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“No hay rincón donde podamos escondernos del ‘Mencho’”: desplazados

Ignacio y su hijo José Pablo tuvieron que huir ante la amenaza de sicarios del “Mencho”, quienes les exigían armas y radios de comunicación

Escrito en ESTADOS el

MORELIA.- El miedo más grande de José Pablo fue cuando al pedir ayuda al Ejército Mexicano y a la Policía local supo que entre los elementos de seguridad había alguien involucrado con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

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El joven michoacano y su padre contaron para La Silla Rota lo más aterrador que vivieron, como familia, del hostigamiento y amenazas criminales de la organización del “Mencho”.

En sus testimonios, levantados en una zona de la sierra de la Tierra Caliente michoacana, reiteran que la paranoia del CJNG ha despoblado comunidades enteras.

Fotos Juan Manuel González

Hasta este momento, los lugareños tienen contabilizadas al menos 90 familias que han tenido que abandonar sus hogares, sus pueblos y buscar refugio en otros municipios.

Esta familia, dice, solo tiene una opción: que alguien los ayude a conseguir asilo político en Estados Unidos, porque advierten que no hay rincón en México donde puedan esconderse de la organización de Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”.

LA HISTORIA

José Pablo se encontraba en su trabajo cuando una persona cercana a su familia le avisó que sus papás llevaban dos días escondidos en el cerro, sin poder regresar a casa.

Cuenta que integrantes de la célula delincuencial le exigieron a su padre que les diera armamento y radios digitales, lo cual el señor no tenía, pues es ganadero y agricultor.

Un día antes, el CJNG había perdido la batalla en un enfrentamiento que sostuvo con fuerzas federales en la parte serrana de la Tierra Caliente.

Las autoridades desmantelaron un centro de operaciones de ese grupo criminal y le aseguró un arsenal, además de cartuchos útiles, radios y equipo táctico.

El grupo armado dijo “que si mi papá no les conseguía, le iban a quemar la casa con todo y familia, y los iban a matar”.

Mientras realizaba sus labores, José Pablo recibió una llamada en la que le alertan que sus papás, un hermano menor y sus hermanas, ya llevaban dos días escondidos en el cerro y sin comer.

“Los corrieron de la casa; los quieren matar; les quieren quemar la casa y tienes que hacer algo”, le comentó vía telefónica un vecino del pueblo.

El joven relata que corrió al centro de la comunidad y pidió ayuda al Ejército Mexicano y a la Policía local para rescatar a sus padres del poder que tiene ese grupo criminal.

Revela que cuando estaba con el Ejército Mexicano, escuchó por los radios cuando los sicarios se alertaban de que ya había pedido apoyo del gobierno.

Decían por los radios: ‘vamos por tal familia; vamos ir a sacar esa familia’, oíamos en los radios del gobierno. Alguien (policías) estaba involucrado y fueron los que anunciaron al cártel que íbamos por mi familia

Y fue cuando yo sentí mucho miedo, porque dije: ‘ya saben que vamos por mi familia, entonces los pueden matar, los puede quemar o sepa Dios que les pueda pasar

Recuerda que con todo y miedo confió en los militares y fueron a rescatar a su familia para sacarla del pueblo. José Pablo y todos los demás integrantes tuvieron que huir.

Más aún porque ya el CJNG había sido enterado que el joven pidió ayuda del Ejército Mexicano para salvar a sus seres queridos; militares, que poco antes habían asestado un duro golpe a esa célula criminal.

PERDIMOS TODO; NOS CORRIÓ EL CJNG

Ignacio, papá de José Pablo -entrevistado en el exilio-, reitera con frustración, miedo y dolor, que perdieron todo: su casa, su ganado y sus 26 hectáreas de labor en el campo.

Pero, señala, que su mayor temor era que mataran y quemaran a su familia, como ya lo han visto con otros pobladores y que se llevaran reclutado –a la fuerza- a su hijo menor.

Llegaron donde nosotros estábamos trabajando y nos dijeron que no nos iban a molestar, las personas se presentaron como del Cártel Jalisco y se retiraron

“A los pocos días ya empezaron a amenazar; que nos iban a quemar con todo y casa y desgraciadamente tuvimos que salir, porque con esa gente no se puede jugar. Es una gente muy peligrosa, de tenerles miedo”, narra el hombre de avanzada edad.

Por temor, los nueve integrantes de esa familia tuvieron que huir de su pueblo natal con ayuda del Ejército Mexicano y buscar asilo con un familiar en otro punto de la entidad.

Y más familias se han tenido que salir (del pueblo) a causa de eso (amenazas del crimen organizado); hay otras dos familias que también corrieron, porque les pegan con las armas, los amenazan y tienen que huir. Eso fue lo que nos pasó a nosotros

Para Pablo e Ignacio no hay otra alternativa más que huir todos de México; piden a las autoridades que hagan algo, porque todavía quedan más familias bajo el yugo del narco.

Esta familia, como el resto que abandonaron sus casas y sus pueblos, está refugiada en otra zona serrana de la entidad, donde no tiene presencia esa célula criminal.

Los jóvenes, mujeres y adultos ahora están a la venia de sus familiares y van a tener que empezar una nueva vida, revelan, pero ya no será lo mismo.

El miedo siempre existirá y, comentan, que esto que les pasa, sucede a diario y no hay autoridad alguna que impida la operatividad del crimen organizado.