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Semáforo verde: de cómo la muerte sonríe a los chiapanecos

La Silla Rota recorre el “corazón” de Tuxtla para constatar la saturación a la que regresaron mercados y negocios, con mínimas medidas de higiene

Escrito en ESTADOS el

TUXTLA GUTIÉRREZ.- Un anciano, con el cubrebocas a la altura de la barbilla, entona una melodía mientras rasga las cuerdas de su guitarra y, de paso, observa el vaivén de cientos de personas, entre infantes, adultos, mujeres y ancianos, por las calles del centro de esta ciudad capital de Chiapas.

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Aunque la afluencia de personas en las “arterias” de la capital chiapaneca se incrementó a partir de que, desde hace como 12 semanas, el sector Salud decretó el llamado semáforo amarillo epidemiológico, con la “anuencia” para que este lunes cambiara a verde al igual que Campeche, el panorama se agudizó.

Fotos Christian González

La Silla Rota recorrió el “corazón” de Tuxtla para captar, a través de la lente de la cámara fotográfica, la saturación a la que regresaron las vías públicas: mercados y negocios casi a reventar, con las mínimas medidas de higiene como la aplicación de gel en manos, y el roce constante entre ciudadanos, la mayoría, sin tapabocas.

Una veintena de individuos hace fila para ingresar a un banco, a menos de un metro de distancia entre uno y otro, mientras un adulto, en muletas, solicita una moneda a quienes egresan del mismo, en cuya entrada no se colocó gel antibacterial.



 

“¿Voy a salir en el periódico?”, pregunta un vendedor de frutas del Mercado “Juan Sabines”, para luego “hacer la pose” para una toma y advertir que, con el relajamiento de las medidas, las ventas comienzan a levantar. “¡Ahí la llevamos, hermano!”, externa en tono alegre.

Comerciantes ambulantes también se apuestan en las banquetas y parte de la calle para ofrecer ropa, alimentos, bebidas, antojitos. Los pasos se interrumpen porque, a cada segundo, un peatón casi se “estrella” con otro. De repente, una señora, con morraleta en mano derecha, se baja el cubrebocas azul y lanza un escupitajo.

Solo en algunos establecimientos, como una zapatería, colocan la cinta amarilla con la leyenda de: precaución, y de igual forma solicita a los clientes potenciales, quienes tienen que portar un cubrebocas, a esperar mientras salen otros de efectuar sus compras.

En otros negocios, como paleterías o juguerías o pizzerías, familias enteras disfrutan de algún producto que en éstos se ofrece; en mercados o centros de abasto del centro la gente acude a los comedores para probar bocado. En el “Juan Sabines”, una familia desayuna, mientras dos niños juegan en el piso por donde, a cada instante, transitan decenas de personas.

“¡Pásale, mi vida!, ¿qué te vamos a dar?”, le ofrece una joven a un posible comensal, para que se anime a sentarse en una de las tantas fondas del mercado. Le lanza una sonrisa, y sin esperar tanto, lo convence.

A la altura de la 4ª Sur, entre Calle Central y 1ª Oriente, un trío de vendedores ambulantes platica y, al verse captado por la cámara, sonríe de manera efusiva. Una de ellas advierte: “¡Ya nos cacharon! ¡Vamos a ser famosas!”, para luego soltar otra ligera risa. Están sentados en la entrada de un negocio de venta de telas, donde también luce acordonado.

Con base en la Secretaría de Salud, hasta el momento se han registrado 6,986 personas contagiadas y 569 decesos; solo hoy, reportó 8 casos nuevos, sin ni una sola muerte.

“No hay que confiarse”, dice un galeno que está adscrito a la Clínica Covid-19 del Polyfórum en Tuxtla, quien advierte que en la mayoría de las semanas en las que se mantuvo Chiapas en semáforo amarillo no hubo ingresos a la misma, pero en los últimos días ya se reportan varios casos; “por eso hay que cuidarse”, insiste.

Mientras tanto, frente a la Catedral San Marcos, varias parejas degustan raspados o aguas frescas, y otros más platican en algunas de las bancas o pretiles de las jardineras del Parque Central, pues es mediodía y el sol no los acosa tanto como en otras ocasiones. El vaivén de tuxtlecos y avecindados continúa de forma vertiginosa.