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''Nunca pensamos que cumplir nuestros sueños se convertiría en una pesadilla'': estudiantes poblanos

Entre los contingentes estuvieron los rectores Alfonso Esparza Ortiz de la BUAP; Emilio José Baños Ardavín de la UPAEP y Luis Ernesto Derbez de UDLAP

Escrito en ESTADOS el

Puebla, Puebla (La Silla Rota).- Cuando el primer contingente de universitarios llegó a Casa Aguayo el último aún estaba en la fuente de la Avenida Juárez y la 27 Sur, esperando el momento para salir. Más de cuatro kilómetros y medio de calles llenas de estudiantes que exigieron la renuncia del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, seguridad en todo el estado y justicia para Ximena Quijano y José Antonio Parada, de nacionalidad colombiana y estudiantes de la UPAEP; Francisco Javier Tirado, alumno de la BUAP, y Josué Emanuel Vital, chofer de UBER, asesinados los cuatro en Santa Ana Xalmimilulco, junta auxiliar del municipio de Huejotzingo.

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El gobernador no se amilanó ante la multitud de universitarios y salió de Casa Aguayo para dialogar con ellos. Les aseguró que “vamos juntos a resolver los temas de seguridad. Celebro la participación activa de las y los jóvenes (…) Es tema de todos, nos toca la responsabilidad institucional y a la sociedad le toca la parte que le corresponde”.

A Barbosa Huerta lo acompañaron en todo momento el titular de la Secretaría de Gobernación, David Méndez; el titular de Educación, Melitón Lozano, y el consejero jurídico Ricardo Velázquez. Algunos estudiantes pudieron acercarse a la valla de seguridad para demandarle justicia por los homicidios de Huejotzingo y el gobernador les respondió que “ya hay justicia, los asesinos ya están en la cárcel”.

La marcha comenzó a gestarse un día después de que se conociera el asesinato múltiple en Huejotzingo y desde entonces tuvo nueve días gasta hoy jueves para robustecerse con el pase de lista de las víctimas: “Ximena Quijano, presente; José Antonio Parada, presente; Francisco Javier Tirado, presente; Josué Emanuel Vital, presente. Justicia. Justicia. Justicia”.

Desde antes de las 7 de la mañana los jóvenes comenzaron a concentrarse en la Avenida Juárez con pancartas y leyendas como “Alzamos la voz, ni uno menos”, “ Exigimos justicia y seguridad”, “Nunca pensamos que cumplir nuestros sueños se convertiría en una pesadilla”.

Entre los contingentes estuvieron Alfonso Esparza Ortiz, rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP); Emilio José Baños Ardavín, de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (BUAP); Mario Patrón Sánchez, de la Universidad Iberoamericana, y Luis Ernesto Derbez Bautista, de la Universidad de las Américas (UDLAP). Fueron cientos, miles los inconformes, entre quienes se encontraban también trabajadores de las universidades, de los institutos.

A su paso por la Avenida Reforma que en alguna parte se transforma en Juan de Palafox y Mendoza, de algunas puertas entreabiertas salieron ciudadanos solidarios a regalar agua a los universitarios, lo mismo en bolsas de plástico que embotellada. Otros aplaudían y arengaban a los jóvenes.

La señora Jimena estuvo entre los espectadores. Ella afirmó que al novio de su hija lo golpearon para quitarle un celular y sus padres decidieron que dejara los estudios en Puebla y regresara a su natal Tabasco. Mientras avanza por una banqueta siguiendo el contingente cuenta que desde el asalto al joven su hija y algunas de sus amigas, hoy entre los manifestantes, viven con temor, con desconfianza.

No es la única que ha vivido de cerca la inseguridad. El señor Teodoro, de unos cuarenta años, afirma que gana 10 mil pesos al mes y es el sostén económico de su familia y de los estudios de sus dos hijos. Uno de ellos, el menor, tuvo que ser hospitalizado en 2019 por una golpiza que le dieron al resistirse vanamente a ser asaltado cerca del campus de la universidad donde estudia.

Ambos, Jimena y Teodoro, van acompañando desde las banquetas a sus hijos, porque “ya basta de que no nos hagan caso”. Los contingentes se dividieron por universidades: el de la BUAP fue quizá el más numeroso, junto con el de la Upaep; también estuvieron la Universidad Iberoamericana, la Universidad Anáhuac, el Instituto de Estudios Universitarios, el Tecnológico de Monterrey, la Universidad Tecnológica de Puebla, , Universidad de las Américas Puebla, Instituto Angelopolitano de Estudios…

Hay quienes aceptan compartir, bajo el anonimato, que fueron víctimas de violación sexual, de asaltos, de manoseos, de secuestros exprés, de robos lo mismo en el transporte público que en las inmediaciones de sus facultades, de intimidaciones, de tocamientos, de amenazas.

¿Temor? ¿Miedo? ¿Desconfianza? ¿Precaución? El caso es que todos los negocios de las calles por donde pasó la marcha estuvieron cerrados. Cortinas abajo. De los balcones de unos cuantos edificios históricos hubo quienes mostraron apoyo, pero no más. 

Don Miguel, parado en uno de los contrafuertes que mantienen en pie el templo de la Compañía de Jesús, dice que tiene hijos ya casados y tres nietos; “me gustaría, asegura, que fuéramos nosotros los padres, los adultos, quienes estuviéramos en las calles protestando y exigiendo para proteger a nuestros hijos”. Trepado en el mismo contrafuerte un viejo fotógrafo le responde “tiene razón, pero ahora el movimiento es de ellos, ellos tienen la iniciativa, y debemos apoyarlos”. Desde ahí, desde esos recuerdos de acero y concreto construidos por el sismo el 15 de junio de 1999, no se ven huecos en la mancha que conforman los estudiantes que descansan y vuelven a la carga al grito de “el que no brinque es Barbosa, el que no brinque es Barbosa” otros se enfocan en un “no somos uno, no somos 10, señor gobernador cuéntenos bien”. 

Antes de reunirse con los rectores y con una comisión estudiantil, el gobernador dijo “su gobierno en materia de seguridad pública está actuando con honestidad y con fuerza, estamos desmontando todo un sistema corrupto, no tengo nada que esconder”.

La tarea del gobierno para garantizar seguridad luce complicada: mientras se conformaban los contingentes estudiantiles en la Avenida Juárez, por ahí de las 6:15 horas fue encontrada una bolsa con restos humanos en la junta auxiliar San Felipe Hueyotlipan y horas más tarde dos hombres fueron asesinados en San Jerónimo Caleras.

Al filo de las 14 horas la reunión de los estudiantes con el gobernador y los rectores seguían en Casa Aguayo, puerta adentro.

(Karla Alva)