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“Muchos reos se colgaron, no soportaron trabajar para Los Zetas”

David y Miguel narran el infierno que vivieron en el penal de Topo Chico por Los Zetas, cártel que los obligaba a extorsionar y a torturar a otros internos

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Escrito en ESTADOS el

MONTERREY.- David y Miguel son dos sobrevivientes del infierno de estar presos en Topo Chico, el hoy desaparecido penal del terror de Nuevo León, donde tuvieron deseos de quitarse la vida antes de que una puñalada traicionera acabara con ellos.

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“Muchos reos no soportaron y se suicidaron, aparecían colgados por la mañana”, cuentan.

Ambos llegaron al Topo Chico por los delitos de secuestro y robo con violencia; David nunca militó en ningún cártel, pero si le “perteneció” a Los Zetas, quienes lo obligaban a hacer toda clase de “trabajos” al interior de la tenebrosa penitenciaría. Esa era la forma de pagar la cuota, pues nunca tuvo dinero para el piso.

Fotos Especial

En cambio, Miguel fue todo lo contrario, ocupó cargos dentro de la organización criminal, "no de los de arriba, pero si a media tabla, con la última letra (Zetas); tuve dinero, celda especial, drogas, mujeres, alcohol. Hoy estoy feliz, pero si me arrepiento de todo el mal que hice", narra.

Los dos son entrevistados por La Silla Rota en la biblioteca del penal de Apodaca, un reclusorio moderno, que está libre de cárteles y que les permite  los internos movilidad sin miedo.

"Aquí no tengo que cuidarme de que me maten o que yo tenga que darle a alguien. Ya hasta mi familia viene a visitarme, allá no podía porque hasta ellos corrían peligro", dice David.

Este miércoles es día de fiesta. Las autoridades celebran el primer aniversario del cierre del Topo Chico, terreno donde se construirá un parque, un bosque.

Los trabajos de reinserción social de los internos, 900 que llegaron del Topo Chico a otros penales estatales, han sido posibles por el apoyo de Reinserta, que lidera Saskia Niño de Rivera y Eduardo Guerrero, consultor en seguridad pública.

UNA VIDA CRIMINAL

David tiene 42 años y desde los 12 se inició en las drogas y al hurto. A los 18 estuvo preso, lo condenaron 10 años ahí en el penal de Apodaca; salió y se sumó al mundo criminal de Los Zetas, hasta que "me atoraron en un restaurante y me acusan de secuestro, pero yo no fui, mi abogado logró echar abajo la sentencia de 50 años de cárcel y ahora estoy en espera de una (condena) menor", dice seguro de su inocencia.

Detenido desde hace 12 años, detalla como la felicidad le sonreía como interno en Topo Chico: "Yo movía la droga, la vendía, cobraba las cuotas de piso, tenía mi celda, tenía todo, nada me faltaba". Enseguida rectifica: "si mi familia me faltaba, ya no me visitaba, la perdí porque tenían miedo de acudir a verme y a que les hicieran algo".

Fotos Cuartoscuro

Es lo contrario a Miguel. "Yo cobraba las cuotas a los internos, trabajaba para Los Zetas, siempre fui de ese grupo, fui insensible, cometí actos indignos contra las personas, sobreviví a esa vida de infierno porque era jefe".

Me tocó el pleito (motín) en 2016, cuando murieron 49, una noche antes, horas antes, nos avisaron que íbamos contra el mismo grupo de Los Zetas, que se había dividido con otro jefe y estaba en juego el poder, el control

"Vi como caían muertos, piedras, palos, algunas armas, puntillas, todo se usó, vi a los muertos, a los heridos. Vi a una persona que se aferraba a las rejas mientras se le quemaba el cuerpo, estaba gritando, luego quedó pegada, carbonizada", recuerda.

"Yo era privilegiado, tenía una celda para mí solo, hacíamos fiestas, vinos, cerveza, música, drogas, mujeres".

En cambio David, que ahora estudia la secundaria, nunca tuvo dinero para pagar el piso.

"Como no tuve dinero para pagar la cuota, que era variable de acuerdo al delito que habías cometido, realizaba trabajos diversos para Los Zetas y con eso me evitaba golpes. Había que hacer limpieza, trabajar para ellos", señala.

