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"Me dijeron que mis hijos se quedarían sin padre"

Así militares torturaron a Rey David González Flores en el municipio de Altar, Sonora, donde hay presencia de migrantes y narcotraficantes

Escrito en ESTADOS el

CIUDAD DE MÉXICO (La Silla Rota).- “Me preguntaron si tenía hijos. Les dije que dos niños… Me dijeron: pobrecitos tus hijos, se van a quedar sin padre. Me acostaron en el piso, con las manos atadas y me echaron agua en la cara, en la boca. Me estaban asfixiando”, relata con la voz entrecortada Rey David González Flores, torturado por elementos del Ejército en el municipio de Altar, en Sonora.

Esta comunidad, de 7 mil 900 habitantes, es la última del territorio sonorense antes de llegar al Desierto de Altar que colinda con Arizona, Estados Unidos. Por lo tanto, la presencia de migrantes, narcotraficantes y miembros del crimen organizado es parte de la vida cotidiana del poblado.

Sin embargo, no son los únicos. También rondan por las calles elementos del Ejército Mexicano, de la 45 Zona Militar, que con constantes operativos y enfrentamientos con criminales hacen que la zona desértica de Sonora (Sonoyta, Puerto Peñasco, Altar, Caborca, Tubutama) se convierta en un campo de guerra.

Por eso, cuando Rey David observó una unidad militar cerca de donde se encontraba, no le pareció nada extraño.

El padre de familia salía todos los días, a las 5:30 de la mañana para “darle la vuelta” a una propiedad por la que le pagaban para cuidarla. Entraba al terreno, quitaba la cadena de las puertas y revisaba que los muebles, la ropa y las pertenencias de su amigo no hubieran sido robadas por delincuentes.

Pero el pasado 27 de junio no fue como los demás días, de acuerdo con lo declarado a Semanario Confidencial. Cuando el sonorense entró a la casa por la cadena de las puertas para retirarse del lugar, un grupo de militares lo abordaron y entraron violentamente, acusándolo de ser “halcón” (vigilante de narcotraficantes) y cuestionándolo para quién trabajaba.

“A esa hora yo iba de salida, miré que había una unidad de los militares y no le tomé importancia. Entré a la casa, por la cadena para cerrar e irme a mi casa. En eso entraron agresivamente, me preguntaban que si yo era el halcón y que era lo que cuidaba ahí, y yo les dije que trabajaba ahí, que cuidaba la casa esa, y me dijeron que no, que les dijera quien era el bueno de ahí del pueblo. Y yo, pos, sin saber lo que ellos me preguntaban… les dije que no sabía”, recuerda.

Al no obtener la información que querían, los cuatro elementos del Ejército tomaron a Rey David, le cubrieron la cabeza y lo subieron a la unidad, un pick up camuflajeado, de cuatro puertas. Lo llevaron al monte.

Alejado del poblado, en un lugar en medio de la nada comenzó el infierno del padre de familia de 30 años.

“Decidieron levantarme y me subieron a la camioneta de ellos, en la cabina de atrás, me llevaron. Yo con la cabeza tapada, escuchaba que me iban a llevar pa’llá o pa’ca, en unos diez minutos, o quince llegamos a una parte, sin saber yo donde era. Ahí empezaron a torturarme”, lamenta.

Lo ataron de manos hacia atrás y le propinaron una golpiza: puñetazos en el abdomen, patadas en los costados y golpes con sus pistolas.

Los militares seguían con el interrogatorio a Rey David: ¿Para quién trabajas? ¿Quién es el bueno del pueblo? ¿Dónde hay armas y droga? ¿Dónde están las casas de seguridad?

Pero Rey David es un hombre común. Está casado, tiene dos niños y nunca se ha relacionado con criminales o grupos de delincuencia organizada.

Eso era lo que les alcanzaba a contestar a los militares, en medio de los golpes, que él no sabía nada. Entonces, uno de ellos le apuntó con su rifle en la cabeza.

