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Sismo le dejó daño en la cabeza, gobierno le da cemento

El golpe que se dio en la cabeza al caer le ocasionó un coágulo que agravó su salud disminuida por el tumor que le sacaron hace 10 años

Escrito en ESTADOS el

Guerrero (LA SILLA ROTA). Desde el día del sismo de 7.1 grados en la escala de Richter, Edilberta Román García y Jesús Sotelo Realeño viven en un techado del terreno familiar que colinda con su casa destruida. Ese día, él perdió más que el patrimonio: el golpe que se dio en la cabeza al caer le ocasionó un coágulo que agravó su salud disminuida por el tumor que le sacaron hace 10 años. Después de 17 días, las autoridades sólo le han dado a la pareja cinco bultos de cemento, seis láminas para techo y unos pares de colchonetas.

La casa de la pareja es una de las más afectadas de Tuxpan, una comunidad de Iguala de donde reportaron daños por el sismo ocurrido el 19 de septiembre. Es la primera que advierte la afectación en el lugar: está ubicada en el borde de la avenida Independencia, la principal del pueblo. Es una casa blanca de adobe con cuarteaduras de todos los tamaños, que se aprecian desde varios metros de distancia.  

Desde que le sacaron el tumor a su esposo, Edilberta, una mujer de 54 años, trabaja para hacerse cargo de los gastos de la casa. Ahora colabora en un restaurante a orilla de la laguna de Tuxpan, donde gana 200 pesos diarios.

La enfermedad de Jesús, quien tiene 56 años y en sus años de mejor salud trabajó como custodio en penales, le dejó secuelas más allá de la recuperación por la operación de hace10 años: la mitad de su cuerpo quedó paralizado, pero podía hacerse cargo de sus medicamentos y comida, y hasta aseaba la casa de vez cuando, a una mano.

El día del sismo, según la esposa, su discapacidad física le impidió moverse con rapidez de la mesa donde comía, pero intentó salirse y se cayó. En la caída golpeó su cabeza. Edilberta construyó lo que ocurrió con el relato de sus vecinos, porque ella no estaba en casa.

María Félix Arroyo Hernández, la dueña del restaurante donde trabaja, aseguró que Jesús quedó mal, porque sólo repite sus sensaciones durante el sismo. “Tiene momentos lúcidos, pero pierde la noción “, comentó la mujer que abrió una cuenta bancaria para pedir donativos para sus empleada.

El sismo, dejó a Edilberta sin un lugar para vivir, y le complicó su rutina y economía: antes de salir a trabajar tiene que dejar preparada la comida y todas las necesidades de su esposo; también lidiar con más gastos.

Edilberta comentó sus necesidades: con el golpe de su esposo pagó una tomografía en un hospital privado de Iguala, que costó mil 800 pesos, además de los 600 pesos de la consulta y 2 mil 100 pesos por medicinas. O sea, su salario de casi un mes. “El doctor que lo atendió me dijo que se le hizo un coágulo, que se le quitará poco a poco con la medicina que le dio”, dijo.

También resuelve la comida para su esposo y la persona que le ayuda a cuidarlo en su ausencia.

Una parte de los gastos, aclaró, pudo solventarlos con las donaciones que recibió en la cuenta que su patrona le abrió y socializó en las redes sociales. Pero, su preocupación es por los gastos siguientes, que pueden ser desde un nuevo lugar dónde vivir hasta más medicamentos y consultas.

“A las autoridades les pediría que me ayudaran, aunque sea con un cuartito, porque estoy en un corredor (patio) que nos prestaron”, comentó. Pero de esto los gobiernos aún no se han acercado para darle alternativas.

Iguala es uno de los municipios de la zona Norte donde más daños ocurrieron por el sismo. Es la zona de Guerrero más cercana a Morelos, el lugar donde ocurrió el epicentro del sismo. Las autoridades han reportado que todavía están en el conteo de los daños.

María Félix insistió en el llamado de ayuda para esta pareja que, aseguró, no tiene más familia que vea por ellos. La violencia que mantiene atrapada a  esta ciudad desterró de Guerrero a sus dos hijos.