Había cuotas de 10 mil, 30 mil, 100 mil o más, de acuerdo al delito que habías cometido, eso era de entrada para que conservaras la vida y después habría que pagar cada cierto tiempo otras cantidades

EL PENAL DEL TERROR

David define el penal que por 76 años fue escenario de muerte, motines y terror: "terror es poco lo que se vivía en Topo Chico, golpes, torturas, lesiones, extorsiones a la familia, había mucho más".

"Estuve nueve años en Topo Chico, siete de ellos hacinado en una celda con 30 o 40 compañeros, era un infierno, había que cuidarse de que no lo picaran con una punta o que te robaran lo poco que tenías".

Muchos internos se colgaron, pues no soportaron el infierno de ser extorsionados, golpeados o ser obligados a trabajar para el grupo. Tu familia afuera corría peligro también y se le extorsionaba. Por mi mente también pasó el quitarme la vida

¿Y los custodios, los directivos?, se le pregunta.

"Todos los entraban o no se metían, porque sabían lo que les pasaría y a su familia también".

A Miguel lo condenaron por secuestro, robo de vehículos, lesiones calificadas. Le dieron 50 años, pero su abogado ha hecho un buen trabajo y le revocaron la sentencia y está en espera de una nueva.

David y Miguel coinciden en que, si bien no es el paraíso, hoy están bien dentro de lo que cabe en el penal de Apodaca, tienen movilidad al interior, no están hacinados, leen, practican fútbol y ya no hay temor hacia algún cartel, ya no existen.

David trabaja en la realización de fajas y overoles, su ganancia ya nadie se la quita, sus dos hijos van a visitarlo y quiere terminar la secundaria, estudiar la preparatoria y luego ser abogado. Lleva 13 años encerrado y le falta otra sentencia, pero, dice estar bien frente al infierno de Topo Chico.

Miguel es cocinero y se apresura a aclarar: "pero no cocinero del cártel, nunca lo fui". Conoció a su esposa en Topo Chico, también era interna, salió en libertad ya casada con él, tuvieron dos hijos dentro del penal y luego otro, ya libre ella. “Me visita, está conmigo”. Antes tuvo dos parejas e hijos también, la prisión los alejó de él, aunque los mayores lo hicieron abuelo y lo ven ya.

Les gusta leer y conocer el mundo a través de la lectura, se dicen arrepentidos y recomiendan a los jóvenes alejarse del infierno de la delincuencia, porque se pierde todo, la salud, la familia y la vida.

Se despiden, les colocan los grilletes en pies y manos, luego avanzan por pasillos cercados. "Hasta luego", se despiden mientras avanzan, su figura se pierde más adelante. Van a su celda.

SIN APOYO DE LA 4T

A un año del cierre del Penal del Topo Chico la Mesa de Seguridad estatal dio a conocer la renovación del Sistema Penitenciario de Nuevo León, en donde destaca la baja en la incidencia delictiva.

Después de operar por 76 años, el gobierno estatal cerró definitivamente el extinto Penal del Topo Chico el 30 de septiembre de 2019, y en su lugar anunció la construcción del Parque Libertad, con inyección inicial de 110 millones de pesos.

El gobernador Jaime Rodríguez Calderón presidió en las instalaciones del nuevo Cereso 2 de Apodaca la 475 Mesa de Coordinación para la Reconstrucción de la Paz, la Salud y el Desarrollo de Nuevo León.

El mandatario manifestó que la construcción de este centro penitenciario representa un ejemplo de un éxito del no centralismo.

El presidente (López Obrador) se había comprometido a ayudarnos a construir este penal y no lo hizo, lo hicimos con los propios recursos de la contribución de los nuevoleoneses

“Lo que iba a costar 5 mil millones de pesos (construir un nuevo penal) no nos llegó a costar mil y tenemos muchos más espacios, eso se llama eficiencia y reconversión”.

“Lo que hicimos con los hospitales lo estamos haciendo con los penales, estamos reconvirtiendo las áreas para hacerlas más funcionales y que quienes trabajan en ellas se sientan más seguros”.