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Rebeca, maestra de Veracruz que sube cerros para que alumnos no deserten

Millones de alumnos dejaron sus estudios por la pandemia y la pobreza, pero profesoras como Rebeca hacen frente a la deserción en Veracruz

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Escrito en VERACRUZ el

Cuando sus estudiantes dejaron de tomar clases a distancia, a causa de la pandemia, la profesora Rebeca Ronzón supo que tendría que ir a buscarlos y que sería una tarea difícil. Para llegar a ellos debió caminar exhausta entre cerros y potreros con el único fin de evitar la deserción de cinco alumnos.

Una niña, otra de sus estudiantes en la escuela rural multigrado José María Morelos y Pavón, sirvió de guía entre caminos de terracería y veredas que llevan a la casa de sus compañeros en una comunidad del municipio de Acajete, ubicado a 30 minutos de Xalapa, Veracruz. 

En Joya Chica el trabajo se antepone a la escuela y con la pandemia el problema de la deserción cobró más fuerza. Por eso Rebeca acude regularmente para que la pobreza o los apuros que surgen con las clases en línea no se vuelvan un motivo para que los niños dimitan.

Ella les lleva actividades que complementan sus clases vía Google Meet, por televisión y radio. Algunos alumnos no tienen electricidad en sus casas y la docente les aporta copias o cuadernillos que complementan las lecciones, así como las actividades de los libros de texto, coordinándose con los padres de familia y el Ayuntamiento para sacar las copias.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el ciclo vigente 2020-2021, por el covid-19 y la falta de recursos, casi 9 millones de alumnos de entre 3 y 29 años dejaron sus estudios en el país.

De esta cifra, 2.3 millones de estudiantes no se inscribieron por motivos asociados a la contingencia y otros 2.9 millones no tuvieron recursos para hacerlo. Además, 3.6 millones pusieron en pausa sus estudios porque tuvieron que trabajar.

En el Estado, el titular de la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV), Zenyazen Escobar, reconoce que aún se desconoce la cifra oficial de alumnos que fueron baja temporal o definitiva: “Puedo confirmar que hay 3 por ciento de la deserción en educación básica y se trabaja en la estadística de educación media superior y superior (…). Esto también se tiene que atender, al final nuestro trabajo es mantener a los niños en las aulas”, señaló el secretario en entrevista.

“Ahora hemos estado prácticamente acosando a los papás, pero tenemos poca matrícula y lo que menos queremos es que siga reduciéndose”, explica Rebeca, quien relata que tras 50 minutos de caminata entre lodazales y caminos para el ganado llegó a la casa de los 5 alumnos que se habían ausentado, quienes pertenecen a una misma familia.

PROMETEN SEGUIR ESTUDIANDO

En su aventura, la maestra estuvo acompañada por su esposo Víctor Francisco y ella afirma que ambos recuerdan la expresión de emoción en los rostros de los niños cuando los vieron entrar a su hogar.

"Para ellos ir a la escuela es algo diferente porque están acostumbrados a trabajar. Muchos extrañaban a sus compañeros y cuando nos vieron les dio mucho gusto, aunque les llevé muchas actividades que tenían pendientes en su ausencia se pusieron contentos", comenta.

Recuerda que en otras ocasiones ya había subido al pueblo, pero no encontró a ninguno de sus alumnos en sus casas. Meses atrás habló de la situación que estaba ocurriendo y les pidió a otros padres de familia que al menos los padres de esos cinco menores se comunicaran con ella.

"Pedí que nos respondan, pues uno de los papás tiene celular y la cuestión es que sale del pueblo y sólo regresa los fines de semana".

"Después de que fui a su casa en esta última ocasión prometieron que los fines de semana o en las tardes, antes de que oscurezca, es cuando vamos a estar haciendo videollamadas por la plataforma de Google o WhatsApp, porque ninguno de ellos tiene luz ni tele".

De los cinco menores, son dos los que la inquietan más. Ambos tienen discapacidad intelectual, uno en cuarto grado y otro en sexto, quienes reciben atención en el CRIE Educación Especial de Acajete. Ella los ha apoyado en su desarrollo y se trata de tres hermanos y dos primos que trabajan con sus familias en el campo, criando ganado y produciendo leche, la principal actividad productiva de la región.

"Al principio de la pandemia estuve hablando con el papá y perdimos comunicación; en esa familia en específico hay una niña en cuarto (grado) y otro en sexto, quienes son apoyados por tener capacidades diferentes”.

Recuerda que el primero en ausentarse fue el niño debido a problemas de salud.

"Me preocupa porque no puede ser que los estén atendiendo y de pronto se ausentan", lamenta la docente, quien tiene a su cargo tres grupos: cuarto, quinto y sexto. En su escuela bidocente, otro profesor se hace cargo del primero al tercer grado, atendiendo a un total de 29 alumnos.

Del caso concreto, cuenta que mandaba el material para las actividades y la familia no lo recogía, por lo que buscó el apoyo de otros habitantes del pueblo, pero “seguía sin haber respuesta".

