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Niños, las otras víctimas de Tijuana: en Tecate escalan desapariciones

En Baja California bajaron los delitos registrados en las estadísticas oficiales pero se dispararon los que no son denunciados, como desaparición de personas

Escrito en ESTADOS el

TIJUANA.- En la casa de Carlos, el niño de tres años de edad que murió en una extraña agresión armada ocurrida el pasado 29 de noviembre en Tijuana, todavía se ven los orificios que dejaron las balas en la pared.

Él recibió dos disparos, uno de ellos en el abdomen, cuando jugaba con otros niños en el patio de su vivienda, y aunque sus padres lo llevaron a un hospital en su auto, murió más de 10 días después.

De esa manera se convirtió en el sexto menor de 18 años de edad al que le quitan la vida a balazos en la ciudad este año, según un recuento realizado por La Silla Rota.

Por otra lado, Cruz Roja Tijuana informó que entre el primero de enero y el 11 de diciembre atendió 11 reportes por menores de 12 años de edad heridos por arma de fuego

La cifra oficial de los decesos fue solicitada a la Fiscalía General Estatal (FGE), pero no respondió. 

Tampoco ha aclarado si la muerte de Carlos fue producto de una agresión directa al grupo de niños o el objetivo de los tiradores, quienes no han sido detenidos, era otro. 

La familia no quiso hacer comentarios, pero los vecinos consultados coincidieron en que la violencia es cosa de todos los días allí en la calle Josefa Ortíz de Domínguez de la colonia La Cima, asentada en uno de los varios y pobladísimos cañones de Tijuana, el Cañón del pato.

Alfredo Gómez es un taxista que vive sobre la misma calle principal, a unas cuantas casas del lugar del ataque, y estaba en su patio con algunos invitados cuando escuchó al menos dos series consecutivas de disparos.

“Las mujeres a meter a los niños, y nosotros vinimos a asomarnos porque aquí tenemos a la vista la pasadera, pero en realidad no miramos nada raro (…) es común, de hecho en la noche casi es a diario la balacera”.

Otros vecinos no quisieron dar entrevistas pero igual destacaron que padecen la inseguridad provocada por la delincuencia común y el rastro de sangre que van dejando los grupos dedicados a la venta de drogas.

“La semana pasada mataron a uno enfrente de una casa con un `cuerno (de chivo)´, yo estaba en el patio (…) la semana antepasada mataron uno donde está la antena y después otro en el billar a plena luz del día. Aquí en la esquina, dejaron a un hombre abandonado en una panel”, contó Leopoldo Plascencia Valenzuela, quien aceptó dar la entrevista para pedir ayuda a las autoridades.

El Consejo Ciudadano de Seguridad Pública de Baja California (CCSPBC), informó que el confinamiento por la pandemia trajo una reducción de delitos en las estadísticas oficiales, pero igual provocó que la cifra negra por delitos no denunciados en el estado aumentara en comparación con el 2019.

En todo el año pasado no fueron denunciados 75 de cada 100 delitos, y en los primeros 6 meses de este 2020 subió a 80 de cada 100, según la Encuesta de victimización y medición de denuncia realizada en los 5 municipios del estado por ese organismo ciudadano.

Además el consejo afirma que los municipios con menos habitantes, como  Playas de Rosarito y Tecate, no parecen tener una estrategia para contener al crimen.

“Y principalmente una falta de coordinación entre las policías para poder atacar de frente y de lleno a esto que están llevando a cabo los cárteles de la droga por la pelea de la plaza (…) están rebasados, este problema lo dejaron subir demasiado y ahora es imposible para ellos poderlos detener”, comentó el presidente del comité ciudadano de seguridad en Tecate, Manuel Palagot Andrade.

Y una de las huellas que está dejando el narcotráfico en ese llamado Pueblo Mágico es la desaparición de personas que hoy denuncian colectivos como el de ´Madres hasta encontrarte´,  encabezado por Mónica Gabriela Mariscal.

“El pan de cada día de aquí de Tecate es que se encuentran muertos, hay asesinados y desaparecidos. No es de uno, son de hasta cinco, seis personas diarias. Tecate es un municipio desamparado, sin gobierno y sin leyes”.
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Aun así sigue siendo Tijuana, la ciudad más poblada del estado con más de 1.5 millones de habitantes, la que concentra el 45% de los 78,738 delitos  denunciados en el estado hasta noviembre de este año, y el 68% de los 2,674 asesinatos en el mismo periodo.

Frente a esto el gobierno municipal ha dicho que espera cerrar el 2020 con 2 mil homicidios, una cantidad que parece considerar un logro luego de alcanzar cifras históricas de más de 2,500 víctimas en 2018 y superar las 2,200 en 2019. 

Pero en la práctica esa disminución puede significar nada para ciudadanos como Leopoldo, porque su hijo Aldo de sólo 4 años de edad está creciendo en un ambiente hostil y peligroso en esta ciudad fronteriza en la que a su corta edad ya conoce el sonido de los disparos y la crudeza de los homicidios.

“Acaban de matar a unos niños (…) hicieron aquí pum, pum. Son malos”, fue su expresión mientras su padre hablaba sobre lo ocurrido en la casa de Carlos, apenas un año menor que su hijo.

El día del ataque, Leopoldo caminaba por la calle cuando encontró los listones que delimitaban la escena para recabar indicios, pero como el resto de vecinos ignora si el objetivo de los delincuentes era Carlos o su padre, quien aparentemente ya sobrevivió a una agresión armada hace un tiempo en el mismo domicilio.

“Si vamos caminando, se cruzan los carros, a ellos no les importa si va caminando gente, ellos van a su objetivo (…) ”, comentó Leopoldo con una mezcla de molestia y preocupación.