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La vida no acaba al perder un seno, hay que seguir luchando: Carmen

“Cuando me dijeron que era cáncer de mama, lo primero que pensé es que me iba a morir, pero detectándolo a tiempo hay muchas posibilidades de vida", señala

Escrito en ESTADOS el

OAXACA.- Carmen tiene ocho años con mastectomía radical, y aunque la pérdida de un seno es algo que aún no acepta, decidió seguir luchando por su vida con fuerza y coraje.  "Al inició me negué, si iba a morir moriría con mi cuerpo completo, me dije, después decidí luchar. Perdí un seno, pero gané vida", afirma como sobreviviente de cáncer de mama, que durante el 2019 mató a 120 mujeres en el estado y 20 más en lo que va del 2020.

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En medio de la batalla contra el cáncer, Carmen apela a las instancias de salud para que no dejen solas a las sobrevivientes del cáncer de mama, pues en medio de la pandemia, la atención a este sector quedó en el olvido.

Por otro lado, sumada a la campaña “Adopta una chiche”, lanzada por la asociación oaxaqueña Corazón Rosa, que busca reunir recursos suficientes para la compra de 50 prótesis mamarias e igual número de brassieres, apeló a la sensibilidad ciudadana para ser apadrinada o amadrinada.

A mí me detectaron el cáncer el 14 de febrero 2012, fue una bolita en la axila. Ahora llevo ocho años de operada. Me hicieron mastectomía radical, que es extirpación de todo el seno. Recibí seis quimioterapias y 25 radiaciones. Todavía no me dan de alta y ahora con el problema del Covid-19, menos nos han atendido

Carmen de 45 años es madre de familia, antes del cáncer tenía un negocio de venta de alimentos, después de ello se quedó sin empleo remunerado. Si bien la salud ha ido mejorando paulatinamente, superar el impacto emocional de perder una parte de su cuerpo, le resulta imposible. “No lo acepto del todo. Me operaron el 25 de julio del año que me detectaron el cáncer. Han pasado ocho años”.

La precariedad económica en la que vive le ha impedido comprar una prótesis mamaria que le ayude a mantener la salud de su cuerpo y evite a la larga problemas de espalada por la falta de peso en uno de sus lados. Actualmente utiliza una prótesis artesanal hecha de apiste.

Ella tenía 36 años cuando recibió la noticia. Había acudido al médico por un dolor en el brazo y una bolita en la axila. En ella su seno no cambió de color, no tenía secreción, tampoco estaba más abultado. Sin embargo, el médico no descartó ninguna posibilidad y a través de un ultrasonido detectaron el cáncer.

Cuando me dijeron que eran cáncer, lo primero que pensé es que me iba a morir, pero detectándolo a tiempo hay muchas posibilidades de vida, la muestra es que llevo ocho años de vida. Me siento perfectamente bien, pero me falta mi prótesis. Yo no la podría comprar

“PERDER UN SENO CAMBIÓ TODA MI VIDA”: MARISOL

La extirpación o amputación de una parte del cuerpo genera en cualquier persona un impacto aterrador. Es duelo, enojo y miedo, que se vuelve más grande cuando se trata de perder un seno por cáncer.

Marisol experimento ese sentimiento en carne propia a sus 30 años de edad cuando el médico le indicó que su seno izquierdo era más grande que el derecho, tenía el pezón caído y protuberancias que sugerían cáncer. Los estudios confirmaron la sospecha: 11 ganglios positivos al cáncer. “Si no te operamos, te mueres”, le indicaron crudamente. La idea de morir al igual que la extirpación de una parte de su cuerpo la helaron.

Marisol no oculta su tristeza, pero fortalecida tras haber vencido el cáncer de mama, respira y expresa con serenidad: “haber perdido un seno cambió toda mi vida”. Ella es una paciente con mastectomía radical desde hace 13 años.



Después de la rehabilitación, necesaria para recuperar la movilidad del brazo, Marisol requería una prótesis mamaria, sin embargo, atravesar por esta enfermedad la había dejado desgastada económicamente, sin posibilidades para adquirirla.

Yo no me puedo poner una blusa escotada porque se nota. Pero más allá de una cuestión de imagen la prótesis es necesaria por salud porque te duele el lado que no tiene seno, duele porque el cuerpo no está equilibrado

Con la ayuda de la asociación Corazón Rosa, Marisol logró tener una prótesis de alpiste, misma que utiliza hasta el momento para poder evitar los daños a su salud. Ahora no pierde la esperanza de lograr que alguien la apadrine o amadrine en la campaña “Adopta una chiche”, lanzada para rebabar fondos para la adquisición de 50 prótesis e igual número de brasieres para mujeres de escasos recursos.

Marisol, ahora de 43 años de edad, ha recuperado parte de su vida. Para solventar los gastos que implica una enfermedad como el cáncer, así como la atención de sus secuelas, realiza labores de repostería.

Cuando me dio cáncer, haz de cuenta que la gente te ve como una cucaracha, se alejan, te dejan de hablar y tu economía se va a la baja, yo dejé de trabajar un año, ahora me dedico a la repostería, vendo postres, no tengo una economía ni un seguro de vida, yo me pago mis consultas y Corazón Rosa me ha ayudado en gastos de medicamentos o estudios que son constantes, primero mes con mes, luego dos meses, y así