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Oaxaca: La violencia institucional al denunciar intento de feminicidio

Maricarmen ha acudido dos veces al Ministerio Público, por violencia familiar y por intento de feminicidio, sin embargo, se han desestimado sus denuncias

Escrito en ESTADOS el

Hay ausencias y omisiones que matan: como la ausencia de justicia y la omisión de responsabilidad en los ministerios públicos sobre todo cuando se trata de casos de intentos de feminicidio. 

“Me pregunto ¿cuántas mujeres ya no pudieron denunciar?”, expresa Maricarmen H. L. mientras sostiene con fuerza las dos denuncias penales presentadas en contra Claudio Alejandro J. R., por violencia familiar, la primera de noviembre de 2019 cuando fue golpeada por terminar con la relación de pareja, la segunda en marzo de 2020 en un intento de feminicidio por negarse a retomar el noviazgo.

Desde la impotencia que genera la violencia institucional aquella que dificulta el derecho a la seguridad y justicia, Maricarmen sostiene el aliento. "¿Necesito ser asesinada para que me hagan caso?", cuestiona recordando el caso de Abril Pérez, asesinada el 25 de noviembre del año pasado en la Ciudad de México, debido a que sus denuncias fueron desestimadas.

El 7 de noviembre de 2019 Maricarmen acudió ante el Ministerio Público del Centro de Justicia para las Mujeres, para denunciar las lesiones ocasionadas por su entonces pareja. Aquella vez llevaba moretones y rasguños en brazos y cuello. Para la joven de 36 años de edad, el personal subestimó el hecho porque consideró que se trataba de una pelea de novios y que la denuncia constituía un hecho de venganza.

Además de asentar en el expediente apreciaciones subjetivas, la información proporcionada pretendía inclinarla a desistir de la denuncia y  no fue orientada adecuadamente para darle seguimiento al expediente, ya que el Ministerio Público le indicó que le llamarían cuando hubieran detenido al señalado. “Yo le pregunté: ¿Mientras tanto qué tenía que hacer? ¿Buscar un abogado? ¿Presentar pruebas?, él me dijo que nada de eso, que ellos se comunicarían cuando lo detuvieran. Me fui de ahí con esa idea. Ahora sé que lo que tengo que hacer es presionar para pedir información”. 

Una vida de amenazas y maltratos

Durante los siguientes meses, desde noviembre de 2019 hasta el 4 de marzo de 2020, cuando de nueva cuenta fue agredida,  Maricarmen estuvo acosada por su expareja. La seguía, espiaba, llamaba por teléfono para chantajearla con suicidarse colocándose en la boca un cuchillo. Ante la firme negativa, Claudio Alejandro J. R. incluso llegó a amenazarla con matar a su perro, quien había quedado al cuidado de él.

“Cada que intentaba regresar, el chantaje era el perro. En una ocasión, cuando llegó a buscarme, lo levantó del cuello con la correa. En pleno chantaje, lo puso en el piso, jaló la correa hasta al ras, lo pisó y el perro quedó todo torcido. Me puse muy mal, le tuve que decir que regresaría con él para que se tranquilizara”.

Bajo aquella promesa Maricarmen logró regresar a su casa, días después. Claudio volvió a buscarla para que cumpliera y reanudaran el noviazgo. El 4 de marzo, por la noche tocó a la puerta, Maricarmen no le abrió debido al temor que sentía hacia él. 

“Me pedía hablar, que regresáramos, me pedía abrir la puerta y yo siempre le dije que no porque tenía miedo”.

La plática entre ellos se dio a través de la venta. Él insistente en regresar. “Su comportamiento era el de una persona desesperada, como cuando quieren con ansias algo. Su reacción me dio miedo”.

Obstinado y sin respuesta positiva, Claudio Alejandro J.R. le pidió que lo dejara entrar para tomar un vaso con agua. Ella no lo hizo y por la ventana le ofreció el vaso, hecho que fue aprovechado para forcejear y lograr irrumpir en la casa de Maricarmen en donde la golpeó en la nariz con un candado provocando fractura doble.

Aquél día, el agresor llevaba en mano un desarmador que no pudo utilizar como arma porque Maricarmen se defendió.

Una segunda denuncia también ignorada

“Yo tengo dos semanas dando vueltas en la Fiscalía, tengo que salir de mi casa con miedo. Mis nervios de verdad, no sé cómo le hago pero busco la fuerza y el valor porque tengo un hijo y una madre por quien ver. Me da mucho coraje ver que mi denuncia fue omitida, no hicieron nada (...) Yo tuve que regresar por segunda vez a poner una denuncia porque ya no fueron sólo moretones y amenazas”. El expediente médico precisa que el golpe le ocasionó dos fracturas nasales.

Al día siguiente de la agresión, acudió ante el Ministerio Público en la calle de Arista, posteriormente a las oficinas de la fiscalía. Dos días después, por el dolor y molestia acudió al hospital por atención médica. Hasta ese momento supo que tenía fractura de nariz. Un trabajador de la Fiscalía le solicitó la radiografía, misma que no quedó integrada en el expediente porque al parecer fue extraviada.

Sumado a lo anterior, Maricarmen también se enfrentó con la resistencia del Ministerio Público para proporcionar copias del expediente anterior de su denuncia, así como a las condicionantes para otorgarlas ya que estaba siendo obligada a proporcionar el nombre de su abogado.

“¿Qué necesita la Fiscalía para que hagan y ejerzan las leyes que se supone están para protegernos?, ¿Una muerta más? Yo no paro de temblar todo el día, no puedo dormir, se me fue el apetito, estoy todo el tiempo con el pendiente de que venga y me mate porque estoy consciente del riesgo que corro por pedir justicia y que ninguna mujer vuelva a pasar por lo que estoy pasando porque esto es terrible. Sentir todo el día la angustia y no me puedo quedar en mi casa sentada cruzada de brazos sin hacer nada porque nunca voy a tener esa paz”.

En este sentido, Maricarmen exigió a las instancias de procuración de justicia y de seguridad pública, poner atención en este caso para evitar que la cifra de feminicidios se incremente.