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“Muchas veces no comíamos ni dormíamos”: musulmanes en Tijuana

Esté sábado se inauguró el primer albergue para familias musulmanas que llegan a esta frontera a pedir asilo en Estados Unidos o Canadá

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Escrito en ESTADOS el

TIJUANA.- A un par de cuadras del cerco que divide a México de Estados Unidos, en la colonia Zona Norte de Tijuana, Baja California, sobresale entre las viviendas una cúpula coronada por una luna creciente, símbolo del islam.

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Es el primer albergue para familias musulmanas que llegan a esta frontera a pedir asilo en Estados Unidos o Canadá; y fue inaugurado oficialmente este sábado, aunque comenzó a funcionar en marzo de este año.

Por el momento atiende a 30 personas, entre adultos y menores de edad, que llegaron de países como Rusia, Kenia, Ghana y Afganistán, huyendo del hambre, de la guerra y otros conflictos.

"Para evitar que usen coyotes y que se vayan de ilegales y que alguien les vaya a hacer daño. Estamos previniendo la entrada ilegal", dijo Sonia Tinoco García, fundadora presidenta de la Fundación latinos musulmanes y principal impulsora del proyecto.

Sonia vive en California, antes fue católica y comenzó su labor comunitaria entre 2014 y 2015; trajo alimentos a la oleada haitiana que llegó a Baja California en 2016 y en ese camino descubrió el flujo de migrantes musulmanes que pasa por esta frontera.

Y por lo tanto, la necesidad de un lugar de acogida acorde a su cultura y religión porque la mayoría de albergues administrados por otras asociaciones civiles en la ciudad son con frecuencia de corte católico. 

Ahmed Tijani Osuman es voluntario en la fundación y llegó a Tijuana hace cinco años, cuando el albergue recién inaugurado era solo una idea en busca de respaldo para hacerse realidad.

Todavía emocionado por el corte de listón recuerda que cuando él llegó con la intención de ir a Estados Unidos pasó días en uno de los saturados y humildes refugios para migrantes que hay en la zona centro de Tijuana.

{"quote":"A veces la gente no tenía dónde dormir. Y la comida que llega, como nosotros musulmanes no comemos cerdo, no tomamos cerveza, muchas veces la comida es cerdo, entonces no podemos comer"}

Mientras habla sobre su experiencia luego de una emotiva ceremonia de inauguración, varias familias más que han llegado para celebrar con los refugiados y la fundación van sonrientes a comer tacos de carne asada, quizá el platillo más emblemático del México norteño.  

Ese episodio de fiesta también está muy lejos de aquellos que fueron videograbados a inicios del año, cuando familias extranjeras llegaron desesperadas y trataron de cruzar las garitas por la fuerza al encontrarlas cerradas a los flujos migratorios a causa de la pandemia.

Entre esas personas, recuerda Sonia Tinoco, había chechenos y rusos, entre otras nacionalidades.

{"quote":"Estaban entrando en carros, en motos, tirándosela. Gracias a eso nos cerraron las fronteras a nosotros. Ahora sí que para pasar los ciudadanos tenemos que esperar mucho gracias a la ingenuidad de las personas. Y en ese grupo venía mucho musulmán"}

EL ALBERGUE

El lugar en el que ahora serán recibidas las familias musulmanas fue casi completamente reconstruido.

Cuando la fundación lo adquirió con donativos de ambos lados de la frontera era un edificio en ruinas que hasta hace un par de años había albergado un viejo y pequeño bar.

“El problema que tuvimos en 2016 que fueron los años en que comenzaron a llegar musulmanes era el choque de culturas, de religiones (...) el musulmán se sentía aislado”, comentó Laura Díaz, arquitecta de la obra.

El espacio está diseñado para recibir a entre 120 y 150 personas, brindarles atención médica, orientación jurídica y un espacio para orar que se suma a las ya existentes mezquitas en la ciudad de Playas de Rosarito y en la delegación Playas de Tijuana.  

{"quote":"Hay muchos musulmanes aquí en el centro que a veces tienen que ir hasta playas o Rosarito para rezar. Hoy gracias a Sonia y su esposo tenemos mezquita aquí en el centro, muy cerquita. Todo mundo puede venir a rezar”, dice Ahmed"}

Él, a sus 35 años de edad, ya abandonó el plan original de irse a Estados Unidos. En Tijuana su situación migratoria está regularizada, tiene empleo, ayuda a personas de su comunidad religiosa y dice que no ha sentido discriminación alguna.

Ni siquiera la violencia generada por los traficantes de drogas que todos los días deja muertos en Tijuana, o que Zona Norte sea una de las colonias donde con frecuencia se registran estos homicidios’ 

“Se sienten tranquilos, a gusto. Creo que porque en los países donde ellos vienen no pueden salir, hay más guerra. Y allí sí es violencia. Entonces cuando ellos van al trabajo, pueden salir temprano y andan en bicicleta para ellos ya es: ¡wow! Es hermoso. Aquí no hay violencia, porque vienen de violencia más extrema”, dice Sonia Tinoco.

 

 

 

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