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Población infantil de Chiapas, "chambeadora" pero sumida en la pobreza

El 85.4% de los casi 2 millones de niños, niñas y adolescentes que viven en Chiapas es pobre por ingresos, situación que empeoró con la pandemia: Coneval

Escrito en ESTADOS el

TUXTLA GUTIÉRREZ.- De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el 85.4% de los casi 2 millones de niños, niñas y adolescentes que hay en Chiapas es pobre por ingresos, lo que, con la pandemia, rebasaría el 93%.

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Según un estudio denominado Índice de Rezago Social 2020 del Coneval (basado en el Censo de Población y Vivienda del Inegi del mismo año), el panorama sería más crítico: Chiapas aparece en primer lugar de las entidades del país con muy alto rezago social, por encima de Oaxaca, Guerrero, Veracruz y Puebla.

Asimismo, sobresalen dos municipios (Chalchihuitán y Sitalá) entre los primeros 10 a nivel nacional en esa misma condición.

DE LA SIEMBRA DE MAÍZ… AL TRABAJO SOBRE ASFALTO

Julián Pérez Méndez llegó a la capital chiapaneca hace pocos días: salió del municipio Frontera Corozal, en la Selva chiapaneca, junto a su esposa y tres de sus cinco hijos (de 12,11 y 4 años), debido a que su oficio, la agricultura, ya no es redituable, y más ahora con la pandemia y el nulo respaldo al campo por parte de las autoridades.

Desde temprana hora, toda la familia arma los racimos de la fruta conocida como guaya, para ofrecérselos a los automovilistas en los cruceros, cada que el semáforo cambia a luz roja. Prácticamente tienen que “torear” vehículos con tal de obtener unas monedas.

Sin seguridad social, ni servicios de salud ni prestaciones ni descanso y con el sol que les cae a plomo, no les queda de otra que emplearse con mayor fuerza para subsistir.

“Nosotros no recibimos ningún apoyo (de gobierno), tenemos que seguir chambeando”, refiere el padre de familia hablante de la lengua chol, quien asegura que, con lo que obtienen a diario, apenas les alcanza para rentar un cuarto en donde pernoctan, casi en hacinamiento, y para medio probar alimento.

Pero don Julián no solo pone su fe en las guayas, sino en otros productos como dulces, actividad en la que lo acompañan sus pequeños, mismos que le ayudan a recabar más dinero.

Pero él no se piensa quedar en Tuxtla, pues una vez que hayan juntado una cantidad “decente” de recursos, se regresarían a Frontera Corozal, y a poner, de nueva cuenta, las esperanzas en la producción de maíz, la cual estaría lista una vez que estén de vuelta.

Ante este panorama, advierte en un documento la organización Melel Xojobal, con sede en San Cristóbal de Las Casas, 9 de cada decena de infantes y adolescentes estará condenado a vivir en pobreza o pobreza extrema, “con un efecto negativo en sus proyectos de vida”.

Además, también los obligará, como ya es una costumbre, a trabajar desde pequeños. Solo en ese Pueblo Mágico de Chiapas, revela la misma agrupación que acompaña a menores trabajadores, entre 2,500 y 3,500 niños y niñas de cero a 17 años trabajan o acompañan a sus familias en actividades laborales.

De acuerdo con el Coneval, en 2018, el porcentaje de menores de edad en pobreza en Chiapas fue de 82.9%, es decir 33% más al promedio nacional. Incluso, ocupó el primer lugar respecto a las demás entidades federativas por su porcentaje de menores de edad en pobreza, con 1,806,300. Asimismo, el porcentaje de pobreza de los niños y adolescentes fue mayor al de los adultos por 10.9 puntos porcentuales.

LA POBREZA VS EL CIRCO DE LA VIDA

Sin embargo, la pobreza o la misma necesidad no solo aprietan en tierras sureñas. Ángel Constantino, su esposa y dos hijos (una de 4 y otro de 8 años) salieron de Salamanca, Guanajuato, para ganarse el pan de cada día, de igual forma, en los cruceros de esta ciudad tuxtleca.

Aunque están en Chiapas porque participarán en un festival circense en San Cristóbal de Las Casas, en la región Altos, “pero aprovechamos a salir porque está la contingencia, y como no hay clases presenciales, pues qué mejor…”

De hecho, resienten el lento flujo de efectivo en esta capital, comparado, dice por su parte Paulina Paredes, su pareja, con otras entidades del país, donde la economía se ha reactivado de mejor manera en estos tiempos del covid-19.

No obstante, hacer el espectáculo en vía pública no es tan malo: si le echan ganas, es decir, si se quedan más horas en las calles, recaban entre 400 a mil pesos en una sola jornada.

El destino de sus hijos, coinciden, al parecer también será en la calle, como lo han hecho ellos durante varios años con sus espectáculos, ya sea arriba de un monociclo, o con aros.

“Mi educación quedó trunca, hasta la preparatoria, pero le he invertido a mi preparación en los festivales y talleres de circo”, ataja Ángel, quien advierte que no siempre viven de esa actividad, sino de las artesanías que él elabora; “hay que rascarle, como sea”.

esc