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Óscar Mascorro, el jugador que no conoció la Navidad

El jugador conoció su primera pelota cuando cursaba la primaria y, años después, logró portar la camisa del Puebla en Primera División y la de la Selección mexicana

Escrito en ESTADOS el

CD. VICTORIA.- “De niño no  supe lo  que era la navidad, la nochebuena, allá en el rancho no había eso. No tenía juguetes, pero nuestros juegos eran jinetear becerros, montar burros, trepar a los árboles, las carreras de costales no tuvimos juguetes, pero nos divertimos mucho”.

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Óscar Mascorro, quien logró convertirse en un jugador profesional en los años setenta, cuenta su historia de navidad: “Mis papás no nos enseñaron eso de la navidad, la nochebuena. Eso no se tocaba. No nos dieron juguetes. No había pino, ni nacimiento no se tocaba era su cultura su forma de ser”. Él es padre del jugador que lleva el mismo nombre y que debutó en 1998 con los rayados de Monterrey.

Sabíamos que algo se celebraba porque desde el día 22 de diciembre mi papá escogía un marrano y lo mataban entonces había carnitas, chicharrones, tamales, dulce de leche, pan de elote, calabaza con piloncillo. Pero no había juguetes, ni nada de eso. Para nosotros era un día, una noche como un día cualquiera

La familia que vivía en su rancho en Soto la Marina se mudó a vivir a Ciudad Victoria para que los hijos estudiarán. “Fue aquí donde conocí eso de la navidad, la nochebuena, el pinito”.

“Mi hermana mayor, que ya trabajaba, fue la que tomó la iniciativa de instalar un arbolito de navidad, un nacimiento”, relata Oscar.

“Recuerdo que fue en enero de 1959 cuando conocí el primer juguete, era una pelota, me hipnotizó. Estaba en la escuela primaria “Pedro J. Méndez” y Homero Bazán llevó una pelota, era color azul con figuras de estrellas y lunas, me acuerdo. Homero pateó la pelota y rodó hacia mí, la recogía, la abrace desde entonces me gustaron los balones, y el futbol”, continua.

“Desde entonces mi único juego fue el futbol, vivíamos y sigo viviendo a menos de 100 metros del estadio, entonces mañana y tarde aquí estaba jugando al futbol, a cualquier hora. Nunca volvía a jugar otra cosa”.

Cuenta que el futbol se lo dio todo: una esposa, hijo, casa, trabajo, su patrimonio y sigue gustando, pues su tiempo lo comparte entre su empresa y comentarista deportivo.

“Además de querer tener un balón mi sueño era tener unos tachones. Boleaba calzado, hacía mandados a los vecinos, y así junte 30 pesos para comprar unos tachones usados que me quedaban grandes”, cuenta.

Para entrar al estadio a los partidos de futbol del equipo local de segunda división, “Cuerudos”, se metía cargando el maletín a alguno de los jugadores.

Luego me ponía detrás de la portería para recoger los balones, eran de piel, los abrazaba, acariciaba. A veces me aventaba por un balón y la gente me aplaudía. Gritaban

“Pero un partido de futbol de la Selección Mexicana de primera división lo vi hasta 1970. Cuando ya estudiaba ingeniería en el Politécnico, en la Ciudad de México, me acuerdo que fue por televisión en una tienda Sears que estaba en la calle de Montevideo. Los gerentes nos dieron permiso a los estudiantes que nos sentáramos en la alfombra y viviéramos los juegos del Mundial. Fue también que por primera vez conocí una televisión”.

La primera vez que Óscar se paró en la cancha del Estadio Azteca fue en un clásico América contra Chivas.

Fuimos el preliminar de un clásico América contra Chivas. Y nosotros -Politécnico- jugamos con las reservas del América. Aquello estaba lleno, estaba asustado impresionado. Estaba paralizado, jugaron conmigo, me metieron cuatro goles

Tras años de picar piedra, Óscar acabó pisando la cancha del Azteca al vestir la camiseta del Puebla, entre 1976-1982, y la de la Selección Mexicana 1972-1976.

“Yo siempre vi el futbol como un juego salía a gozar, disfrutar. Por eso me sigue gustando el futbol”, comentó.

En víspera de la navidad, del juguete y los juegos, menciona: “Hay talentos, niños con una gran capacidad que se ha perdido porque sus papás no los apoyaron para llevarlos a jugar, a los entrenamientos. Tal vez no serán grandes médicos, ingenieros, licenciados, pero sí pudieron ser grandes jugadores”.

Y añade: “una carrera se puede estudiar a los 60 años de edad o más, pero en el deporte se van perdiendo las facultades, los recursos”.