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La venganza de Los Zetas que causó la DEA en Allende

De acuerdo a un reportaje de ProPublica, la masacre dejó al menos 60 víctimas, aunque en cifras oficiales sólo se destacan 28 en el ataque de 2011 en Coahuila

Escrito en ESTADOS el

Indicios contundentes demuestran el asalto mortal registrado en Allende, Coahuila, una ciudad ubicada a 55 kilómetros de la frontera de México con Estados Unidos. Fueron las autoridades de la Unión Americana las que causaron el ataque perpetrado en 2011 por sicarios del cartel de Los Zetas.

Así se narra por Ginger Thompson para ProPublica, agencia de noticias indenpendiente, en un reportaje titulado “Anatomía de una masacre”, el cual fue publicado el pasado 12 de junio.

Thompson recopila diversos testimonios de personas que pudo entrevistar sobre el ataque en Allende, los cuales puedes consultar íntegros en ProPublica.

Se trata de funcionarios de gobierno y familiares y conocidos de las víctimas, quienes detallan cómo integrantes de Los Zetas acabaron con casas y comercios, mataron y secuestraron a cientos de hombres, mujeres y niños, en respuesta a una decisión de agentes de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés).

Fueron semanas de destrucción y desapariciones, causadas por la investigación de un par de agentes de la DEA. Sucedió meses antes de que la DEA lanzara el operativo “Too Legit to Quit” (Demasiado Legítimo para Rendirse), que contemplaba en hacer redadas a las afueras de Dallas, Texas.

La policía halló más de 800 mil dólares en efectivo en el tanque de gasolina de una camioneta, cuyo conductor sólo dio como pista que el nombre de una persona apodada como El Diablo, quien trabajaba para Los Zetas y que el dinero le pertenecía a dicho grupo criminal.

El Diablo fue identificado como José Vásquez hijo, de 30 años de edad, el narcomenudista más importante de los Zetas en el este de Texas, según la investigación de Richard Martínez, de la DEA, y el fiscal federal adjunto Ernest González.

Dichas autoridades norteamericanas disuadieron a José Vásquez de cooperar con la investigación de la DEA en contra de los líderes zetas Miguel Ángel Treviño y Omar Treviño, que estaban en la cima de su lista de más buscados. Una de las cosas que le solicitaron fue el PIN (números de identificación personal) rastreable de los teléfonos Blackberry de los narcotraficantes conocidos como Z-40 y Z-42.

El narcomenudista accedió a la solicitud y pidió apoyo a Héctor Moreno, quien se encargaba de comprar teléfonos nuevos cada tres o cuatro semanas para los líderes de los Zetas. Dicho personaje también aceptó a ayudar a conseguir los PIN, pues le debía un favor a Vásquez.

En declaración a ProPublica, Vásquez dijo que dio los números del Z-40 y del Z-42, más algunos otros, aunque no sabía qué harían con ellos y pensó que intentarían interceptarlos.

Aseguró que nunca imaginó que mandarían los números de vuelta a México, ya que les advirtió que no lo hicieran pues causarían la muerte de muchas personas. Las autoridades de EU aseguraron que no lo harían.

Sin embargo, la DEA decidió compartir la información con una unidad de la policía en territorio mexicano, dicha unidad fue entrenada y aprobada por la agencia norteamericana, pero aún así había tenido casos de filtraciones de información.

Fue entonces que los líderes de Los Zetas supieron que habían sido traicionados y planearon una venganza, una que alcanzaba a sus delatores, sus familias y cualquiera que tuviera un vínculo con ellos.

El reportaje de Ginger Thompson detalla que la venganza comenzó el 18 de marzo del 2011, cuando los sicarios incursionaron en diversos ranchos de las afueras de Allende, fueron contra toda persona de la que sospecharan que pudieran ser un soplón, eran tomados como rehenes, asesinados y quemados.

Pero en su paso, los sicarios también tomaron a personas que no tenían nada que ver con el conflicto del cártel, como un adolescente de secundaria de 15 años y un ingeniero de una fábrica, ellos “sólo estaban ahí”, pero fueron víctimas de la venganza zeta.

Ya el sábado 19 de marzo de 2011, Los Zetas demolieron docenas de casas y comercios en la zona. Según el reportaje, pobladores, autoridades locales y militares, también atestiguaron el saqueo de propiedades. Las autoridades mexicanas recibieron hasta unas 250 llamadas de reportes de disturbios, incendios, riñas entre otras, pero la ayuda nunca se presentó, agregan en la crónica.

En ProPublica, se detalla que hubo 60 víctimas, algunos murieron o desaparecieron, todos ellos conectados por familiares, amigos, grupos de apoyo a víctimas, archivos judiciales o informes periodísticos sobre el asunto. Las cifras oficiales sólo señalan 28 víctimas.

Según las asociaciones de las víctimas, prevén que el cálculo de víctimas llega a los 300.

Checa aquí el reportaje completo y los testimonios recabados por Ginger Thompson

lrc