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Lacandones, en estado de indefensión ante el coronavirus

Actualmente, 35 mil lacandones cuentan con una pequeña casa de salud; no hay más, ni medicinas ni insumos ni personal de enfermería

Escrito en ESTADOS el

TUXTLA GUTIÉRREZ (LA SILLA ROTA).- A la Selva Lacandona ya no solo la acechan los cazadores furtivos o los “verdugos” con motosierras que buscan las maderas preciosas; ésos que, a diario, cercenan decenas o cientos de hectáreas de uno de los “pulmones naturales” más importantes de Chiapas y de México. Hoy, a mil 35 de sus habitantes lacandones, sus guardianes protectores, los “persigue” un enemigo silencioso e invisible: la covid-19 y, ante ello, están en la indefensión.

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Alfredo Chancayún Kin, reconocido como el único lacandón con una carrera profesional dentro de esta cultura representativa de la geografía chiapaneca, se debate entre la vida y la muerte, desde hace cinco días, en una cama del Hospital General de Palenque, donde un tubo atraviesa su tráquea para que pueda respirar con el apoyo de un ventilador mecánico. Está contagiado de coronavirus.

Sin embargo, el panorama para todos ellos no es alentador: en su comunidad hay una pequeña casa de salud donde, de lunes a viernes (y con las horas muy contadas), los atiende un médico general. No hay más, ni medicinas ni insumos ni personal de enfermería.

En entrevista con La Silla Rota, Chankín Chambor Kin, comisariado de Lacanjá Chansayab, manifiesta que apenas el pasado viernes una unidad móvil del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) comenzó a hacer un recorrido para detectar más posibles casos de coronavirus entre los “derechosos”, como llama a los jefes de las 88 familias de esa comunidad lacandona.

Para ellos, Alfredo, de 38 años de edad, desempeña una función primordial: aparte de ser el presidente del Consejo de Vigilancia del Subcomisariado de la subcomunidad lacandona, es maestro y se encarga de los más pequeños lacandones, aquellos cuyas edades no rebasan los 3 años de edad, y a quienes les enseña cuestiones relacionadas con la estimulación temprana pero, lo más importante, les inculca el amor y respeto que se le debe tener a la Madre Tierra, a su selva.

Alfredo Chancayún Kin tiene covid y su estado es grave. Fotos Especial

Al parecer, se supone, él se contagió en sus reiterados viajes hacia Benemérito de las Américas, municipio de esa región, adonde acudía a solicitar despensas para su gente, pues empieza a faltar el alimento. Aunque también, existe la hipótesis de que contrajo el virus en Nueva Palestina, municipio de Ocosingo, adonde llegaba para cobrar su sueldo como profesor.

 

Permea el miedo

Hoy están “partidos”, llenos de miedo, pues se presume que, aparte de Alfredo y Pablo Chankín (permanece “encuarentenado” en el Centro Ecoturístico Tres Lagunas donde radica), haya más contagiados, lo que sería grave porque son pocos lacandones los que quedan y, peor aún, para asistencia médica tienen que trasladarse, durante al menos tres horas y media, al nosocomio más cercano que está en Palenque, y si no hay “suerte”, a uno de Ocosingo que, para colmo, está a casi ocho horas de distancia. Una competencia contrarreloj contra la muerte.

La Unidad Móvil del IMSS solo va de paso, lo que les preocupa aún más porque ellos desean que la autoridad les adecue una clínica covid en su región. “Lo único que hicieron los médicos el viernes fue tomarnos la temperatura, nos pincharon el dedo para ver lo de los diabéticos, la presión; solo eso”, confiesa Chambor Kin.

Dicha clínica ambulante se dirigiría este mismo fin de semana a los barrios Bethel, San Javier y Crucero Bonampak, de la misma Lacanjá, donde se presumía que puede haber más contagiados.

Mermadas las “provisiones”

La situación comienza a tornarse crítica para los lacandones: sus cosechas, con lo que sobreviven, ya son escasas, pues además cerraron el paso al turismo por mera prevención y los ingresos económicos son nulos.

En cuestión de salud, lo único que tienen es jabón, pues ni siquiera las autoridades de Salud se han tomado la molestia de explicarles cómo evitar contagios. “Acá no tenemos ni gel ni cubrebocas”, advierte Chambor.

Entrevistada por aparte, Isabel Pola Estrada, investigadora veracruzana que, desde hace un lustro, ha tenido un estrecho acercamiento con los lacandones, lamenta que no haya acciones preventivas a favor de ellos, “es urgente que les envíen verdadera ayuda médica”.

Para ella, dijo, el que un médico y una enfermera llegaran a las comunidades lacandonas con una unidad móvil del IMSS a hacer un cuestionario a los pobladores, “eso no es una atención médica; es una gran mentira, es simulación”.

Al igual que Chankín Chambor, cree en la necesidad de que les envíen especialistas, insumos y medicamentos acordes a las necesidades por la pandemia, además de un “barrido” casa por casa para saber quién tiene síntomas y, de una vez, ofrecerles el tratamiento y, lo que sería ideal, instalar una clínica covid.

“Pueden ocupar las instalaciones de una escuela primaria que hay allí, que no es grande, pero podrían adaptarla, y así evitar el traslado de más de 3 horas a Palenque, si bien les va, para atenderlos”, evidencia la estudiosa, quien asevera que no permitirán que los lacandones se extingan, pues son un “patrimonio de la humanidad”.

Lo que más le irrita, confiesa, es que en un comunicado del IMSS se difundiera que, aquel lacandón con síntomas por posible covid-19, acudiera a su casa de salud en Lacanjá, “eso es increíble, porque ahí es un cuartito, y no tienen rayos X, ni laboratorio, ni medicinas, ¡por favor!”

Sobre el caso de Alfredo Chancayún, evidencia algo más trágico: ante la gravedad, éste fue llevado a una clínica de Benemérito de las Américas, la cual tampoco contaba con todos los aparatos necesarios para atenderlo, por lo que fue trasladado a Palenque, “y para eso pasaron varias horas, ¡¿te imaginas eso para alguien que apenas respira?!”

Si no se efectúan acciones más concretas, los habitantes de ese “pulmón natural” podrían colapsar ante el SARS CO-V2, en cualquier momento. “Porque lo más seguro, si no se actúa de inmediato, es que haya un brote mayor”, refiere Pola, quien está convencida de que esto va más allá de remedios herbolarios que los mismos habitantes puedan ingerir como una posible “panacea” ante el covid, pero sobre todo, ante la indiferencia del gobierno.