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Salvatierra llora a siete de sus hijos

Ellos eran los jóvenes masacrados en San Nicolás de los Agustinos

Escrito en GUANAJUATO el

Salvatierra.- Las comunidades de Los Sabinos y San Nicolás de los Agustinos, en Salvatierra, están de luto por la muerte de siete de sus jóvenes.

La tarde del lunes, un grupo armado irrumpió en un taller de motocicletas en San Nicolás, que era atendido por los propietarios, los hermanos Julio César y Juan José Paredes. Con ellos estaban Daniel, Juan Carlos, Luis Antonio, Diego y José, quienes también murieron acribillados.

Los criminales presuntamente llegaron en un auto rojo y estacionaron frente al portón blanco del taller de motos “Peineker”. El negocio mide 8 metros de frente y su piso es de tierra y gravilla; en vez de techo tiene una lona bajo la cual se resguardan herramientas, las motos en reparación, refacciones y una hidrolavadora, pues el local también funciona como autolavado.

Los jóvenes convivían en el interior al momento de la llegada de los asesinos. Estos no dispararon desde afuera, sino que entraron por sorpresa y abrieron fuego de manera indiscriminada.

ELLOS ERAN

Los mayores del grupo eran Julio César y Juan José Paredes Lovera, al parecer de 24 y 25 años respectivamente.

Julio César Paredes. (Foto: especial)

Tenían su taller desde hacía dos años, tiempo en que habían logrado acreditar bien su negocio debido a que, según se corrió la voz tanto en San Nicolás de los Agustinos como en las comunidades vecinas, hacían buenos trabajos, eran moderados al cobrar la mano de obra y conseguían refacciones a buen precio. Por eso no les faltaban los clientes.

Juan José Paredes. (Foto: especial)

Julio César era definitivamente un “biker”: pertenecía al motoclub “Caballeros del asfalto”, organizaba rodadas a diferentes poblaciones sin importar distancias, y su grupo de amigos moteros era bastante amplio. Eso le servía para ampliar sus relaciones empresariales, pues entre más lo conocían era mayor su clientela.

Juan José Paredes, el menor de los dos, era además de motociclista un amante del ciclismo, tanto de ruta como de montaña. Al igual que su hermano, era estimado en Salvatierra y en Acámbaro.

CASI UN NIÑO

Le decían Dany. Él era Daniel Sancén, radicado en El Sabino y con uno de los apellidos más conocidos en Salvatierra.

Su afición por las motos la tenía desde muy chico, pero hasta hacía poco había logrado hacerse de una propia. Era una modesta Italika FT-150 color gris, que lo movía a todos lados, sobre todo a los ensayos y tocadas con la banda La Fulminante de Rancho Guadalupe, en la que era trompetista.

Daniel Sancén. (Foto: especial)

Dany era músico desde la primaria, y en la secundaria era integrante de la banda de guerra de su escuela.

Había llevado su moto a mantenimiento cuando sucedió el ataque. Llevaba camiseta blanca, pantalón de mezclilla y Vans. Estaba recargado en una barda al momento en que llegaron los sicarios y le dispararon a la cabeza.

ADIÓS, DIEGO

Diego Rivera, también de El Sabino, era al igual que Dany recién egresado de bachillerato en el Cecyte. De hecho, al momento de la tragedia llevaba puesta ropa deportiva con los logotipos del gobierno estatal, parte de su uniforme escolar.

Diego Rivera. (Foto: especial)

 

MÁQUINA 256

Entre los fallecidos también estaban dos integrantes de uno de los motoclubes más numerosos de la región, el “Máquina 256” que reúne a aficionados propietarios de motos de todo tipo.

Uno era Juan Carlos, quien con mucho orgullo presumía su gusto por los viajes en moto, lo mismo que Luis Antonio Hernández, poseedor de una enduro 250 cc.

Luis Antonio Hernández. (Foto: especial)

El séptimo joven muerto en la masacre era José, de quien hasta el momento no se ha obtenido mayor información.

CV