Entonces emprendió la travesía. Sin avisar que llegaría al lugar, se aventuró y dedicó un día completo para realizar el viaje de Coatepec, donde reside, al municipio de Acajete (32 kilómetros), saliendo desde las 11 de la mañana y regresando a su casa después de las 5 de la tarde.

La docente aprovechó para entregar sus tareas a una niña a le imparte sexto grado. Ya en la localidad, la mamá de la pequeña le dio permiso de guiarla a las casas de sus compañeros.

"Yo agarro por Joya Chica para llegar a la localidad de estos niños y esta vez me fui por Puentecillas; la mamá nos dio chance. Llevamos cubrebocas y caretas, aparte de que mi marido llevaba sus lentes para no ponerlos en riesgo”.

UNA VOCACIÓN CON SACRIFICIOS

Rebeca tiene seis años en la primaria en donde funge como directora. Desde que comenzó sus estudios sabía que el magisterio necesita constancia y hacer ciertos sacrificios.

Hace dos años 7 meses se convirtió en madre y su dedicación le impidió estar presente en los primeros pasos de su pequeña, pero Ronzón Benítez tiene claro que una escuela entre cerros puede generar una gran diferencia en una comunidad.

Orgullosa afirma que algunos de sus estudiantes ya están en la preparatoria o ingresaron a la Universidad Veracruzana (UV), con un sacrificio económico de los lugareños que se organizan para trabajar y llevar a los estudiantes a lugares como Xalapa o municipios vecinos.

Asegura que los ciudadanos en general consideran que la labor del docente es mínima y que ella ha leído o escuchado comentarios señalándolos de “flojos” o poco esforzados con las clases a distancia. 

La maestra habla a ratos con la voz entrecortada. Recuerda lo complejo que fue iniciar su trabajo en línea en una comunidad rural, en donde casi todos los alumnos carecen de energía eléctrica e internet. También para ella fue complicado porque carecía de equipo y capacitación.

La falta de una computadora propia para impartir sus clases fue el primer obstáculo a vencer. Junto a Víctor Francisco tuvieron que adquirir un equipo a pagos, disparando el costo total a más de 20 mil pesos y además convirtieron su sala en el salón de clases, aprendiendo en tutoriales la forma en que se puede realizar una clase virtual.

Rebeca estableció una forma de trabajo acorde a las circunstancias que demandan los propios estudiantes y sus familias.

"Nosotros nos apoyamos del libro de texto; ellos ven las clases en televisión y nosotros reforzamos el tema del libro y explicando las clases. El profesor, mi compañero, tiene a sus alumnos de primer a tercer grado y prácticamente no los conoce; él se las ve difícil porque le toca trabajar con los niños que aprenden a leer y escribir".

Pero el esfuerzo no solo es de los maestros. Para obtener sus resultados se valen de la colectividad, que hace un trabajo extraordinario vigilando que los pequeños cumplan sus tareas, pese a las limitaciones que todos enfrentan.

"Los padres de familia están apoyando muchísimo. No hemos tenido problemas con ellos y nos avisan cuando no pueden entrar a las clases virtuales para cumplir después".

Ahora generalmente termina su labor a las 2 de la tarde, tratando de cuidar a su hija y a veces poniéndole la televisión para que se distraiga o preparando con antelación una mamila.

"Yo me había propuesto no entretener a mi hija con la tele, pero ahora lo tengo que hacer para que pueda atender a mis alumnos que se conectan, es algo importante para mí", cuenta.

Algunas de las dificultades radican en que la pequeña sigue tomando leche materna, por lo que la maestra debe encontrar el tiempo adecuado entre atenderla y regresar a su espacio habilitado en la sala a continuar sus clases.

"Un logro para mí es que mi hija dejó el pañal, pensé que se iba a tardar mucho, porque no había tiempo para enseñarla, ahora que estoy en casa pude ayudarla con esa etapa.

"Los primeros pasos yo me los perdí, les tocaron a mis papás, a mis hermanas. A mí me tocó ver que dejara el pañal. Creo que estoy aprendiendo de mi hija y de la casa; incluso estoy aprendiendo recetas; ahora trato de hacerme el tiempo de hacerle de comer, lo que no tenía y ahora ya lo tengo", cuenta con orgullo.

Ronzón Benítez está adscrita a la zona 104. Antes pasó en centros educativos en Tatatila, en la localidad de Vaquería, con primero, segundo y tercer grado; después fue trasladada a otra escuela en Tenexpanoya, en donde tuvo a su cargo cuarto, quinto y sexto.

"Ahora yo me siento satisfecha, siento que estoy haciendo lo máximo y los compañeros de la escuela también, porque esta escuela tiene personal de apoyo e incluso profesores de educación física".

"La verdad es que extraño la escuela y a los niños, confío en que pronto podamos regresar y superar todo lo que está pasando", dice la docente.

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