“De ahí me pusieron una punta en la cabeza, me apuntaron con un rifle. Me dijeron que, si no cooperaba, que ellos me podían matar, que me podían dejar ahí y nadie me iba a reclamar. Me siguieron preguntando por el bueno del pueblo y por armas y drogas”, recuerda.

La tortura del padre de familia subió a otro nivel. Lo tomaron de pies y manos, le vendaron el rostro, le colocaron un trapo dentro de la boca y le echaron chorros de agua en la cara.

“Me amarraron las manos hacia atrás y me acostaron. Uno de ellos me sujetó los pies y otro me agarró la cabeza y me pusieron una venda en la cara y me retacaron en la boca un trapo. Me empezaron a echar agua, me asfixiaban. Eso lo hicieron como tres veces, preguntándome lo mismo: quién era el bueno, que querían nombres de los buenos de ahí, que les dijera un domicilio de casa de seguridad donde hubiera armas y drogas y todo eso, y pues yo seguía diciéndoles que no sabía”, describe.

A Rey David también lo golpearon en las sienes hasta que perdió la conciencia. Le preguntaron por su familia y lo amenazaron con dejar a sus hijos sin padre.

“Pobrecitos tus hijos, se van a quedar sin padre”, repite el sonorense con un nudo en la garganta, las palabras de los militares. Volvieron a asfixiarlo con agua en su rostro y boca.

No recuerda exactamente cuánto tiempo pasó o si volvió perder la conciencia, pero los elementos del Ejército desistieron. Le dieron una ventaja de cinco minutos para que empezara a correr. El padre de familia corrió, corrió como nunca lo había hecho.

“Me dijeron que me daban cinco minutos para correr. Caminé hacia adelante, corrí y corrí. Cuando iba corriendo me quité la venda y volteé para atrás, para ver si no me estaban siguiendo y ahí miré la unidad. Alcance a ver unos números, una serie, es la 763-05, la recuerdo muy bien, todo el tiempo la voy a recordar…”, dijo.

Al llegar a las primeras casas del pueblo, pidió ayuda a uno de los vecinos, quienes lo asistieron, le dieron agua y lo llevaron a su casa.

Acosan sexualmente a su esposa por mensajes

Los militares se quedaron con todas sus pertenencias: su celular, identificaciones y tarjetas. No conformes con los golpes que le propinaron a Rey David, comenzaron a enviar mensajes de WhatsApp a su esposa, con connotación sexual.

“Mija, la neta, me gustas mucho. La verdad él no quiere estar contigo, lo he visto con mujeres. Me gustas y quiero hacerte el amor. Piénsalo y nos vemos en la noche. No soy David, soy un compa, me vendió su teléfono”, decía uno de los mensajes.

“Me quitaron mis cosas cuando me agarraron, con mi teléfono estuvieron acosando a mi señora. Le estuvieron mandando mensajes indecorosos, acosadores. Eso es injusto, es algo que tienen que pagar”, señaló el sonorense.

Interpone denuncia ante PGJE

Al contarle a sus padres y esposa lo sucedido ese martes 27 de junio, lo exhortaron a interponer una denuncia ante las autoridades correspondientes para que lo ocurrido no quede impune.

Acudió a las oficinas de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) en la región del desierto sonorense.

De acuerdo con los reportes médicos, Rey David sufrió una fractura en una de sus costillas, tiene hematomas por todo su cuerpo y cabeza, en especial en el abdomen y la espalda. También le fracturaron uno de sus dedos.

“Que se haga justicia. La verdad es una injusticia lo que hacen con gente inocente, que tomen represalias en esto que está pasando. Temo porque se quedaron con mi celular, me pidieron mi domicilio, se quedaron con mis identificaciones. Yo ni salgo pa’ la calle, porque temo que lleguen a hacerme algo”, manifestó.

De acuerdo con el Sistema Nacional de Alerta de Violación a los Derechos Humanos, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha registrado 124 quejas contra las Fuerzas Armadas tan sólo hasta marzo de este año.

Los casos más recurrentes son, la detención arbitraria y la tortura. Tal como lo que le sucedió a Rey David González Flores, quien teme por su vida y la de su familia.

lrc