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Para Vianey y Don Polo “no hay moneda que alcance”

De acuerdo con el INEGI, Hidalgo figura entre las entidades más bajas en cuanto a los ingresos que en un trimestre llegan a los hogares

Escrito en HIDALGO el

PACHUCA.- Visitar la casa de Vianey es percibir un ligero olor a pan dulce que su esposo Polo cocina cada tercer día en un horno de aluminio acomodado en la esquina de su hogar, justo a un costado de un cuarto amplio que tiene dos mesas, una de plástico y otra de aluminio, en donde hacen artesanías con material de reciclaje y chocolate amargo que ambos comercializan para el sostén de su familia y su hijo José, un joven de 16 años que en su infancia pasó por un traumatismo craneoencefálico y que hoy en día busca viajar y estudiar medicina fuera de México.

Para vivir, venden artesanías por las cuales perciben de 5 mil a 6 pesos mensuales, más 3 mil 600 pesos por el pan casero que elaboran, en total, su ingreso mensual es de 9 mil 600 pesos, sólo si la venta del mes fue “buena”.

El dinero que entra a la casa de Vianey y Polo son 28 mil 800 pesos trimestrales, dinero que incluso, está por debajo de la cantidad promedio que emitió el Instituto de Estadística y Geografía (INEGI) a través de su Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), la cual indica que el ingreso corriente total en una casa de Hidalgo es de 38 mil 783 pesos, dinero que proviene principalmente del trabajo, renta de propiedades y transferencias monetarias.

INGRESOS Y GASTOS DE LOS HOGARES

De acuerdo con la ENIGH, que se publicó en julio de este año, Hidalgo figura entre las entidades más bajas sobre el gasto corriente que durante un trimestre llega a un hogar; ya que la media nacional de ingresos es de 49 mil 610 pesos, es decir, en el estado se perciben 10 mil 287 pesos menos del rango nacional.

Esta encuesta proporciona numerarias sobre los ingresos y gastos de los hogares en cuanto a su monto, procedencia y distribución.

De los recursos que los hidalguenses obtienen durante un lapso de tres meses, gastan 23 mil 961 para necesidades básicas.

Las estimaciones del INEGI, indican que trimestralmente un hogar de Hidalgo destina 9 mil 267 pesos para alimentos y bebidas; es decir, toda una familia tiene para comer 102 pesos al día.

En vestido y calzado apenas gastan mil 83 pesos, mientras que, para su vivienda, los servicios de conservación, la energía eléctrica y el gas, destinan mil 792 pesos.

Los artículos y servicios para la limpieza, enseres domésticos y utensilios erogan mil 263 pesos y 4 mil 764 más para transporte o mantenimiento de su vehículo.

Apenas 2 mil 561 pesos son para la educación y algunos gastos de esparcimiento, lo que apenas deja mil 642 pesos para cuidados personales o accesorios, así como 631 pesos en gastos diversos.

Al final de los egresos de una familia hidalguense está la salud, ya que para sus cuidados apenas destinan 958 pesos en un trimestre, es decir, poco más de 10 pesos al día.

VIANEY Y POLO

Si algún día requieres dulces, pan o artesanías, bastará con preguntar en la calle 1 de Santa Julia por Vianey, seguramente los vecinos de esta colonia de la capital hidalguense te dirán que toques fuerte en el zaguán amarillento y ligeramente oxidado que combina con las paredes anaranjadas de la casa, aunque es posible que los dueños te abran las puertas de su hogar por el acceso a su negocio, un portón corredizo de vidrio con barrotes blancos.

Por este cristal es probable que se asome Don Polo con su característica playera blanca en donde se alcanza ver algún estampado o incluso, la marca deslavada de un partido político, un pantalón cómodo y su conocida gorra roja que tapa una cicatriz en su frente, pero que deja ver claramente algunos puntos que le cocieron en el costado derecho de su rostro.

Pronto, le llamará a su esposa para decirle que un cliente le hará algún pedido o está en busca de las manzanas cubiertas de chocolate y chamoy, en ese momento Vianey saldrá a recibirte con una sonrisa que te dejará ver la falta de uno que otro diente que no se ha podido arreglar por falta de recursos económicos y porque su prioridad son los gastos de José, su hijo que estudia el bachillerato.

Sentada justo en el centro de su hogar en una mesa cubierta por una lona blanca que usa como mantel, Ana Vianey Estrada Munguía dedica horas de su día a tejer suéteres diminutos hechos con estambre de sus colores predilectos, principalmente gamas de verdes y azules fluorescentes o rosa mexicano, material que convertirá en dulceros que en la temporada navideña expenderá por apenas 50 pesos, ya que, si se comercializa más caro “la gente no lo compra”.

Vianey apenas y voltea a mirar el tejido que entrelaza con dos agujas de pico chato, cada puntada la realiza sólo con el estambre que siente entre sus manos regordetas, no es necesario que ponga la mirada fija a través de los lentes cuadrados que usa, basta con creatividad, pero, sobre todo, “necesidad”; dice que es la “necesidad” de donde salen las ideas creativas para usar lo que otros llaman “basura”.

Para esta mujer originaria de Pachuca, Hidalgo, es la “necesidad” de comer, de pagar servicios de agua, luz y gas lo que le hace reutilizar cartón, unicel o botellas de pet. En la casa de Don Polo y Vianey nada se tira, sino se recicla para sacar provecho económico.

