Main logo

“Mi hija no se suicidó, la mataron”: madre de yudoka en Chiapas

La investigación de la muerte de Jade Yuing Gómez tiene irregularidades que la familia comienza a develar; sospechan de profesor

Escrito en ESTADOS el

TUXTLA GUTIÉRREZ (LA SILLA ROTA).- A poco más de dos meses de la muerte de la joven Jade Yuing Gómez, quien según la Fiscalía General del Estado (FGE) perdió la vida por ahorcamiento en el Instituto del Deporte (Indeporte) de esta ciudad capital, su mamá Adriana Gómez Martínez refuta ese argumento: “Mi hija no se suicidó”.

Lee también: Madre denuncia presunta red de trata en Chiapas; su hija está desaparecida

Hoy mismo, en la entrada de esa dependencia, familiares y amigos de la familia de la adolescente que practicaba yudo en la misma, colocaron velas y flores. Escribieron —con aerosol negro— el siguiente texto: “Aquí asesinaron a Jade”.

Como se informó, Jade era estudiante de la Escuela Secundaria Técnica “Manuel Velasco Suárez” e integrante del equipo de yudo del Indeporte, pero el pasado 15 de enero, y tras dejar una carta póstuma, que fue hallada por un intendente en el lugar, apareció sin vida en las gradas de una tribuna.

De acuerdo con Patricia Chandomí, activista que acompaña el caso, hay una serie de inconsistencias que hacen pensar que este hecho se trató de un crimen. “Creemos que es un feminicidio encubierto”.

Entre algunos “detalles” que les generan dudas están el que la FGE advirtió que el listón con el que se colgó la menor era naranja, cuando se trata de rojo, o que la tipografía de dicha carta póstuma, con base en unas pruebas periciales (grafoscopía), no correspondía a la letra de Jade.

Para el abogado del caso, Leonardo Gómez Melgar, el primer error que cometió la autoridad, incluso previo a la necropsia de ley y otras pruebas, fue haber argumentado que Jade se suicidó.

De hecho, refuerza la hipótesis de doña Adriana, al plantear que otra de las inconsistencias es que no hubo levantamiento de genética forense, ni de las huellas, ni declaraciones de los autores inmediatos dentro de la carpeta de investigación.

Asimismo, la madre o el padre de Jade no fueron llamados por la dirección de la escuela, ni a los servicios de emergencia, entre otros “detalles” que, de alguna manera, empañan el proceso.

Las sospechas

Uno de los principales sospechosos es el conserje de ese centro escolar, quien al momento de hablar del tema, reconoció que antes del “suicidio” ya sabía de la carta póstuma, la cual él encontró a 30 metros de donde pendía el cuerpo de un listón.

De acuerdo con el Observatorio Feminista contra la Violencia de Mujeres, solo en el 2019 se registraron 199 muertes violentas de mujeres, de las cuales 84 fueron calificadas como feminicidios y 74 como tentativa de feminicidio.

Según el Colectivo de Mujeres, con sede en San Cristóbal de Las Casas, en lo que va de este 2020 se han contabilizado por lo menos 15 feminicidios, principalmente en la zona costera, en municipios como Tapachula.

En redes sociales e, incluso como parte de las pesquisas, circuló que la menor vivía en un supuesto ambiente de violencia intrafamiliar y que por ello decidió “salir por la puerta falsa”.

 

Al respecto, Adriana Gómez rechaza esta hipótesis. “Sí tuve problemas con mi esposo, él me agredió y yo respondí de igual manera, pero nada qué ver con la situación de mi hija; no vivía en violencia, y tengo fotos y video que comprueban que mi hija fue asesinada”.

Lo más extraño para los familiares es que la directora de esa dependencia, Tania Robles, no “dio la cara” para hablar del tema, a pesar de que, tras la muerte de Jade, comenzaron a “ventilarse” una supuesta serie de anomalías dentro de la misma.

Incluso, la madre revela que un día antes del “crimen”, a su hija la obligaron a firmar vales de comida “que no ingirió”; sin embargo, destacó que, por ese detalle, le advirtió a ella que ya no regresaría al Indeporte; “no sé quién la obligó, pero me imagino que fue su maestro, el mismo chef de la cocina”.

Según ella, quien le avisó del “suicidio” fue Miguel Pérez, amigo de su hija, quien se enteró por medio de otro compañero de disciplina de Jade, de nombre Jorge.  “Al principio me dijeron que fue en el baño y, cuando llego al lugar, no estaba mi niña, sino que estaba colgada en el área de patinaje, en unas gradas”.

De nueva cuenta, Patricia Chandomí lanza otra teoría que sería clave en este caso: la joven yudoka presentó un surco completo en el cuello, lo que para ella contradice la versión de la autoridad, “porque siempre, cuando alguien se cuelga, le queda una especie de triángulo detrás, lo que te deja ver que no hubo un cierre completo del nudo”.

Pero las “irregularidades” fluyen aún más. De acuerdo con ellos, el primero en acordonar el área fue el Indeporte, cuando era competencia de la FGE. En pocas palabras, advierte, no se respetó un protocolo.

Tan es así, agrega, que ni Tania Robles, encargada de esa institución, le dio el pésame a la familia e, incluso, al otro día del “asesinato” el sitio estaba limpio, “como si hubieran matado a un pollo”, compara.

Y pone el dedo en la llaga: en el Indeporte hay 16 menores más en la disciplina de yudo, pero lo peor del caso, coincide, es que hay maestros o instructores que tratan de forma “incluso violenta” a sus alumnos, con el pretexto de que imponen disciplina.

La mamá, originaria de Yajalón, municipio enclavado en la región Norte-Selva de Chiapas, solo exige una cosa: justicia para Jade, “y no descansaré hasta que se sepa la verdad”.

A pesar de que la FGE no hizo bien su labor, esperan que el fiscal general, Jorge Luis Llaven Abarca, tome las medidas correctas para dilucidar la carpeta de investigación. “Lo único que podemos decir es que resulta incongruente que digan que se trata de suicidio, hay un equipo de nosotros que analizamos todas las pruebas, y presentaremos la segunda parte de la investigación”.