareció tres días antes, el 5 de noviembre. 

La última vez que la vieron fue en la calle Ignacio Comonfort de la colonia Centro de Iguala. Vestía una blusa roja y unas mallas oscuras. Tenía seis meses de embarazo de su hijo David.


El nombre del bebé que tendría Adelfa se conoció por las redes sociales. En el perfil de Facebook de la enfermera colgaron la fotografía de un pastel azul, adornado con un pollo pequeño amarillo, que traía escrito el nombre de David Jassiel. Alguien publicó que así se llamaría su hijo y que ese pastel ella misma lo encargó para su baby shower, previsto para el 1 de diciembre. Una de las amigas subió la invitación digital que la enfermera le envió convocándola.  

De acuerdo a la cronología del caso que hacen algunos medios de comunicación de Iguala, la tarde del 19 de noviembre pasado, en los márgenes de la ciudad, cerca del puente que encamina hacia el municipio vecino de Cocula, policías encontraron el cadáver descompuesto de una mujer. 

Ese cadáver tenía rastros de la ropa con características similares a la que la enfermera llevaba el día que desapareció, aunque eso no era suficiente para la confirmación. Se necesitaron más pruebas de cotejo. Pero sí, se trataba de Adelfa, se supo días después.

Ella es la segunda mujer por la que la FGE activó el protocolo Alba en noviembre pasado. El día 5 la activaron por Jovani Sotelo Vega, una mujer de 30 años que desapareció el 16 de septiembre en Taxco, en el barrio de Atache.

Después de Adelfa, existe la activación del protocolo varias veces más. Hasta este 16 de diciembre, la FGE da cuenta de 70 reportes de protocolo Alba durante 2019, sólo con algunas precisiones de localización. 

El esquema de seguimiento que hace la FGE sobre el protocolo de alerta por la desaparición de mujeres, es poco claro, al menos eso dejar ver el sitio digital de la dependencia. Eso genera que se dude de su efectividad. 

La ficha de alerta de Adelfa es la número 61, pero esta inactiva en el sitio de la FGE, es decir, la liga de acceso marca un error. Por este mecanismo nunca se hubiese conocido qué pasó con Adelfa. 

Su asesinato lo documentaron los periodistas de Iguala.

Otra de las mujeres desaparecidas después de Adelfa es Itzayana Brito Estrada, de 20 años y originaria de Taxco. Desapareció el 11 de noviembre pasado, también en Iguala; la vieron por última vez en el fraccionamiento Paseo del Valle. 

Itzayana, igual que Adelfa, fue localizada muerta. De ella también su ficha de desaparición está inactiva en el sitio de la FGE. Su muerte la documentaron en los medios de comunicación y es parte de la estadística de mujeres víctimas de presunción de feminicidio.

Asesinan a 15 mujeres cada mes

En Guerrero, en promedio, 15 mujeres son asesinadas por mes, todas con presunción de feminicidio, de acuerdo a los datos de la Asociación Guerrerense contra la Violencia hacia las Mujeres, que hasta este 17 de diciembre contabilizó 182 víctimas en lo que va de 2019.

Los lugares de más violencia para mujeres o de asesinato contra mujeres son Acapulco, Chilpancingo, Chilapa e Iguala, municipios considerados dentro de la declaratoria de alerta de género, es decir, donde debían existir más acciones de gobierno para contrarrestar las condiciones que los llevó hasta ahí.

La declaratoria de alerta la plateó esta organización y las autoridades de Guerrero la aceptaron en junio de 2017. Desde entonces estos municipios se sostienen con más casos homicidios dolosos de mujeres con presunción de feminicidio.

Si se comparan las cifras de este año de la organización con las que contó en 2018 (233 casos), se creería que la violencia hacia las mujeres disminuyó, pero la situación es otra.

“El hecho de que tenga menos números no quiere decir que la violencia este bajando”, mencionó Marina Reyna Aguilar, presidenta de la Asociación. 

La activista considera que la violencia contra las mujeres en el estado, más que disminuir, es continuada y se ha expandido. 

La crueldad contra las mujeres este año se resume en casos como el de Adelfa, una mujer que fue desaparecida y asesina con su hijo en gestación.

Las mujeres desaparecen con sus hijos

Las alertas para mujeres y niños (Alba y Ámber) de la FGE han evidenciado un padrón durante los últimos dos años: madres desaparecen con todo e hijos. 

De enero de 2017 a junio pasado, las alertas exhiben que se perdieron 12 mamás con sus hijos.

Varias de estas mujeres son jóvenes de entre 18 y 20 años, y sus hijos son bebés de entre cero y cuatro años. El número de menores perdidos fueron 15 en ese periodo, porque en algunos casos las madres se perdieron con más de un hijo.

Siete de estos casos ocurrieron en Chilpancingo, uno de los cuatro municipios con más homicidios de mujeres según el conteo de las organizaciones. 

Hasta ese junio que se hace el conteo, sólo en tres casos las madres y sus hijos aparecieron.

El caso de Adelfa y su hijo, ocurrido cinco meses después, es un caso pendiente en la estadística.