En temporada de brujas, luego ando pidiéndoles de favor a los vecinos sus bolsas de plástico porque con ellas hacemos espantapájaros de un metro con cincuenta de altura, ando pidiendo pantalones de mezclilla, les corto las partes de las piernas, les hago la camisa de color naranja, se rellenan con bolsas y se ponen en un fierro para que la gente de casas muy elegantes los entierre en sus jardines”.

“LA NECESIDAD TIENE CARA DE HEREJE”

El negocio de manualidades y artesanías de la familia Castelazo Estrada en realidad inició como un juego y derivado de las competencias del colegio que le peticionaban a su hijo José, fue en ese momento cuando Vianey observó que su especialidad eran las artesanías, tanto, que otros padres de familia le comenzaron a pedir diversos trabajos escolares a cambio de una remuneración simbólica; tras más de 10 años, actualmente su nicho de mercado son las enfermeras y secretarias cuyos hijos están en edad escolar básica.

Yo entiendo a las mamás que no les da el capital para tanto, porque tienen dos o tres chamacos y acuden a mí: no seas mala, ayúdame y afortunadamente salen abantes sus trabajos, me ayudan y les ayudo, el que no sirve para servir, no sirve para vivir”.

Sin embargo, lo que gana esta familia durante una quincena varía de acuerdo a la venta, en promedio por la comercialización de artesanías percibe de 2 mil a 3 mil pesos cada dos semanas; es decir, lo que más llegan a expender son 6 mil pesos mensuales que ocupan principalmente para los estudios de preparatoria de su hijo de 16 años José Antonio Castelazo Estrada, quien sueña en viajar a otro país para estudiar medicina o biología.

El 50 por ciento de dicho ingreso lo gasta la familia en clases de inglés avanzado, así como exámenes de ubicación para revisar el nivel de idioma del joven, pasajes, inscripción de escuela, libretas o artículos de papelería que se requieren para el desempeño educativo, la parte restante se reinvierte para el material de las artesanías y si es que sobra algo, doña Vianey lo ahorra para gustos de José, como libros.

De los pagos de los servicios como luz, gas, agua o despensa se encarga Don Polo, quien debido a su estado de salud por presión alta y problemas en vías urinarias realiza 60 piezas de pan cada tercer día, de las cuales, 50 vende en oficinas gubernamentales por seis pesos y los 10 restantes las deja en casa para compartir con su familia.

Por la venta de estos alimentos gana 300 pesos en un día, lo que a la semana significan 900 pesos o 3 mil 600 pesos mensualmente, dinero que no llega integro a casa, ya que al menos del 40 al 50 por ciento debe reinvertirse en masa, aceite y azúcar. Por ello Doña Vianey con la alegría y risa que la caracteriza dice que “la necesidad tiene cara de hereje”.

Nos vamos a mita’ y mita’, cuando él puede aportar y cuando no, yo le entro, y así nos vamos los dos a gastos y así estamos, somos un equipo”.

"NO HAY MONEDA QUE ALCANCE"

Detrás de la sonrisa de Vianey, escandalosa y sinceridad para contar historias, dice que su vida no ha sido sencilla y con orgullo acepta que actualmente para las familias hidalguenses “no hay moneda que alcance”, y más cuando tu hijo antes de salir de la primaria sufre de un traumatismo craneoencefálico, al grado de no recordar a sus padres y amigos.

Después de que su hijo logró recuperar su bienestar físico y hoy aspira a estudiar en países orientales, para Vianey “no hay moneda que alcance” y ayude a materializar los sueños que tiene junto con su pareja para la época de la vejez.

A mí me gustaría vivir en el mar, en Veracruz o Tabasco, donde haya mucha alegría, marimbas, siempre he sido alegre, me gusta platicar parezco cotorro, me gusta ayudar a la gente de la manera que sea, quizá mañana no me ayuden a mí porque yo ya no esté, pero a mi hijo, a mi esposo y a mí alguna vez han tendido la mano”.

POBREZA EN HIDALGO

Durante la primera semana de agosto, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) presentó los resultados de pobreza en México a nivel nacional y por entidad federativa, que contempla del año 2008 al 2018.

Las numerarias en Hidalgo reflejan que el 43 por ciento de la población vive en situación de pobreza, especialmente en los municipios de Yahualica, Xochiatipan, Nicolás Flores, Huazalingo y Tlanchinol; esto, aun cuando en los últimos 10 años la condición de pobreza en la entidad disminuyó de 1 millón 443 mil 600 personas, en 2008, a 1 millón 311 mil 100, en 2018.

La pobreza extrema también se rudo de 401 mil 300 personas a 181 mil 500 personas en el mismo periodo.

Sin embargo, aún hay 523 mil personas con rezago educativo; 431 mil habitantes que tienen carencia en el acceso a los servicios de salud, al igual que los 291 mil hidalguenses cuyos espacios de vivienda no son dignos.

Hasta 2018, al menos 766 mil ciudadanos no tenían acceso a los servicios básicos en la vivienda y 679 mil más, a los alimentos, siendo estas dos las contantes con mayor índice de carencia que reflejan la pobreza de Hidalgo.


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