Main logo

Mario desapareció en su cumpleaños; reapareció en una fosa clandestina

Susana comenzó un largo viacrucis para dar con el paradero de su hijo que desapareció en el Nayarit de Édgar Veytia y Roberto Sandoval, ambos ligados al narco

Escrito en ESTADOS el

Mario tenía una cita, llegaría a la casa donde se crió con su abuela, sus tres tías y sus cinco primos para celebrar su cumpleaños número 22, pero nunca llegó. Era el 30 de agosto del 2017, en Tepic, Nayarit. 

Desde entonces, su madre Susana comenzó un largo viacrucis para dar con el paradero de su hijo, viaje que fue dado a conocer por el diario español El País

El padre los abandonó cuando Mario tenía cuatro años. Volvió cuando tenía 13 y le prometió que lo llevaría con él a Estados Unidos. No regresó por él. 

Mario comenzó a drogarse a los 12 años, su madre lo descubrió cuando revisaba su teléfono, encontró una foto suya inhalando Resistol. También consumía marihuana, crack y metanfetamina.

La adicción, relató Susana al diario español, cuando unos “vecinos enviciados” llegaron al barrio.

La madre de Mario le rompía las pipas de un pisotón y le tirará las bolsitas de droga a la basura.

Fue internado en un centro de rehabilitación para superar su adicción, antes de eso, pasó también por el correccional acusado de asaltar a una pareja, en aquella ocasión estaba tan drogado que apenas pudo correr delante de los policías. 

Del consumo de drogas, pasó a la venta: cocaína, cristal y mariguana.

Mientras, Susana volvió a quedar embarazada, empezó a trabajar en una gasolinera, viviendo el estigma de ser la “oveja negra” de su familia porque no estudió, le gustaba el baile y es madre soltera.

Cuando comenzó a buscar a Mario, Susana escuchó tres veces que a su hijo lo habían asesinado.

“Ya no le busque, a su hijo ya lo mataron”, le dijo uno de los amigos de Mario, “los Beltrán Leyva, andaba con ellos y lo mataron. No se meta en broncas, que tiene usted otro hijo”. 

Otro sujeto le dijo a Susana: “Ya no lo volví a ver nunca, señora”. 

Mientras que a su hijo pequeño, quien se sumó a la búsqueda de Mario, le avisaron por el barrio que dejaran que todo siguiera tranquilo, que Mario ya no iba a volver.

Fue en julio del 2018, cuando la Fiscalía de Nayarit la llamó porque uno de los nueve cuerpos de una fosa clandestina podía ser el de Mario.

Susana reconoció el número 13 que tenía su hijo tatuado en el hombro izquierdo y el colmillo que se le solapaba con el diente anterior.

Dos años después, el 2 de junio pasado, Susana regresó a las oficinas de la fiscalía nayarita pues le va a explicar las conclusiones de la investigación. 

Las características morfológicas dentales refieren que la edad es de un adulto de 21 a 24 años, la causa de la muerte es indeterminada ya que no se identifican lesiones de tipo traumático por el estado avanzado de putrefacción.

El cadáver fue procesado nueve veces hasta poder armar el perfil genético y compararlo con el de Susana arrojando resultados del 99.9974%. No queda duda de que usted es Mario.

“Susana del Carmen Corona Castro, su búsqueda ha terminado”, termina diciéndole la fiscalía de Nayarit.

Susana, entonces, llamó a su familia para que le dejen enterrar a Mario en un terreno compartido, le dijeron que no. 

Luego, habló con su hijo Francisco, de 12 años, para decirle que encontraron a su hermano

“Ya encontramos a tu hermano”, dijo Susana. “¿Está vivo?”, preguntó el menos. “No”, respondió la madre . “Muerto. Bueno, ya lo sabíamos. Ya nos había dicho gente que lo habían matado”, alcanzó a decir Francisco. “Eso no tiene nada que ver. Lo importante es que ya está en un lugar y vamos a poder ir a despedirle”, revira la mujer.

La Fiscalía de Nayarit intenta redimirse tras el paso de Édgar Veytia, “El Diablo”, por sus filas. 

El todopoderoso fiscal nayarita fue detenido y sentenciado en Estados Unidos por facilitar a cambio de sobornos el contrabando de heroína, cocaína, metanfetaminas y mariguana desde México a Estados Unidos.

Amparado por el exgobernador priista, Roberto Sandoval, Veytia trabajó primero con el Cártel de Sinaloa, luego con los Beltrán Leyva cuando estos se separaron de los primeros y comenzaron una guerra y finalmente con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), quienes sacaron al cártel de los hermanos de Nayarit. Así hasta antes de su captura. 

Sandoval y sus familiares también han sido señalados por tener vínculos con el narcotráfico, particularmente con el CJNG.

Los métodos de Veytia incluían secuestros, torturas, amenazas, despojo, extorsiones y una lista de desaparecidos que las asociaciones de víctimas estiman en más de mil 300 durante los cuatro años que encabezó la fiscalía. 

 

México registra más de 73 mil desaparecidos de acuerdo con el Informe sobre Búsqueda, Identificación y Versión Pública del Registro de Personas Desaparecidas de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), de la Secretaría de Gobernación (Segob).

La mayoría de los desaparecidos son apartir del 2006, cuando comenzó la llamada “Guerra contra el narco”. 

A Susana le duele su hijo y le duelen sus hermanas. Ninguna quiso ceder el terreno para que entierren a Mario, no olvidan que llegó un momento en que a ellas también les robó.

Susana se ha enfrentado durante estos casi tres años a un doble estigma: la pérdida del hijo y el reproche social.

La insistencia del colectivo de familiares logró que el 12 de junio llegaran por fin las ayudas para el ataúd, el coche fúnebre y el nicho. 

No asistió casi nadie de la familia a velar a Mario. Francisco pasó toda la mañana repartiendo refrescos y galletas entre unos 30 asistentes. 

Susana estuvo sentada al lado del ataúd hasta que lo han vuelto a cargar en el coche para llevarlo al panteón. 

Después de la misa, una amiga cantó  Amor Eterno. Cuando metían el ataúd en el nicho, Susana lloró.

Tras tres largos años, la búsqueda ha terminado.

Los planes de Susana son irse de Nayarit, mudarse a Sinaloa donde vive su pareja, la única razón que los mantenía en tierra nayarita era Mario, pos si algún día decidía volver.




Con información de El País

rgg